Punto al Arte: El renacimiento carolingio

El renacimiento carolingio

Todo lo que quedaba en Occidente de tradición clásica, lo que aportaron las razas germánicas, los recuerdos célticos de la Iglesia de Irlanda, se acumularon en la corte de Carlomagno, el gran promotor de la cultura medieval del continente. Puede decirse que desde entonces la civilización europea siguió una marcha ascendente, y es curioso poder apreciar, en el Arte, la mezcla o superposición de las diferentes estirpes que contribuyeron a formarla. Por de pronto, el emperador y sus barones, los grandes magnates de la corte, sus ministros y dignatarios son de raza germánica en su mayoría, poco imbuidos de ciertos principios de la cultura clásica. El monarca de los francos era todavía un jefe bárbaro, como Teodorico o Khindasvinto; y, aunque como ellos se esforzaba por despojarse de sus raíces culturales, en el fondo era sólo un guerrero germánico ávido de asimilarse aquella civilización antigua que reputaba como superior.

⇨ Sección de la Capilla Palatina (Catedral de Aquisgrán, Alemania). Levantada en los últimos años del siglo VIII por el arquitecto Eudes de Metz y consagrada por León III en el año 805, sigue el estilo románico derivado de la iglesia de San Vital de Ravena, por lo que se puede apreciar en la forma de sus bóvedas y pilares. 







⇨ Planta de la Capilla Palatina (Catedral de Aquisgrán, Alemania). De estructura octogonal centralizada y abovedada, típica de las iglesias bizantinas que la precederían, la capilla fue erigida cuando el emperador Carlomagno tomó la ciudad en calidad de rey de los francos. 



Las circunstancias de su época y el empeño del Papa, que necesitaba un campeón para defender la Iglesia de los ataques de los longobardos, que destrozaban Italia, hicieron de Carlomagno la figura principal de Occidente.

Italia estaba exhausta, Roma era sólo un fantasma que recordaba vagamente su pasada grandeza, y las demás provincias eran igualmente impotentes para reorganizar un régimen político que sustituyera al de los romanos y bizantinos. El norte de África y España habían caído en poder de los árabes, y sólo algunos obispos españoles de la Iglesia visigoda, como Teodulfo, corrieron a refugiarse al lado del nuevo emperador; poco podía esperarse de la recién cristianizada Germania, y por esto Carlomagno llamó a su alrededor a misioneros anglosajones y a celtas irlandeses, los únicos que conservaban suficientes conocimientos de las letras sagradas para ser los pedagogos del segundo Imperio romano. El más conocido de todos los ministros de Carlomagno, su amigo predilecto, el inspirador de todas las reformas de instrucción y de muchas de sus iniciativas artísticas, era un monje anglosajón educado entre celtas: Alcuino de York, cuya correspondencia con el emperador testifica el colosal empeño que ambos pusieron en restaurar la cultura occidental. Así como Teodulfo era visigodo y Alcuino anglosajón, Eginardo era teutón, como Angilberto, y otros consejeros y ministros eran italianos. La corte de Carlomagno, pues, como la de la antigua Roma, se convirtió en una sociedad internacional, cuyo arte revela la intersección de diferentes culturas.

⇦ Reconstrucción ideal de la Capilla Palatina (Catedral de Aquisgrán, Alemania). Carlomagno pretendía hacer de Aquisgrán una segunda Roma, por lo que mandó traer los materiales para su construcción desde la propia capital italiana. De la enormidad del conjunto tan sólo se conserva la capilla del palacio, emplazado en este punto de la Renania del Norte Westfalia, por sus aguas termales y por la caza de los alrededores. 



La obra arquitectónica más interesante construida por el emperador a fines del siglo VIII, y que se conserva todavía casi intacta, es la capilla de su Palacio Imperial en Aquisgrán, en la orilla derecha del Rin, cuya planta y trazado fueron copiados de los de San Vital de Ravena. Dedicada a Santa María, su planta conforma un octógono, con su cúpula central: pero ésta, en lugar de estar construida con materiales ligeros de alfarería, como era la obra bizantina de San Vital, se hizo de piedra, y por ello no puede ser tan elevada. La nave octogonal que la rodea ha de servir también de contrafuerte al empuje de esta masa central y necesita bóvedas pesadas. En cada ángulo del octógono hay un pilar macizo, y arcos subdivididos por columnas en los pisos superiores. Las bóvedas estaban cubiertas de mosaicos; es muy posible que el emperador hiciera venir artistas bizantinos para cubrir de doradas vestimentas el cascarón frío de la bóveda hemisférica.

