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Artistas de la A a la Z

Jean Bellegambe (h. 1470-h. 1534)


Bellegambe, Jean (Douai, h. 1470 - h. 1534) Pintor francés de asuntos religiosos, trípticos y polípticos, los más importantes de los cuales se conservan actualmente en Douai, Arras, Aix, Lille, San Petersburgo y Chicago. Se le conoció como el «Maestro de los Colores» por la transparencia y la interacción de sus colores. Se le conoce como Jean Bellegambe el Viejo para distinguirlo de sus descendientes, que también se llamaron Jehan.

Biografía

Bellegambe nació y murió en Douai. Era un hijo del primer matrimonio de Georges Bellegambe,​ un ebanista y músico​ que vivía en la calle Fosset-Maugart (rebautizada, en 1862, calle Haute-des ferronniers).​ Nada se sabe de la formación artística de Jean Bellegambe. La primera mención que se conoce de él es un documento de 1504 que lo menciona como un maestro pintor.​ En 1528 era propietario de una casa en la esquina de la calle de la Cloris y calle du Palais.

           
Obra
Anunciación, 1516-1517

Bartolomeo Bellano (1434- h. 1497)



Bellano, Bartolomeo (Padua, h. 1434 -  h. 1497) Escultor y arquitecto del Renacimiento italiano.

Era hijo de un orfebre y estudió con el escultor Donatello (c. 1386-1466). Sus primeras obras documentadas son cuatro relieves en terracota que representan a unos niños, que le fueron encargados en 1460. Una de estas terracotas se conserva en el Museo de Bellas Artes de Lyon. En 1456 ayudó a Donatello en la realización de los púlpitos de San Lorenzo para la Basílica de San Lorenzo de Florencia. En 1467 se encontraba de nuevo en su ciudad natal, donde hizo una estatua en bronce del papa Pablo II, que fue refundida en el año 1798. Andrea Briosco llamado el Riccio (1470-1532) fue uno de sus discípulos.

           
Obra
Madonna con niño, 1450

Cristo como el Redentor sufridor y los ángeles, 1460

Cabeza de un joven o ángel, 1456-1470

Gaspar Becerra (h. 1520-1570)

 

Medallón con la efigie de Gaspar Becerra. Museo del Prado

Becerra, Gaspar (Baeza, h. 1520-Madrid, 1570) Pintor y escultor del renacimiento español con gran influencia del italiano Miguel Ángel.

Biografía

Nació en Baeza en el año 1520. Muy joven se trasladó a Roma, donde se formó como pintor. Colaboró con Vasari en la decoración de los techos de la Cancillería y posteriormente con Daniele da Volterra en la iglesia de la Trinità dei Monti —capilla Lucrecia della Rovere—. El contacto con estos y otros pintores manieristas, así como el estudio de los dibujos de Miguel Ángel, hicieron que su obra sentase las bases del romanismo en las escuelas del norte peninsular durante el último tercio del siglo xvi.

Tras residir durante veinte años en Roma, regresó a España en 1556, un año después se encontraba en Zaragoza y en 1558 se declaró vecino de Valladolid, donde recibió el encargo del retablo mayor de la catedral de Astorga, León, una de sus principales obras. En 1562 fue nombrado pintor de corte de Felipe II, por lo que se trasladó a Madrid. Allí trabajó en las pinturas al fresco del techo de la Torre de la Reina en el Palacio Real de El Pardo con la historia de Perseo, y pintó otros en el Alcázar de Madrid, no conservados. Murió en Madrid el 23 de enero de 1568.


Obra
Cristo yacente

Dibujo para el Tratado de Anatomía
del Dr. Juan Valverde Amuesco

Francisco Becerra (1545-1601)


Arquitectura colonial

Becerra, Francisco (Trujillo, Cáceres 1545 - Lima, Perú, 1601) Arquitecto español que trabajó en América durante el siglo XVI.

La extraodinaria ambición y número de los programas constructivos, llevados a cabo en Indias durante el siglo XVI, fue uno de los motivos que decidieron a muchos arquitectos españoles a cruzar el Atlántico. Becerra fue uno de estos arquitectos, y quizá el más importante de los que trabajaron en América durante este siglo. Ceán lo califica como el mejor arquitecto que pasó a América en el buen tiempo de la arquitectura española.

