Astiages
también gozó de un reinado muy prolongado, como su padre, pues reinó durante
treinta y cinco años, entre el584 y el550 a.C. Esa época, que como se ha visto
sucede a la de las grandes conquistas de los persas, fue de gran prosperidad
económica por la riqueza de los territorios dominados.
Como ya se ha mencionado en las primeras líneas del presente capítulo, el reino persa no tenía una capital concreta, era
una corte itinerante que iba de una ciudad a otras. Aún hoy, no se ha
conseguido saber a qué se debía esta múltiple capitalidad. Los argumentos
prácticos para preferir a una capital estable una itinerante parecen tan
válidos como las razones por fijar una ciudad como el centro político de un
reino. Así que no se conocen dichos motivos aunque éstos parecen apuntar a
razones como la necesidad de control del amplio territorio del reino, los
cambios climáticos o la falta de tradición de una capitalidad en los pueblos
persas. De este modo, las ciudades que compartían el grado de capital eran Susa y Persépolis, de las que, como se verá han quedado interesantes restos
arquitectónicos; Ecbatana y Pasargada, que se convirtieron en las dos primeras
capitales del imperio, y Babilonia, que sería conquistada por Ciro.
Una de las primeras cosas que hizo Ciaxares,
padre de Astiages, al llegar al trono fue la de organizar el ejército para
convertirlo en un arma mucho más eficaz de lo que había sido hasta ese momento.
De este modo, y en aras de dotarlo de una estructura mucho más racional y
acorde a las milicias que poseían otros pueblos rivales, dividió su ejército en
diferentes categorías, como la de los lanceros, arqueros o jinetes, entre
otras, ya que antes sólo formaban una masa desorganizada que debía de resultar
muy difícil de dirigir.
De este modo, el ejército que se encontró al
subir al trono Astiages era una máquina de guerra bien organizada, que se
encontraba diseminada por todo el territorio del reino. Así que había
guarniciones de soldados en los puntos más estratégicos del reino, como la
capital, otras ciudades de gran importancia y zonas fronterizas que podían ser
susceptibles de ser atacadas por otros·pueblos. Inicialmente el ejército estaba
compuesto solamente de soldados persas, pero gracias a las conquistas de otros
territorios, se van incorporando tropas de todo el territorio. Se calcula que
en total había 360.000 soldados, un nú mero más que importante para la época y
la zona a la que se hace referencia, a los que había que añadir, por otro lado,
un contingente no tan importante en cuanto a número pero sí de gran valor: los
mercenarios, entre los que sobresalían los griegos por su gran eficacia.
⇦Pagando tributo, en Takhte Djamshid (Irán).
Detalle de un relieve adosado a las escaleras del palacio de Darío, realizado
hacia el año 490 a .C.,
que representa a un personaje subiendo con una oveja en brazos para rendir
tributo al rey.
⇨ Busto de toro (Musée du Louvre, París). Esta
pequeña escultura de terracota de casi 20 cm pudo servir como complemento ornamental
de alguno de los palacios y templos de la ciudad de Susa. Considerados como un
símbolo de virilidad, los persas solían decorar los capiteles con imágenes de
carneros, toros y jabalíes.
En cuanto a la economía del Imperio persa,
se puede decir que se basaba sobre todo en la explotación de sus recursos
naturales. Trabajaban -la tierra campesinos libres y siervos; la ganadería era
otro de los pilares de la economía, ya que no sólo estaba destinada al consumo
humano, sino que también se criaban animales como medio de transporte y con
fines militares. La pesca era otro elemento muy importante, sobre todo en el
Golfo Pérsico y en los ríos Tigris y Éufrates. La producción manufacturera de
los recursos naturales era la segunda fuente de ingresos de los persas, seguida
del comercio y la actividad financiera. Los tributos e impuestos son los que
acababan de redondear los ingresos que recibía el monarca. Por tanto, no fue un
imperio que dependiera de las materias primas o de la producción de otros
pueblos sino que, aparte de ser un estado fuertemente militarizado y
jerarquizado, disponía de una economía de gran vitalidad.