Durante las largas temporadas que pasaba Cariomagno en Aquisgrán acostumbraba practicar sus diarias devociones en esta iglesia: allí fue enterrado, y allí estaba su sepulcro antes del bombardeo de 1944. La iglesia estaba unida al palacio por un pórtico, en donde había expuestos despojos artísticos de las provincias conquistadas. Entre ellos llamaba la atención un águila de bronce coronada, con las alas extendidas, y la estatua ecuestre de Teodorico, traída de Ravena.

Interior de la Capilla Palatina (Catedral de Aquisgrán, Alemania). Con una planta octogonal en su interior y hexagonal en el exterior, y con un deambulatorio entre una y otra alrededor del espacio central, cubre la estancia una alternancia de bóvedas de arista y una arcada decorada con rasgos que posteriormente serían imitados por todo el arte carolingio. 
Carlomagno prefería Aquisgrán a las demás residencias de los monarcas francos, porque tenía aguas termales y quedaba al centro de su vasto Imperio, después de haber conquistado a Italia y Sajonia. Durante los largos períodos que permaneció en Aquisgrán, Carlomagno se preocupó en embellecerla, hasta el punto que los escritores de la época la califican de segunda Roma. Mas por los mismos escritos contemporáneos se comprende que el real de Aquisgrán no pasó de ser una granja regia de grandes dimensiones. Los diversos servicios estaban en pabellones aislados, que se comunicaban mediante pórticos de soportales de madera. El Aula Regia, donde el emperador daba audiencias y recibía embajadas, comía y dormía, era de dos pisos con solaríos o balcones a cada extremo.

Los cronistas contemporáneos recuerdan también construcciones de interés general debidas a la iniciativa de Carlomagno, como el colosal puente sobre el Rin, en Maguncia, y el canal, que no se terminó, destinado a unir el Rin y el Danubio. Aunque algunos ministros y colaboradores también imitaron el ejemplo de su emperador, como es el caso de Teodulfo, el obispo de Orleans, que construyó en Germigny-des-Prés una iglesia con una pequeña cúpula alta sostenida sobre cuatro pilares y las naves a su alrededor, consagrada en 806.

⇨ Puerta de la Capilla Palatina (Catedral de Aquisgrán, Alemania). Presuntamente, la cabeza de león esculpida en bronce que se encuentra en la puerta de entrada fue encargada a algún artista extranjero. Enmarcada con una borla que imita la ornamentación escultórica antigua, recibe al visitante con escrutadores ojos fríos.



Con todo, el personaje más influyente en la restauración literaria y artística intentada por Carlomagno fue Alcuino, que, si bien anglosajón, había sido criado y educado en la escuela de la catedral de York, cuya cultura derivaba de la de los benedictinos llegados a Inglaterra con San Agustín de Canterbury.

   Ya se ha dicho que la capilla palatina de Aquisgrán era imitación de la capilla palatina de Ravena, romanobizantina; la iglesia de Germigny-des-Prés tiene reminiscencias visigóticas; la presencia en Aquisgrán de Alcuino y otros compañeros suyos, celtas y anglosajones, tenía que contaminar el gusto de los entrelazados geométricos a la decoración carolingia. Esto es: elementos de Italia por el Este, de Hispania por el Sur, de Britania por el Norte... Por el sector del Oeste, el Imperio carolingio recibió la cuarta contribución: la puramente germánica de las obras construidas en madera con altas torres, a menudo pintadas de colores vivos. Esta clase de estructuras estuvo en boga durante los siglos siguientes, y permitió levantar con gran economía monumentos que sólo tenían de obra de mampostería las paredes, ya que las partes altas eran enteramente de leño.

⇦ Oratorio de Teodulfo (Germigny-des-Prés, Loiret). Levantado por orden del obispo Teodulfo, uno de los más doctos consejeros de Carlomagno, a principios del siglo IX, presentaba originariamente una planta en forma de cruz griega, aunque el ábside fue suprimido durante la reconstrucción sufrida tras el incendio de los normandos en el año 854. La configuración final de la sección es una desfiguración de la armonía primigenia de su arquitectura.



