La iglesia de Vézelay (église de Sainte Madeleine de Vézelay), levantada en honor de Santa
María Magdalena, fue uno de los principales centros de peregrinación europeos
al estar situada en la
Vía Lemovicensis , uno de los cuatro caminos que conducían a
Santiago de Compostela.
La antigua iglesia monástica se fecha en el siglo
XI, pero quedó destruida a causa de un incendio en 1120. Los inicios de la
reconstrucción de la estructura anterior debieron de comenzar inmediatamente,
porque el año 1132 se produce su consagración, aunque entre los años 1140 y
1150 se añade el actual nártex.
La construcción se empezó desde la parte
occidental, los pies, a la parte oriental, la cabecera. Ésta, elevada sobre una
cripta, consta de cinco capillas circulares y otras cuatro cuadradas que se
abren al deambulatorio. El presbiterio data aproximadamente de 1171, por tanto
es obra ya de finales del siglo XII y constituye una espléndida muestra de la
arquitectura gótica.
La planta es muy sencilla, compuesta de tres
naves alzadas en dos niveles separadas por una imposta ornamentada. La
originalidad reside en el tipo de bóveda empleada, bóvedas de arista que cubren
todos los tramos de la nave, así como en los arcos transversales, donde es
notable el juego cromático.
En el interior, la decoración escultórica se
centra en los capiteles, que presentan más de cien figuras diferentes.
Encontramos temas del Antiguo Testamento e incluso de la tradición clásica,
como el rapto de Ganímedes por Zeus, temas extraídos de la mitología griega,
pero que aquí adquieren un sentido moralizante.
Las tres puertas que dan acceso a la abadía de
Santa Magdalena, unido con los capiteles de la nave, integran uno de los
conjuntos más espectaculares de escultura de la primera mitad del siglo XII.
Pero es propiamente en el nártex donde
encontramos una de las portaladas más importantes del Románico francés. El
centro del tímpano lo ocupa Jesucristo dentro de una mandorla, encomendando a
los apóstoles la predicación del Evangelio. Este es el mensaje general donde
coinciden los historiadores, pero analizando cada una de las escenas se
advierte la compleja iconografía, resultando ser de difícil y divergente
interpretación, sobre todo por lo que acontece a las diversas escenas
compartimentadas situadas alrededor de la Maiestas.
La corte apostólica está encabezada por San
Pedro, con las llaves, y San Pablo. Los de una banda presentan el libro
abierto, que se interpreta como la facultad para condenar. Sobre el dintel
aparecen los representantes del mundo pagano, algunos son seres monstruoso que
según el mundo medieval vivían en los confines de la tierra. Aquí se ha
querido representar a todos los pueblos que se conocían en ese momento. En
general, estas figuras son personajes de una elevada gesticulación. Y, por
último, en la arquivolta tenemos los signos del Zodíaco y las labores del
campo.
La postura de Cristo, el dibujo de los pliegues
de la ropa en formas que semejan espirales, y el movimiento de los cuerpos,
dispuestos en variadas direcciones, suplen la solemnidad de Moissac. La figura
de Cristo rompe con la rigidez de la frontalidad con el quiebro de sus piernas,
obligando al resto de las figuras a adoptar actitudes de claro dinamismo.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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