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Artistas de la A a la Z

La escultura en las vías de penetración


Más misterioso es el origen y evolución en España de los estilos de escultura románica, relacionados también con los de Francia. Mucho se ha debatido acerca de la prioridad de fechas para los monumentos más conspicuos de la escultura románica castellana, y esta prioridad supondría que las estupendas obras de la escultura románica francesa serían resultado de haber recibido la inspiración, las formas y acaso también los artistas de la Península.

⇦ Cabeza de Cristo, en el monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos). Detalle del relieve del Descendimiento, que corrobora la existencia de un escultor extraordinario.



Tal suposición ha provocado una querella arqueológica que podría recibir el nombre de “disputa de la escultura de la peregrinación”, porque los monumentos más notables decorados con piezas de escultura románica se hallan en la ruta que seguían los peregrinos franceses para ir a España y, una vez aquí, para llegar a Compostela. Es la calzada francígena, cuyas huellas pueden descubrirse en Castilla y León en sus empedrados y sus puentes, pero además en las hospederías y monasterios que había en cada etapa de la marcha. En ellos se encuentran las esculturas causantes del debate.


Uno de los más importantes núcleos de esta escultura de peregrinación son la serie de capiteles y principales relieves de la parte más antigua del claustro de Santo Domingo de Silos (Burgos), que fue construida entre 1085 y 1100. Nada semejante, en espiritualizada belleza románica, se había producido en Francia por aquellas fechas como las escenas desprovistas de todo frívolo detalle que se reproducen en estos bellísimos paneles que representan la Duda de Santo Tomás, la Aparición de Jesús a los discípulos de Emaús, la Deposición de la Cruz, las Marías ante el Sepulcro, Pentecostés y la Ascensión del Señor. Estos grandes paneles en bajo relieve se hallan dispuestos a pares, en la esquina interior de cada dos crujías. A cada uno le enmarca un sencillo arco sostenido por dos finísimas columnas capiteladas, y encima el anónimo autor desplegó una suave fantasía, en finas alusiones religioso-caballerescas. Ninguna otra obra se puede señalar de esa mano en lo románico español.

Castillo de Loarre, en Huesca. Situado sobre un peñasco, es el castillo fortificado más antiguo de España y el que mejor conserva su primitiva estructura románica (siglo XI). Alberga en su interior una iglesia muy notable dedicada a San Pedro. El castillo aún conserva la muralla casi completa con los torreones semicirculares de defensa.

Otros jalones de este importante proceso escultórico son los capiteles, exquisitos, de San Martín de Frómista, y los relieves y otros elementos esculpidos en la puerta meridional de San Isidoro de León, así como el expresivo tímpano de la meridional del crucero del mismo templo leonés, que ofrece analogías con los mejores capiteles de la catedral de Jaca, y es sin duda de la mano del mismo artista que labró (si no todo) la mayor parte de lo esculpido en la Puerta de las Platerías, de la catedral de Santiago.

Este es, en verdad, un monumento capital de esa escultura “de peregrinación”, que con tal exuberancia floreció a lo largo de la ruta seguida por los peregrinos que iban a Compostela. Se terminó, según consta en su fachada, en 1103, bajo Alfonso VI (que murió en 1109), y este dato es precisamente lo que plantea, por comparación con las labras de la Puerta Miégeville, de Toulouse, la tan debatida cuestión de la primacía de esas esculturas respecto de las languedocianas. Este monumental conjunto decorativo está descrito en la Guía de los Peregrinos, redactada antes del año 1140. Es una puerta doble, y en ella se han empleado relieves procedentes de dos portales de la misma forma que el actual; probablemente es lo que pudo salvarse de un incendio; algunos de los fragmentos parecen haberse cuarteado por la acción del fuego.

Tímpano izquierdo de la Puerta de las Platerías, en la catedral de Santiago de Compostela. Realizada por el maestro Mateo en el siglo XII, los relieves historiados representan la tentación de Cristo en el desierto y una leyenda de origen templario que muestra a una doncella semidesnuda llevando una calavera en el regazo.