   Así era la iglesia de la abadía de Saint-Riquier en Centula, construida por Angilberto, y comenzada en 790 con planta cruciforme y un segundo crucero a los pies de la iglesia. El conjunto estaba flanqueado por cuatro torres cilíndricas. Estas obras de material leñoso fueron después traducidas, en lo posible, a la obra de cantería; pero su carácter se mantuvo, y esto explica la abundancia de pórticos con torres y cimborrios que encontramos en los edificios prerrománicos de la región del Rin. Especialmente características son las masas arquitectónicas colocadas en el extremo oeste, sobre la fachada de las iglesias. Estas Westwerke, como las llaman los arqueólogos alemanes, parecen derivadas de la estructura primitiva de Centula. Un ejemplo de Westwerk carolingia puede verse todavía en la iglesia abacial de Corvey, en el Weser (Alemania), construida entre 873 y 885.

En las provincias orientales del Imperio carolingio, más cercanas a los territorios bizantinos, aparece dominante la influencia del arte cristiano de Constantinopla. Esta penetración bizantina en un medio germánico se advierte claramente en los monumentos de Cividale del Friul, el antiguo Forum Julium de los romanos, que en tiempo de los longobardos fue capital de un ducado extenso y después uno de los más grandes feudatarios del emperador.

Capilla del Oratorio de Teodulfo (Germigny-desPrés, Loiret). Famoso por contener el único mosaico ca rolingio con fondo de oro de Francia, el oratorio del obispo de Orleans presenta asimismo detalles carolingios en los arcos de las columnas que sostienen la capilla. Pese a que los mosaicos y las esculturas quedaron relegados a un segundo plano decorativo en el arte carolingio, los capiteles adoptarían formas clásicas, pero sustituyendo la economía de la piedra por el mármol habitual. 
Un monumento bárbaro o germánico se conserva aún intacto en Cividale. Es un baptisterio quemandó construir el obispo teutón Sigualdo. Tiene sus altares y fuentes bautismales llenos de relieves, con símbolos y entrelazados bárbaros. Poco posterior al baptisterio de Sigualdo, otra pequeña iglesia dedicada a Santa María está cubierta de estucos, donde domina la influencia bizantina. Acaso por estar en un lugar tan lleno de recuerdos bárbaros, estos estucos de Santa María resaltan con encanto extraordinario. Encima de la puerta hay un friso de vírgenes, con túnicas plegadas, rectas, hermosísimas, tres a cada lado de un nicho, con una figura sentada de obispo que se distingue en la penumbra. La archivolta de encima de la puerta está decorada con un friso de cepas; los bellos pámpanos, estilizados y finos, repiten ordenadamente sus curvas simétricas sin la profusión de la decoración céltica ni la complejidad de la decoración teutónica. 

Sin embargo, confiada principalmente en Germania la obra de la civilización a los misioneros irlandeses, los grandes centros de la actividad y de la ciencia carolingia debían de ser los conventos fundados o reformados por los apóstoles de la Iglesia céltica. Los más famosos eran el de Fulda, en el Rin, donde estaba el sepulcro de San Bonifacio, apóstol de los pueblos germánicos, que había fundado la primera iglesia de Fulda en 742; el de Reichenau, en el lago de Constanza, y el de Saint-Gall, en Suiza. Poco queda de los edificios originales de estos centras de civilización europea durante la época carolingia, mas podemos juzgar el espíritu que los animaba por los tesoros literarios que contenían sus preciosas librerías y que enriquecen hoy las modernas bibliotecas.

Arca de la Alianza (Oratorio de Teodulfo, Germigny-des-Prés). El mosaico que decora el ábside del oratorio es el único del que subsisten elementos originales, aunque se cree que en un principio fue traído desde Ravena. El Arca de la Alianza aparece protegida por la mano de Dios y por cuatro ángeles custodios. 
La segunda iglesia de Fulda fue construida bajo el abad Rugiero, con el deliberado propósito de levantar al norte de los Alpes una réplica de la basílica de San Pedro de Roma. Al oeste de la nave central se construyó otro ábside para contener las reliquias de San Bonifacio. Esta iglesia, comenzada hacia 802, fue consagrada en 819, aunque en 812 los monjes habían suplicado a Carlomagno que obligara al abad a suspender las obras porque "las enormes y superfluas construcciones y todas las demás necedades (inutilia opera) fatigaban indebidamente a los hermanos y habían dejado a los siervos exhaustos". Desgraciadamente, la actual catedral de Fulda, del siglo XVIII, construida en el emplazamiento de la gran iglesia carolingia ha impedido que este fantástico monumento llegase hasta nosotros, pero su planta nos es conocida fuera de toda duda gracias a las excavaciones practicadas.