Inició su formación con su padre, Alonso Becerra. Antes de su marcha sabemos que hace algunas obras en la Península como la iglesia de Herguijuela y otras obras en su ciudad natal.

En 1573 se encuentra en México al frente de las obras de la iglesia del convento de Santo Domingo. Dos años después está trabajando en la catedral de Puebla como maestro mayor. Un informe hecho por el arquitecto en 1584, al referirse a su labor en la catedral de Puebla dice que «la sacó de cimientos y fabricó y traçó de obra de muy buen edificio». Lo cual hace creer como suya la obra de la catedral. Por su semejanza con la de México y por esta afirmación rotunda se plantea el problema de la posible intervención de Becerra en la de México. Sin embargo, lo más lógico es suponer que en Puebla hizo una copia o réplica de la catedral de la capital. La labor del arquitecto se extiende a otros monumentos mexicanos antes de su traslado a América del Sur, en donde trabaja en Quito y Perú.

El virrey del Perú D. Martín Enríquez de Almansa llama a Becerra, que aparece en Lima en 1582, con el fin de llevar a cabo la construcción de las catedrales de Lima y del Cuzco. Las trazas de la primera se deben, por datos documentales, a nuestro arquitecto, que introduce pilares cruciformes en la separación de las naves; en cuanto a la del Cuzco, si documentalmente no se puede atribuir a Becerra, su estructura es idéntica a la de Lima. De manera que o la trazó Becerra, o se imitó la de Lima prácticamente al pie de la letra.


Obras comentadas

           
Galería
Catedral de Lima, 1598

Catedral de Cuzco

Catedral de Puebla, México de Francisco Becerra

 


Iniciada su construcción en 1575 según un proyecto de Francisco Becerra, tiene una gran similitud con la catedral de la capital mexicana. La fachada principal, que se ve en la imagen, está realizada con cantera gris, decorada con detalles de piedra de villerías, y en las portadas están instaladas las esculturas de varios santos.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Catedral de Lima de Francisco Becerra

 


Los muchos terremotos que ha padecido la ciudad de Lima a lo largo de la historia han motivado sucesivas alteraciones en su edificio más emblemático: la Catedral, cuya construcción inicial se remonta a 1535, cuando por orden de Francisco Pizarra se decide erigir la iglesia de la antigua “Ciudad de los Reyes”, y que es terminada tres años después. El edificio era muy sencillo: un templo modesto que consistía en una sola nave cubierta por un simple techo en madera a dos aguas, un coro elevado a los pies de la iglesia y un ábside abovedado en ladrillo.

Algún tiempo después, en 1564, el arzobispo Jerónimo de Loayza decidió realizar otra nueva fábrica a semejanza de la catedral de Sevilla y para ello nombró maestro de obras a Alonso Bertrán. Así, entre 1569 y 1574 se inicia lo que iba a ser uno de los monumentos de mayor escala: la nueva catedral se construiría en piedra proveniente de Panamá, pues la región es una zona desprovista de este material, aunque durante un cierto tiempo debieron paralizarse los trabajos por falta de fondos, que no eran precisamente exiguos teniendo en cuanto las dimensiones del templo.

Es entonces cuando el virrey del Perú, Martín Enríquez de Almanza, convoca, para que se haga cargo de las obras de la catedral de Lima, al maestro extremeño Francisco Becerra, uno de los grandes nombres de la arquitectura española en América. Nacido en Trujillo, Becerra se trasladó a los 32 años a México para hacerse cargo de la iglesia y el convento de Santo Domingo y, una vez establecido en Quito, fue llamado en 1582 para trabajar en Lima. La muerte de su protector al año siguiente no cambió para nada su posición y poco más tarde, en 1584, la Audiencia lo nombró maestro, no solamente de la catedral, sino también de las obras del palacio de los virreyes y de la fortaleza del Callao.

