La poesía automática también
surge de las reuniones dadaístas de Zurich. Se trata de otra de las rupturas
con la que los dadaístas pretendían derruir los convencionales cimientos en los
que se había instalado la tradición poética. Como explica el mismo Arp:
"Me encontraba -escribe- con Tzara y Serner en el Odeon y en el Café de la
Terrasse, en Zurich, donde escribíannos un ciclo de poemas: Hipérbole del
cocodrilo-peluquero y del bastón" . Este tipo de poesía fue más tarde
bautizado con la denominación de "poesía automática" por los
surrealistas. La poesía automática surge de las entrañas del poeta o de
cualquier otro de sus órganos que haya almacenado reservas. Se trata de un
ejercicio en el que se debe seguir los impulsos verbales que afloran a la pluma
o a la boca para componer los poemas. No podrían obstaculizarla ni el Postillón
de Longjumeau, ni el alejandrino, ni la gramática, ni la estética, ni Buda, ni
el Sexto Mandamiento. Cacarea, jura, gime, farfulla como le viene en gana. Sus
poemas son como la naturaleza: apestan, ríen y riman como la naturaleza. En
ella cabe todo, pues es un intento de hacer una poesía son corsés. Cabe la
tontería, o cuando menos lo que los hombres entienden por eso, que les es tan
preciosa a los poetas de esta corriente como una retórica sublime, ya que en la
naturaleza, una pequeña rama quebrada vale en belleza lo que las estrellas, y
son los hombres quienes decretan qué es hermoso y qué es feo.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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