Pero ensartados con el mayor desorden, puestos algunos de lado en lugar de estar derechos, incoherentes y mal recompuestos, los elementos decorativos, uno por uno, de la Puerta de las Platerías son grandes obras maestras. Procedían no sólo de dos diferentes portales, sino que en su labra intervinieron distintos maestros. Algunos son excelentes. ¡Qué tremenda personalidad, por ejemplo, en cada una de las figuras de Adán y el rey David! Si los escultores fueron franceses debieron contagiarse de hispanismo. En cambio, otros parecen afrancesados. En los fragmentos mal zurcidos de la decoración de las Platerías, se notan coincidencias inexplicables con esculturas de la escuela provenzal, lo que obliga a suponer que un artista de Santiago fue a Toulouse, o viceversa. Probablemente, el adorno escultórico de los dos arcos y columnas de que consta esta famosa puerta compostelana, así como sus tímpanos, son del maestro Esteban, que pasó después a Pamplona. Pero la Puerta de las Platerías contiene, incrustados, otros importantísimos relieves y figuras, algunas de la misma mano, y otras distintas.

Otros conjuntos importantes de esa clase de escultura del románico español del siglo XII son la portada occidental de la basílica de San Vicente, en Avila, que se ha atribuido generalmente al maestro Fruchel (sin duda francés, quizás un borgoñón), y, de otra mano, la Anunciación y la Santa Sabina, obras incrustadas a ambos lados de la puerta meridional del mismo templo.

Tímpano derecho de la Puerta de las Platerías, en la catedral de Santiago de Compostela. En él están representadas escenas de la Pasión y de la adoración de los Reyes Magos. Junto con la otra puerta se la considera la más bella creación del románico español, pero la iconografía es complicada. La Guía de los Peregrinos del siglo XII dice: "Toda la pared, de arriba abajo y de derecha a izquierda, está magníficamente labrada de flores, santos, bestias, peces, pájaros y otras muchísimas cosas".

De otro destacado conjunto conviene que se hable aquí todavía: el delicadísimo Apostolado que, en parejas de figuras de apóstoles adosadas a pares de columnas, decora los muros de la capilla superior de la Cámara Santa de Oviedo, dedicada a San Miguel. Mediante esta decoración escultórica fue embellecida durante la segunda mitad del siglo XII esta capilla superior que se encuentra cubierta con bóveda y sin ventanas; sin embargo a pesar de este embellecimiento continuó siendo una sala, oscura, misteriosa y grave, en la que las parejas de apóstoles parecen conversar, sosegadamente, puestas sobre ménsulas apuntando ya, por contraste, un sentido de lo burlesco.


Iglesia de San Vicente de Ávila. En esta iglesia prosigue la original evolución de la escultura romá­ nica hispana. Flanquean su portada sur esta Anunciación de exquisita delicadeza y la imagen austera de Santa Sabina, toda virtud y prudencia, obra de un escultor desconocido del siglo XII.

⇦ Cámara Santa de la catedral de Oviedo. Las columnas del muro de la capilla de San Miguel de esta cámara llevan adosadas unas figuras muy estilizadas de los apóstoles, que parecen sorprendidos en animada conversación. Consideradas puente de unión entre Avila y Compostela, son quizás el mejor logro escultórico de la segunda mitad del siglo XII. Se reconocen a los santos Simón y Judas, y Santiago y Juan, en sus actitudes más sencillas y humanas.



Y es aquí cuando hay que destacar el Pórtico de la Gloria de Santiago como el único conjunto escultórico monumental que puede disputar la supremacía de belleza a las decoraciones estatuarias de la Cámara Santa de Oviedo. Así, después de una excursión por la vía de las peregrinaciones, se llega al término final: el templo del Apóstol, en Compostela. El llamado Pórtico de la Gloria es actualmente sólo la decoración interior de un nártex o pórtico con cuatro puertas. En su origen, el conjunto decorativo era doble, pues había también decoración en la pared de enfrente.