Las obras se prolongaron una vez más. Hubo que demoler lo ya existente y volver a empezar. Sólo la llegada de otro gobernador, Luis de Velasco, en 1596, dio un impulso definitivo a la construcción, que comenzaría en 1598 y que podría inaugurarse, al menos parcialmente, en 1604. Un año más tarde,

Becerra moría en Lima, pero los trabajos continuaron y el tan deseado edificio se estrenó definitivamente en 1622, consagrándose en 1625. Sin embargo, todavía no se había iniciado la fachada que sería proyectada primero por Juan Martínez de Arrona, siendo acabada por Pedro de Noguera, natural de Barcelona, el verdadero introductor del barroco en el Perú.

Becerra concibió nuevos trazados inspirándose en la catedral de Jaén, pero de proporciones más reducidas. De este modo, mantuvo una planta rectangular con ábside cuadrangular dividido en tres naves de la misma altura con filas de capilla laterales a ambos lados.

A pesar de sus sucesivas remodelaciones, el 28 de octubre de 1746 un terremoto provocó enormes destrozos en el templo que obligaron a iniciar una tercera reconstrucción que finalizaría en 1778, fecha en fue reinaugurada por el arzobispo Diego Antonio de Parada. Entre los años 1794 y 1798 fueron construidas las dos torres actuales diseñadas por Luis de Lorenzana. Aunque las obras no acabarían ahí, ya que en 1940 otro devastador terremoto impondría una nueva y última remodelación por parte del arquitecto Emilio Harth-Terré.

Con todo, la catedral de Lima es, a pesar de sus múltiples transformaciones, una verdadera muestra de arte colonial.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Domenico Beccafumi (1486-1551)

Autorretrato

Renacimiento. Cinquecento. Manierismo.

Beccafumi, Domenico (Valdibiena, Montaperti, h. 1486-Siena, 18 de mayo de 1551) Pintor, escultor y versátil grabador italiano, destacado representante del primer manierismo, uno de los más valiosos de la llamada Escuela de Siena. Fue llamado «El Mecarino», «Il Mecherino» y «Mecucio».

Biografía

Infancia y comienzos artísticos

Su padre, Giacomo di Pace, era un labrador al servicio de un señor feudal llamado Lorenzo Beccafumi. Éste, al notar las capacidades del precoz Domenico, se convirtió en su mecenas a fin de obtener obras de arte. Es así que Domenico di Pace fue enviado a estudiar pintura en la ciudad de Siena, donde recibió el apodo de «Il Mecherino», pues uno de sus primeros maestros fue el pintor Giovanni Mecheri. Otros nombres propuestos como maestros del joven Domenico son los de Giovanni di Sandro, del que no se sabe prácticamente nada, y el pintor de frescos Capanna.

En esta primera etapa de sus estudios, recibió los influjos de SignorelliPinturicchio y Perugino, así como fuertes influencias de la pintura florentina coetánea la cual tenía como principales exponentes a Fray Bartolomeo, Mariotto Albertinelli y, sobre todo, Piero di Cosimo.
Entre 1508-1509 Beccafumi marchó por vez primera a Roma con la finalidad de perfeccionar sus estudios. Puede que este primer viaje fuera patrocinado por otros ilustres sieneses que ya trabajaban en la Ciudad Eterna, como su amigo Baldassare Peruzzi o Agostino Chigi. En ese primer viaje adquiere el gusto por el luminismo leonardesco, que ya Giovanni Antonio Bazzi (Il Sodoma) había introducido en Siena. Vasari menciona una fachada realizada en Roma con el blasón del papa Julio II por el joven artista, prueba de que ya había alcanzado un cierto reconocimiento. En 1512 Beccafumi retornó a Siena logrando buenos contratos y celebridad siendo superado en esto sólo por el recién mencionado Sodoma.

Ya en su patria, su primer encargo importante consistió en la decoración al fresco de la Capilla de la Virgen del Manto en Santa Maria della Scala (1513), pinturas de las que apenas queda algún rastro.

La primera obra importante de Beccafumi que ha llegado hasta nosotros es el Tríptico de La Trinidad en el hospital de Santa María della Scala. De este primer periodo son Los estigmas de Santa Catalina (1514-1515), San Pablo en la cátedra (1516-1517, en el Museo dell'Opera del Duomo (Siena) y los frisos realizados junto a Il Sodoma y Girolamo del Pacchia para el oratorio de la iglesia de San Bernardo (1518).

