Los
etruscos conservaron siempre un sello de la cultura griega jónica, que se
manifiesta en su forma típica de enterramiento por sarcófagos, aunque en sus
primeros tiempos en Italia se valieron también de las urnas.
Las tumbas son de varios tipos, pero dominan
las excavadas en la roca; otras tienen forma exterior de túmulo sobre un alto
basamento circular, moldurado. Es un tipo de sepulcro que se perpetuará en
Roma.
A las tumbas etruscas se debe la mayor parte
de la información acerca del arte de ese pueblo. Ofrecen la disposición de una
gran cámara sepulcral (a veces radialmente distribuida en varios huecos), a la
que se accede mediante un corredor o galería . Tanto si esta cámara es
resultado de la excavación en un muro rocoso como si se ha construido en un
llano con cantos labrados y losas, para ser recubierta externamente por un
montículo de forma cónica, su aspecto interior es el de una vivienda cuya
techumbre conserva la estructura típica de las edificaciones de madera.
Cuando la cámara sepulcral era muy vasta, se
la apuntaló mediante pilastras talladas en forma de soportales. La ornamentación de estas
pilastras permite seguir su evolución estilística. Algunas se ajustan a un
estilo dórico muy sumario; otras presentan señales bien visibles de
orientalismo jónico, con el empleo del primitivo capitel de aquel estilo,
constituido por dos grandes volutas divergentes.
En general, esta forma que los etruscos
adoptaron tan a menudo, durante la época de su mayor florecimiento político,
para la edificación de sus mausoleos, mediante el empleo de grandes losas y
pilastras de piedra, parece sugerir, de un modo bastante claro, afinidad con el
estilo que evidencian ciertas formas de cámara sepulcral colectiva propias de
algunas regiones históricas del Asia Menor.
No fue éste, en todo caso, un procedimiento
que estuviese en uso, por lo que se sabe en la actualidad, entre los griegos de
la Grecia continental europea, contemporánea de aquellos etruscos que tales
tumbas construyeron en el centro de Italia.
Es lícito ver en esto, pues, un síntoma
bastante demostrativo de orientalismo, que mal se conjuga con la teoría
sustentada por buen número de etruscólogos italianos y que aspira a explicar
íntegramente el desarrollo de la civilización etrusca como resultado de un
proceso histórico-cultural que es de características exclusivamente itálicas.
En varios casos, el interés que para el
arqueólogo ofrece este tipo de grandes sepulturas viene acrecido todavía por su
valor como documento, ya que tales tumbas hipogeas permiten colegir con
bastante claridad cómo debieron de ser las casas etruscas. Porque conviene
advertir que de tales casas únicamente se ha conservado, en los mejores casos,
la traza de sus cimientos, a consecuencia, sin duda alguna, de haberse
edificado tales viviendas con materiales que resultaron poco adecuados para
resistir bien los embates del tiempo, sumándose a los destrozos ocasionados por
las guerras.
Así pues, la disposición adoptada en la
planta de algunas de estas tumbas etruscas permite deducir la existencia, en la
típica vivienda de este pueblo, de un elemento que subsistirá, mucho más tarde,
como parte esencial de la casa romana: el atrium,
o espacio central a modo de patio, que en aquellos sepulcros se halla indicado
en forma de una excavación rectangular situada centralmente y limitada por
cuatro o más pilares, y que ofrece en el lado opuesto al acceso a la tumba una
especie de cámara o alcoba que viene a representar, en aquel simulacro de
mansión, lo que en la casa romana será conocido con el nombre de tablinum.
A veces, el tablinum ha adoptado en ciertas tumbas una forma que es bastante
compleja. Así, en una de las sepulturas descubiertas en Caere, y que data del
siglo III a.C., esta parte está dispuesta en forma de tres naves separadas por
pilastras, con una de ellas a modo de cámara, con banco o lecho en su fondo.
También en Caere, la llamada Tumba de los
Escudos, que es un ejemplar de los más arcaicos (ya que data del siglo VII
a.C.), contiene tres pequeños aposentos, con su puerta y sus ventanas que dan
al supuesto atrio central de esta fingida vivienda .
Otras tumbas son de planta circular y con
una sola pilastra en su centro, y contienen urnas cinerarias superpuestas en el
muro, alrededor de toda la cámara.
Dentro de esta misma tendencia, y datado
seguramente hacia fines de la época histórica del pueblo etrusco, existe
también una variante de monumento funerario que se ajusta, en síntesis, a la
misma fórmula que ofrece el sepulcro romano llamado columbarium.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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