Westwerk de Corvey (Westfalia, Alemania). Esta antigua abadía de fundación carolingia, datada en el siglo IX, era una construcción de planta cuadrada dispuesta en dos pisos, que se levantaba en el extremo occidental de muchas iglesias carolingias y al mismo tiempo les servía de fachada. Éste es el único que se conserva en la actualidad y está dedicado a San Miguel. 
Del monasterio de Saint-Gall, fundado por monjes irlandeses en 614, tenemos un documento único en su género, un plano, y es posible que sea el mismo que Eginardo mandó al abad a quien Carlomagno encargó la reconstrucción total del edificio. Este plano muestra la distribución del monasterio, con sus dependencias y situación relativa, y además enseña rebatido el aspecto de ciertas partes, como los arcos del claustro, que se ven de me - dio punto y con un arco mayor en el centro de cada una de las alas. La iglesia tiene ya dos ábsides, y hay dos torres de campanas, como en Centula, lo cual hace creer que serían de madera, pues de otro modo no se habrían prodigado. En el crucero, las paredes más gruesas parecen indicar el basamento de otro par de torres. El plano va anotado con indicaciones del servicio que cumplía cada tina de las dependencias.

Procesión de vírgenes y mártires (Oratorio de Santa Maria in Valle, Cividale del Friul). El célebre interior del oratorio muestra su exquisita decoración carolingia en estuco, casi abstracta en los arcos pero figurativa en las majestuosas santas y mártires. Su datación es incierta y se fija entre los siglos VIII y x. En cambio, las pinturas son indudablemente del siglo XI. 
La escuela de los monjes irlandeses o británicos llegó a influir en todo el arte de la Orden benedictina. Hasta la casa matriz de Montecassino se halló pronto saturada del gusto céltico, y desde ella, a su vez, el estilo peculiar del arte de la Iglesia irlandesa, con su complicación ornamental de entrelazados y remates zoomórficos, se extendió por la Italia Meridional. Montecassino, debido a su situación entre Roma y Nápoles, con histórico prestigio, irradiaba los gustos y las ideas de los monjes irlandeses a todas las demás abadías benedictinas del mundo, y así llegó a caracterizarse el estilo de la Orden como derivación del arte celta de los conventos de la verde Erín

⇨ Planta de la iglesia de la Abadía de Fulda (Hesse, Alemania). Fundada por San Bonifacio en el año 819, enterrado en la cabecera del templo, presenta un transepto y un ábside tan desarrollados que rompen con el eje longitudinal habitual de las iglesias. Los monjes de Fulda quisieron imitar la iglesia de San Pedro de Roma construyendo un edificio de ábsides contrapuestos, orientado al este para el cu lto parroquial. Por su estrecha relación con los pontífices de Roma, sucesores directos de San Pedro, el monasterio de Fulda se convirtió en uno de los principales centros de difusión de la vida religiosa y espiritual de la cultura cristiana en Europa. 

Pero en Montecassino, por su situación, ocurrió lo mismo que en Cividale. La gran abadía abandonó el arte carolingio y acudió a Bizancio nuevamente, para aprender en aquella perpetua escuela del arte de los siglos medios. Al debilitarse el Imperio franco con los sucesores de Carlomagno, Constantinopla recobró su predominio y a ella fue en busca de artífices el abad Desiderio cuando, en el ano 1065, quiso restaurar la abadía. Contratados en Bizancio, fueron a Montecassino el escultor Oelintus, el arquitecto Aldo y el pintor Baleus, quienes, terminado su encargo principal, construyeron, pintaron y esculpieron por la región de la Italia Meridionl,t como dice la crónica, per castella et eremos

Interior del oratorio de Santa Maria in Valle (Cividale del Friul). En este detalle del marco que envuelve las representaciones del altar del templete longobardo se pueden apreciar la intrincada decoración floral y frutal abstracta que rompe con el esquematismo habitual del arte carolingio.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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