Etapa de madurez

En 1519 efectúa su segundo y tal vez último viaje a Roma, donde profundiza el estudio de los clásicos que se encontraban en el Vaticano; es en este viaje que observa con detalle y aprecia la Capilla Sixtina, que le inspirará profundamente para su segunda etapa más resueltamente manierista.

En su segunda etapa realiza las obras que lanzarían su fama: las pinturas en el Palazzo Pubblico de Siena, los frescos denominados Alegoría de La Justicia y Decapitación de Cassius en la Sala Consistorial. Sin embargo, uno de los trabajos por el cual Beccafumi resulta más conocido son los 35 mosaicos del pavimento en el Duomo de Siena, pavimento que realizó entre 1517-1546. Para la realización de tal pavimento fueron convocados durante casi dos siglos los mejores artistas italianos, y Beccafumi aquí resultó el más destacado. En este pavimento se observa cómo Beccafumi hace innovaciones técnicas, por ejemplo en las figuraciones dedicadas a Elías, Moisés, Ajab y Melquisedec.

En 1542 tal vez vuelve a estar en Roma, pues parece asistió a la primera reunión de la Accademia dei Virtuosi del Panteón, que se celebró el 1 de enero de 1543. En todo caso, volvía a estar en Siena en 1544.

Otras de sus grandes obras son el tondo de La Sagrada Familia (Palacio Pitti de Florencia), el retablo y los frescos del Palacio Comunal de Siena, el tríptico de La Trinidad, La natividad de La VirgenEl descenso al Limbo y San Miguel Arcángel (todas actualmente en la Pinacoteca Nacional de Siena), Tanaquil (Galería Nacional de Londres) y San Bernardino de Siena orando (Louvre).

La merecida fama adquirida por Beccafumi hizo que Carlos I de Inglaterra enviara sin éxito emisarios para adquirir los cartones con los esbozos del pavimento del Duomo de Siena; en la actualidad algunos de estos esbozos se encuentran en el Instituto de Arte de Siena.

Para la visita que Carlos V realizara a Siena, Beccafumi construyó un gran arco triunfal y un caballo mecánico.

Sus últimas obras importantes son esculturas de bronce, por ejemplo los angelillos realizados hacia 1548, que exornan las columnas cercanas al altar mayor del Duomo de Siena. Estas figuras fueron la causa indirecta de su muerte, según Vasari, pues las grandes temperaturas y el esfuerzo invertido en su fabricación postraron al artista, que falleció poco después de finalizar la obra. Fue enterrado con honores en el Duomo, adonde su cuerpo fue llevado en procesión por todos los artífices de la ciudad.


Obra
La Santísima Trinidad, 1513

Santa Catalina de Siena en éxtasis recibe los estigmas, 1513

Giorgione (1478-1510)




Giorgione, Giorgio da Castelfranco, llamado (Castelfranco Veneto, 1478?- Venecia, 1510) Pintor veneciano. Fue discípulo de Giovanni Bellini y está considerado como uno de los grandes artistas innovadores del arte de su tiempo, ya que prefirió la pintura al óleo, "de caballete", frente a las grandes escenas al fresco con las que sus contemporáneos decoraban los templos; por otra parte, introdujo en los fondos de sus pinturas un paisajismo luminoso y evocador. Su corta vida aparece rodeada de misterio y al morir dejó, según parece, bastantes obras inacabadas, por lo que es difí­cil asegurar la atribución de algunas de ellas a su propia mano. Entre las que se le atribuyen con seguridad figuran La Pala di Castelfranco (1504-05), en la que destaca la Virgen sobre un fondo de paisaje de claras tonalidades. y La Tempestad (Academia de Venecia), con enigmáticas figuras sobre un fondo tempestuoso iluminado por la luz de los relámpagos. Otra obra atribuida a Giorgione con bastante seguridad es Los Tres Filósofos (Museo de Viena). En cambio, parecen dudosos la bellísima Venus dormida (Museo de Dresde), El concierto campestre (Louvre) y El concierto (Florencia), obras que para algunos estudiosos pertenecen al joven Tiziano. Otras obras atribuidas a Giorgione son: Judit (Ermitage, San Petersburgo). La Virgen con el Niño (Oxford). La Adoración de Jos pastores (Washington) y La prueba de Moisés (Uffizi). 

