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El arte islámico del norte de África

Mausoleo de ldris II (Fez, Marruecos). Este espacio sagrado es
uno de los monumentos religiosos más visitados del país, si-
tuado en pleno corazón de la medina.

Con la dinastía omeya llega uno de los períodos de mayores conquistas del Imperio musulmán y, entre ellas, destaca la sumisión del norte de África, territorio en el que rápidamente se comienzan a erigir construcciones islámicas. Expresar el poder ha sido siempre uno de los objetivos prioritarios de la arquitectura de los imperios, y este anhelo en el Islam se hace evidente en la profusión de mezquitas y edificaciones militares que aparecen en los actuales territorios de Marruecos y Túnez durante el mando de los Omeyas.

Más adelante, mientras se produce la decadencia del califato abasí surgen en Marruecos varios poderes locales, como los idrisíes (788-974), dinastía fundada por ldris I, mientras que en Túnez asumen el gobierno los aglabíes, quienes fijan su capital en Kairuán, ciudad que se convierte muy pronto en uno de los núcleos comerciales más importantes del mundo islámico. A su alrededor, los aglabíes construyen ciudades residenciales y administrativas, quizás para proteger la principal metrópolis del momento. La arquitectura aglábida se caracteriza por la persistencia de elementos abasíes, muy visibles en las plantas, en los materiales constructivos y en la decoración.

La Gran Mezquita de Kairuán, levantada hacia el año 836, consiste en un amplio espacio rectangular dividido por hileras de columnas, que sirvió de modelo a numerosas construcciones posteriores, como la mezquita de Sfax.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

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