El
arte de los etruscos plantea algunos enigmas que no han podido todavía
aclararse. Su situación de dependencia con respecto al arte griego es, sin
embargo, evidente; en efecto, durante cerca de siete siglos estuvo supeditado al
arte jónico del Asia Menor, o fue intensamente influido por el arte de Corinto
y del Ática, y por el arte helenístico, finalmente, y todas estas facetas
artísticas griegas le suministraron fórmulas fructíferas, en especial por lo
que respecta a la arquitectura, cerámica y artes plásticas.
Azares que dependen del curso de la
historia impidieron al pueblo etrusco desarrollar por completo sus posibilidades.
Pudo en sus días de mayor poderío adueñarse de Roma, en el siglo VI a.C., y
dejar sobre aquella ciudad, en trance aún de organizarse, el sello de algunas
de sus características, y es seguro que por entonces aquella raza se creyó
capaz de imponerse a los demás pueblos de Italia. Al no poder conseguirlo,
encerrada en sí misma, trató de resistir a la hegemonía romana, y, una vez
sojuzgada, mantuvo aún con terquedad su cultura y costumbres, y es
completamente cierto que, con obras de sazonada perfección, logró informar de
nuevo, en algunos aspectos, el arte de sus dominadores.
Aunque hoy algunos les consideran autóctonos
e influidos desde sus orígenes por la "cultura de Villanova", es
opinión generalizada que los etruscos no pertenezcan a ninguna de las antiguas
razas italiotas, y que llegaron a la península durante el siglo IX a.C. No se
pone en duda que llegaron por mar a las costas del Tirreno. Herodoto dice que
procedían del Asia Menor, de la Lidia, según una tradición mantenida por los
propios etruscos. Después de haber costeado muchas tierras, se establecieron en
la costa de la actual
Toscana , territorio al que, por conquista, añadieron la
Umbría; después, hacia el Sur, se extendieron por gran parte del Lacio,
ocupando todo el Oeste de esta parte de Italia, desde el Amo hasta el Tíber.
Alrededor del año 550 a .C. realizaron una nueva
expansión, en dirección meridional, por la Campania; después fundaron colonias
por el Nordeste, y Este, desde Milán a Bolonia. Fue entonces cuando su
incipiente imperio empezó a tambalearse. A la guerra provocada por la
expulsión, de Roma y el Lacio, de la dinastía etrusca a que pertenecían los Tarquinos,
sucedió la campaña en que Aristodemo de Cumas logró destrozar las armas
etruscas por el Sur, al vencerlas en Aricia el SOS a.C. Pocos decenios después,
Hierón de Siracusa las derrotó por mar ante Cumas, y más adelante los
siracusanos privaban a los etruscos de sus dominios marítimos en Córcega y los
de la isla de Elba.
Ya en el año 480 había comenzado la áspera
guerra entre Veyes y Roma, que no terminó hasta el 396, y pocos años más tarde
los galos destruían las colonias etruscas de la región del Po. A comienzos del
siglo IV a.C. sólo les quedaba a los etruscos la región que inicialmente habían
ocupado; pero también este territorio iría cayendo en poder de los romanos
durante el transcurso de los dos siglos siguientes; una a una, las grandes
ciudades etruscas, Caere, Tarquinia, Vulci, fueron conquistadas por Roma. Finalmente,
en el último siglo de la República romana (año 82 a .C.), Sila dominó al
pueblo etrusco, que no tardó entonces en romanizarse.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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