Giorgione, un maestro innovador


Un artista genial viene a alterar este estado de cosas, un hombre que tiene la franqueza de exponer sus sentimientos sin resabios de vestiduras medievales, atreviéndose a pintar el alma de la Venecia libre y rica del Renacimiento, que después popularizará e inmortalizará Tiziano. Poco se sabe de este genio extraordinario, Giorgio de Castelfranco, llamado vulgarmente II Giorgione. La leyenda, para añadir más confusión ha mezclado con fábulas apócrifas lo poco conocido de su vida. Era hijo de un hidalgo rústico de los Alpes vénetos. En su país natal, Castelfranco, graciosa villa rodeada de torres en lo alto de una colina, se conserva todavía el bello cuadro de una Virgen entre San Liberato y San Francisco, que se supone es la imagen de la infiel amante del artista. Murió en Venecia, en 1510, a los treinta y tres años víctima de la peste. Sus cuadros auténticos apenas llegan a una treintena, y, con todo, a pesar de su corta vida y de una obra tan reducida, influyó en el arte más que ninguno de los pintores de su generación.

Atributos de la pintura de Giorgione (Casa Marta Pellizzari, Castelfranco). Detalle de un fresco que ocupa el lado este de la sala principal. En él el pintor busca plasmar los elementos que componen las artes liberales. 

Tsuguharu Foujita (1886-1968)


Foujita, Tsuguharu o Tsuguji (Tokio, 27 de noviembre de 1885 – Zürich, 29 de enero de 1968). Pintor japonés, nacionalizado en Francia, que fue más conocido en el mundo artístico como Foujita Tsuguji. Considerado uno de los pintores japoneses de su generación que alcanzó más fama y prestigio internacional, su trabajo permitió que el arte oriental fuera conocido en Occidente.

Era miembro de una familia de samuráis de alto rango. Realizó sus estudios de pintura en la Escuela Imperial de Bellas Artes de Tokio, en la que se graduó en 1910. En 1911 logró un gran éxito con su obra El emperador de Corea.

En 1913 se trasladó a París. Durante su estancia en la capital francesa estableció estrechas relaciones con los pintores europeos más importante del arte moderno, entre los que se encontraban PicassoMatisse y Modigliani. Se convirtió en 1919 en miembro anual del Salón de Otoño, para ser miembro permanente del mismo a partir del año siguiente. Permaneció durante 16 años en Francia, aunque realizaba viajes esporádicos a su país natal. Regresó a Japón en 1929, donde realizó una exposición que fue recibida con gran éxito de crítica. Permaneció allí durante un año, para en 1930 establecerse de forma definitiva en París. En 1931 viajó a través de América del Sur, América Central y Norteamérica, pasando brevemente por Japón en su viaje de regreso a Francia en 1933. Durante su breve estancia en Japón pintó varios murales, incluido el Evento Anual de Akita y el del Festival del Santuario de Miyosi en el Monte Taihei.

En su pintura interpretó con su peculiar estilo oriental diversos temas occidentales; aplicando las técnicas al óleo francesas a los estilos pictóricos japoneses, halló la forma de sintetizar estas dos tradiciones pictóricas de forma singular. Sus obras estaban realizadas preferentemente a la acuarela y al óleo, técnicas que dominaba con gran maestría. Entre sus temas preferidos destacaban la naturaleza, los animales domésticos, el desnudo femenino y el retrato. Siempre con la singularidad que reflejaba su formación en cuanto al dibujo y el uso de colores. Sus escenas eran francesas, sus modelos europeos y sus líneas japonesas. De la pintura oriental adoptó en sus dibujos y lienzos los grafismos precisos y delicados y la materia pictórica, que a veces adquiría calidades de laca. Algunos críticos incluyeron su obra dentro del manierismo colorista. Sus trabajos más destacados, conocidos por su base negra difuminada y un segundo plano suave y blanco que recordaba a la porcelana, fueron: Autorretrato con un gato (Neko to iru jigazo), El gato (Neko), Desnudo (Rafuzo), Mujer en la playa (Hamabe-no-onna), Café, Notre-DameEl salón de MontparnasseMi Estudio y Carnavalet.