⇨ Mujer en un
palanquín sobre la grupa de un caballo (Musée du Louvre, París). Esta estatuilla de terracota de
1 5 cm de
alto reproduce una de las técnicas de transporte más habituales para las
travesías cortas durante el período aqueménida.
En el Imperio persa el rey es la máxima
autoridad del Estado y la novedad que este pueblo introdujo era que ya no era
una persona elegida la que tomaba el poder, sino que era la divinidad la que se
lo había otorgado. De esta forma, y a diferencia de lo que ocurría en otros
pueblos o de lo que sería característico en el Imperio romano, el rey, era
representación del dios omnipotente en la tierra. Por otra
parte, como era necesario en una sociedad compleja como la persa, que, además,
había ampliado sus fronteras de una forma importante, el Imperio tenía un
aparato burocrático muy desarrollado, que le permitía controlar con gran
efectividad las cuentas del estado así como mantener la preponderancia del
poder del rey.
La administración central estaba en manos de
aristócratas, normalmente de origen iranio, que, como es lógico, por compartir
el mismo territorio de origen eran en los que más podía confiar el rey. Por lo
demás, el resto de los funcionarios acreditaban un origen variado y eran de
diferentes nacionalidades; así, entre los escalafones menos elevados de la
administración persa había babilonios, judíos, egipcios e incluso griegos.
Astiages, como ya se ha señalado, casó una
de sus hijas, Mandane, con un noble persa, Cambises, de cuyo matrimonio nació
Ciro que ocuparía, como príncipe vasallo, el gobiemo de Elam y Persia. La
infancia de Ciro tiene ciertas reminiscencias de leyendas propias de héroes de
diversa índole como Moisés, Edipo, Rómulo. En el año 560 a .C. Ciro sucede a
Cambises, y en el550 a.C. Ciro se subleva contra el poder central apoyado por
la mayor parte de la nobleza que cree poder recobrar así sus antiguos
privilegios. De este modo, el reino medo sucumbe ante los persas, después de
haber dominado Asia durante 128 años.
⇦ Ánfora (Museo Nacional de Irán, Teherán). Este pequeño recipiente podía
contener aproximadamente hasta un litro. Las asas son dos trabajadas figuras de
macho cabrío levantados que se sostienen sobre sus patas delanteras en la boca
del ánfora. El acabado formal en espiral de muchos de estos objetos de uso
doméstico sirvió de modelo para algunas de las esculturas fálicas de la estadounidense
Louise Bourgeois.
La
caída inesperada de Nínive, el año 612 a .C., aniquiló en un momento el poder de
Asiria, concentrado exclusivamente en la capital. Pero el
mundo oriental no podía vivir sin un señor. De momento, Babilonia y Egipto
restauraron sus antiguos imperios, y ya hemos visto que hubo un verdadero
renacimiento artístico babilónico en tiempos de Nabucodonosor y que en el valle
del Nilo tuvo lugar la restauración del arte nacional por los príncipes saítas.
Pronto el recuerdo de Nínive debía despertar las ambiciones del más fuerte.
Este nuevo señor, el Gran Rey ,
habitaría en las altas montañas del Irán, que cierran la Mesopotamia y por el
Sur se extienden hasta el océano Índico.
La formación del nuevo Imperio de los persas
aqueménidas fue rápida y sin dificultades, ya que Asiria había acostumbrado a
los pueblos a vivir en la
esclavitud. De momento, las tribus medas, que descendiendo al
llano habían ayudado a los escitas a saquear e incendiar Nínive, recogieron su
parte del botín y, con ayuda del prestigio logrado, formaron el primer núcleo
de un Estado conquistador. Más tarde, las principales familias persas, fuertemente
agrupadas en torno de su monarca Ciro sojuzgaron a sus confederados, los medos,
y todo Irán obedeció a una sola cabeza. Ciro, el primer aqueménida, conquistó
ya Babilonia en el5 39 a .C.
, y el hijo de Ciro, Cambises, en 5 25, humilló nuevamente a Egipto con la
dominación extranjera. De esta forma, se puede afirmar que llegados a estas
fechas, el Imperio persa era una verdadera potencia.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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