Como se verá a
continuación, los grandes santuarios panhelénicos se convirtieron en los siglos
VI y V a.C. en importantes centros sagrados y artísticos, a la vez que la
escultura griega intentaba superar los rasgos que, a la luz de los
conocimientos que se tienen en la actualidad, transmiten un aire de arcaísmo y
simplicidad que es, al mismo tiempo, la belleza del testimonio de una época.
Asimismo, durante este primer clasicismo empezaron a destacarse los nombres de
algunos artistas -es el caso de Mirón y Policleto-, que reclamaban, con su
personalidad y originalidad, mayor protagonismo como creadores.
Metopa
del templo de Zeus, en Olimpia
(Musée du Louvre, París).
Detalle de la
metopa hallada en 1892 por
arqueólo-
gos franceses y fechada
hacia el año
450 a.C. con la
representación de Atenea.
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Por otro lado, si en la escultura se
observan sin ninguna duda claros progresos en la técnica, la pintura de aquella
época era algo más sencilla y su evolución, más lenta. Aunque también es justo
señalar que otras artes, como la cerámica con sus fascinantes siluetas negras,
mostraban gran brillantez, si no en el dominio técnico, que aún habrá de
mejorar, sí en su capacidad para representar escenas de la vida cotidiana y de leyendas heroicas.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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