A lo largo de su vida realizó importantes exposiciones en varias capitales europeas. Algunas de sus obras figuran en las salas de los más importantes museos del mundo como el Museo de Arte Moderno de París y el Museo de Artes Decorativos de París. También muy alabada fue la decoración que realizó por encargo del gobierno japonés para el Pabellón Japonés en la Ciudad Universitaria de París. Realizó ilustraciones para numerosas obras, ente las que destacó una edición japonesa del Apocalipsis. Obra suya también fueron las vidrieras y murales de la Capilla de Nuestra Señora de la Paz en Reims, realizadas en 1966.

En 1934 entró a formar parte de la Nikakai ('Sociedad de Segunda División'), asociación de artistas japoneses de vanguardia fundada en 1914 por Yamashita Shintaro. En Francia fue miembro del Salón de Otoño.

En 1941 abandonó la Nikakai y fue nombrado miembro de la Academia de Arte Imperial. El estallido de la Segunda Guerra Mundial le obligó a regresar a Japón. Durante la contienda pintó escenas de batallas para la marina y el ministerio de Defensa japoneses. Utilizó su excelente capacidad descriptiva y de composición para describir los campos de batalla de China y el sureste asiático. En 1942 recibió el premio cultural Asahi, el máximo galardón que podía recibir un artista japonés, por su obra El último Día de Singapur. En 1949 abandonó definitivamente Japón. Antes de establecerse definitivamente en Francia, permaneció un año en Estados Unidos, estudiando el arte de dicho país. Fujita se incluyó dentro de la llamada Escuela de París. Pronto alcanzó notable celebridad como el más destacado representante del lejano arte de Oriente en Europa. En 1954 vino a España, donde expuso sus obras en salas de Madrid y Barcelona. Adoptó la nacionalidad francesa en 1955. Recibió la Legión de Honor en 1957. Aquejado de una grave enfermedad se convirtió junto a su esposa al catolicismo. Ambos fueron bautizados en la catedral de Reims el 14 de octubre de 1959, recibiendo el pintor el nombre de Leonardo. Falleció en un centro hospitalario de Zürich.

Fuente: Texto extraído de www.mcnbiografias.com

Obra comentada



Galería
Ciclamen, 1917

Dos pequeñas amigas Expresionismo, 1918

Llegada de occidentales al Japón de Foujita


La obra de este pintor japonés, establecido en París en 1913 , puede resumirse como una síntesis perfecta entre la tradición japonesa y el espíritu occidental, realizada con un grafismo firme y preciso y un gusto por los acabados brillantes como los del lacado.

(Maison du Japan, París)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.


Antonio María Esquivel (1806-1857)



Esquivel y Suárez de Urbina, Antonio María (Sevilla, 8 de marzo de 1806-Madrid, 9 de abril de 1857) fue un pintor español de temas románticos y retratista,​ padre de los también pintores Carlos María Esquivel y Rivas (1830-1867) y Vicente Esquivel.

Biografía

Nació en Sevilla en 1806. De familia noble, se educó precariamente al morir su padre como héroe de la batalla de Bailén (1808). Con apenas 17 años y ya declarado liberal, sostuvo las armas contra la invasión francesa del duque de Angulema que acabó con el segundo régimen constitucional en 1823. Comenzó los estudios de pintura en la Academia de Bellas Artes de Sevilla. Allí se familiarizó con la técnica pictórica y el detallismo al estilo de Murillo. Pero se casó con Antonia Rivas o Ribas, de la que tuvo tres hijos: los pintores Carlos María y Vicente, y Julia, y no recibía suficientes encargos en Sevilla para sostener a su familia.​ Por ello, en 1831, se trasladó a Madrid junto con su amigo, el también pintor sevillano José Gutiérrez de la Vega, y allí concursó en la Academia de San Fernando, siendo nombrado académico de mérito. En contacto con el ambiente intelectual madrileño de esos años, participó activamente en la fundación del Liceo Artístico y Literario en 1837, donde daría clases de Anatomía, asignatura que impartiría también más tarde en la Academia de San Fernando.