Éste primer paramento decorado fue destruido cuando se edificó la actual fachada barroca en el siglo XVIII, quedando sólo la parte interior del pórtico con la decoración románica. Tal como ha llegado hasta hoy, la obra que en cierto modo cierra todo este ciclo de escultura religiosa, resulta de difícil contemplación. Se le llama Pórtico de la Gloria porque en el luneto del arco central hay un relieve con la escena de la Gloria del Señor, rodeado de ángeles y de un friso semicircular con los 24 Ancianos del Apocalipsis, que tan a menudo hemos encontrado en la decoración escultórica románica en Francia.


Pilar de los Profetas del Pórtico de la Gloria, en la catedral de Santiago de Compostela. Un detalle del deslumbrante conjunto escultórico desplegado alrededor del Apóstol. Estos cuatro profetas, Jeremías, Daniel, lsaías y Moisés, son un testimonio de cómo supo captar la realidad el Maestro Mateo. La calidad humana de cada personaje hace de Compostela no sólo la joya del románico, sino un claro presagio de la mejor escultura gótica posterior.

Una inscripción grabada en el propio monumento da la fecha de esta asombrosa obra de escultura y el nombre del maestro insigne que la dirigió: en el año de la Encarnación del Señor 1188, en el día 1° de abril, fueron colocados por el maestro Mateo los dinteles de la puerta mayor de la iglesia de Santiago, que dirigió la obra de dichos portales desde sus cimientos. En el archivo de Santiago existe un documento del 1168 que atestigua que por entonces ya trabajaba el maestro Mateo en la obra, probablemente en la parte baja del pórtico, porque éste se encuentra sobre una cripta que sirve para ganar el desnivel del terreno por el lado de la plaza. La magnifica portalada no quedaría libre de andamios hasta 1211, en que se consagró la iglesia, pero ha de considerarse obra de fines del siglo XII.

Anunciación a los Pastores en la colegiata de San Isidoro (León). En este detalle de las pinturas al fresco se ve como un ángel anuncia a los pastores el próximo nacimiento de Jesús. Cabras y ovejas completan una composición de gran vivacidad y colorido. 

Todo el trabajo responde al mismo estilo, y aunque se distinguen partes que no tienen la calidad de otras, predomina la inspiración del maestro director. No es un mosaico de diferentes estilos; la composición y el detalle del Pórtico de la Gloria tienen una homogeneidad que sólo puede resultar de una mente rectora, reconocida y admirada por sus colaboradores y discípulos. Se encuentran en el Pórtico de la Gloria perfección y serenidad clásicas; hasta se puede hablar de helenismo; tal es la perfecta proporción y elegancia de detalle. La obra está tallada en el granito más duro, que iba policromado, y aunque la policromía fue restaurada en el siglo XVII, se mantuvo al refrescarla la misma gama de colores.

Panteón Real, en la colegiata de San Isidoro (León). Es el monumento más importante de la pintura románica de la España Occidental. Las bóvedas · fueron decoradas en el siglo XII con escenas de un vigor extraordinario, sobre fondo blanco.

Claustro de la iglesia de San Pedro el Viejo, en Huesca. Construido sobre una primitiva iglesia mozá­rabe, es un ejemplo del arte románico provincial que da una maravillosa lección de escultura a través del excelente ciclo iconográfico de sus capiteles.

Este asombroso conjunto está estilísticamente situado en la frontera entre lo románico y la derivación hacia la sensibilidad propia de lo gótico. Así, en el tiempo en que se labró el Pórtico de la Gloria, Compostela era una ciudad llena de entusiasmo artístico y religioso, rebosante de espíritu y en comunicación intelectual con los centros más avanzados de Occidente.

