En
el año 612 a.C., Nínive fue destruida por los ejércitos aliados de babilonios,
medos y escitas. Con ello se abre un nuevo período que los arqueólogos han
llamado neobabilónico, puesto que tuvo su capital en la vieja ciudad de
Hammurabi, destruida por Senaqueri . Durante ochenta y ocho años, hasta el
incendio y destrucción definitiva de Babilonia por los persas de Ciro, se
sucedieron seis reyes en su trono. Los dos primeros, Nabopolasar y
Nabucodonosor, levantaron una nueva Babilonia, metrópoli magnífica y
esplendorosa, en el mismo lugar que había sido asolado por la rabia destructora
de Senaquerib.
El rey que inició esta última dinastía
fue Nabopolasar (625-605 a. C.), que continuó luchando contra Asiria, potencia
que no se resignaba a perder el sur de Mesopotamia. A su muerte le sucedió su
hijo Nabucodonosor II (604-562 a.C.), uno de los reye s más famosos de la
Antigüedad por reunir excelentes dotes militares, administrativas y políticas,
y, sobre todo, por los relatos aparecidos en la Biblia.
Durante el reinado de Nabucodonosor, y
antes en el de su padre, Nabopolasar, la agricultura y el comercio de la nueva
Babilonia alcanzaron un notable desarrollo y se convirtió en uno de los centros
más importantes de Mesopotarnia.
El Imperio babilónico llegó
definitivamente a su fin con el hijo de Nabónido (555-538 a. C.),
Bel-sharra-usur (Baltasar), el último rey de la dinastía babilónica antes del
dominio persa acaecido a partir del 539 a. C.
Fuente:
Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat.
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