La policromía del Pórtico de la Gloria nos advierte que esta escuela hispánica escultórica iría acompañada de otra pictórica. Al igual que en Francia, la pintura mural románica en España ha llegado fragmentaria, y casi todo lo conservado de ella está en iglesias rurales de poca importancia. Son aquellas que, por no disponer de recursos, no fueron limpiadas y decoradas con los estilos de épocas posteriores. Sin embargo, los pocos fragmentos conservados de frescos románicos en Castilla, León y Galicia bastarían para asegurar que había composiciones mucho más importantes. En contraste con Cataluña, aquí poca pintura mural románica se ha conservado.

Claustro del monasterio de San Juan de Duero, en Soria. La estructura de este recinto cuenta con cuatro tipos de arcos que se agrupan en los ángulos: romá­ nicos de medio punto con capiteles vegetales al noroeste, arcos apuntados de herradura sobre columnas dobles al nordeste, arcos calados entrecruzados y secantes sin capitel en el sudeste, y arcos calados entrecruzados y tangentes en el sudoeste.  

Portada del monasterio de San Salvador de Leyre, en Navarra. Fuertemente influida por los modelos franceses, Navarra fue una de las regiones españolas más ricas en escultura románica. El monasterio cisterciense, que data del siglo XII con modificaciones posteriores de los siglos XVII y XVIII, es una obra monumental, considerada la cumbre del primer romá­ nico navarro y el más antiguo que subsiste de los que siguieron la regla de Cluny.

Más adelante se hará mención de lo más destacado, pero ya ahora hay que adelantar que uno de los mayores conjuntos monumentales de pintura decorativa románica se ha conservado en las bóvedas y los muros del panteón de los Reyes, en la colegiata de San Isidoro de León. Es una construcción imponente, de dramática solidez, dividida en seis tramos por gruesas columnas. Las seis bóvedas están decoradas con frescos, que deben de datar del reinado de Fernando II, a mediados del siglo XII.

Por ellos se aprecia lo que sería la pintura decorativa contemporánea de la “escultura de la peregrinación”, y no ya en una iglesia rural, sino en una construcción monárquica, urbana y espléndida. Los asuntos, poco originales, son pasajes bíblicos: se los encontrará en las miniaturas característicamente hispánicas.

Otro foco bien característico de escultura románica española arcaica se centró a partir del siglo XI (sobre todo en sus últimas décadas), en la pequeña corte pirenaica aragonesa de Jaca. Las obras más destacadas de esta incipiente escuela de Aragón, que dentro de su ingenuo primitivismo sobresalen por su recio sabor, son los tímpanos de las portadas de San Pedro el Viejo, en Huesca, los capiteles, tan expresivos, que adornan su claustro, y los relieves y capiteles de San Juan de la Peña. Todas estas obras escultóricas denotan un enlace innegable con la escultura del Languedoc, de resabios clásicos, y la variada iconografía que muestran los capiteles de San Juan de la Peña y de San Pedro de Huesca es, muy probablemente, de origen tolosano.

Castillo de Loarre, en Huesca. Situado sobre un peñasco, es el castillo fortificado más antiguo de España y el que mejor conserva su primitiva estructura románica (siglo XI). Alberga en su interior una iglesia muy notable dedicada a San Pedro. El castillo aún conserva la muralla casi completa con los torreones semicirculares de defensa.

Hay que referirse aquí a un monumento excepcional por su singularidad: el gran claustro anejo a la iglesia de San Juan de Duero, en Soria (templo que perteneció a la Orden Hospitalaria de San Juan), con su variedad de arcuaciones en sus lados, dos de ellos con arcos árabes de herradura cruzados, que sugieren una directa influencia, no hispanoárabe, sino más bien de formas propias del Próximo Oriente. Se mencionará también aquí algo de lo más importante del primer románico de Aragón y Navarra.

En Navarra, debe destacarse, asimismo, el monasterio de Leyre, la portada de Santa María la Real de Sangüesa, los restos románicos de la catedral de Pamplona, la iglesia circular de Eunate, la de San Miguel de Estella y la Colegiata de la misma ciudad; en Aragón, la catedral de Jaca, el conjunto imponente del Castillo de Loarre, con su iglesia, además de San Juan de la Peña y San Pedro el Viejo de Huesca.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.


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