En 1839, sufrió una enfermedad que le dejó prácticamente ciego, por lo que se sumó en una profunda depresión.​ Enterados sus compañeros y amigos poetas y artistas, sufragaron los costes de un tratamiento realizado por un oftalmólogo francés, gracias a la cual sanó y recuperó la visión.​ El artista, agradecido, pintó a sus amigos, poetas y pintores del Romanticismo. Como reconocimientos oficiales, recibió la placa del Sitio de Cádiz y fue nombrado comendador de la Orden de Isabel la Católica. En 1843 es nombrado Pintor de Cámara y en 1847 académico de San Fernando, siendo además miembro fundador de la Sociedad Protectora de Bellas Artes. Como teórico de la pintura, redactó un Tratado de Anatomía Pictórica (1848), cuyo original se guarda en el Museo del Prado. También escribió dos monografías («José Elbo» y «Herrera el Viejo», en El Artista, 1847) y cultivó la crítica de arte. Escribió sobre la pintura de historia (El Eco del Comercio, 1841) y sobre los nazarenos alemanes (El Corresponsal, 1842). Falleció en Madrid en 1857.

Sus hijos Carlos María Esquivel (1830-1867) y Vicente Esquivel también fueron pintores.

Valeriano Domínguez Bécquer (1833-1870)



Domínguez Bécquer, Valeriano (Sevilla, 15 de diciembre de 1833 - Madrid, 23 de septiembre de 1870) fue un pintor e ilustrador español.

Biografía

Valeriano Domínguez Bastida, más conocido por el tercer apellido de su padre al igual que su hermano Gustavo Adolfo Bécquer, nació en Sevilla el 15 de diciembre de 1834 y murió en Madrid el 23 de septiembre de 1870. Fue hijo del también pintor José Domínguez Bécquer, conocido entre sus contemporáneos como el Maestro Pepe Bécquer, y Joaquina Bastida y Vargas. El padre de Valeriano también optó por utilizar el apellido Bécquer, cambiando sus apellidos Domínguez Insausti por Domínguez Bécquer. El origen del apellido Bécquer se remonta a los primeros años del siglo XVII, cuando uno de los antepasados de la familia se asentó en Sevilla desde Flandes.

Valeriano y sus siete hermanos se quedaron huérfanos de padre y madre cuando él contaba solo doce años. Él y su hermano Gustavo Adolfo fueron educados entre varios parientes, destacando la enorme influencia que sobre él ejerció su tío Joaquín Domínguez Bécquer, de quien aprendería el arte de la pintura. ​ En 1861 se casó con Winnefred Cogan, a veces llamada Winifreda Cogán, hija de un marino irlandés ya retirado y afincado en el Puerto de Santa María, con quien tendría dos hijos, Alfredo y Julia. La familia se estableció en Sevilla pero muy poco después de la boda se produjo la ruptura y separación de la pareja. Winnefred lo abandonará a pesar de la corta edad de sus hijos. Se cree que la disparidad de caracteres de los miembros de la pareja y la vida de estrecheces que el pintor podía ofrecer a su joven esposa pudieron ser los motivos de las desavenencias. Winnefred, sin embargo, heredó los derechos de autor de su marido a su muerte.

Con la ayuda económica de sus tíos, se trasladará a Madrid con sus hijos para reunirse allí con su hermano Gustavo Adolfo que había emprendido en 1854 la gran aventura de la fama literaria en la capital. El carácter entusiasta, activo y emprendedor de Valeriano era el complemento necesario para un Gustavo Adolfo aquejado de una gran soledad y un cierto desánimo, en un Madrid que resultaba frío y hostil para los artistas que llegaban buscando el éxito. ​ Antes de la fecha de su matrimonio realizó algunas obras de gran interés, como El carlista de La Esperanza y La nodriza con traje de pasiega, conservados en el Museo Romántico de Madrid.

Estableció su estudio en Madrid y conoció, gracias a su hermano Gustavo Adolfo, al pintor José Casado del Alisal. Años después en el estudio de este pintor se reunirían los amigos del poeta para tomar la decisión de publicar las obras de Gustavo Adolfo al día siguiente de su fallecimiento.

En 1864 viaja con su hermano y la esposa de este, Casta Esteban, a Veruela, en Aragón. Residieron en el monasterio de esta localidad completamente aislados; Gustavo Adolfo estaba enfermo y buscaban un lugar de reposo ideal para su recuperación. Allí Valeriano iba a pintar diferentes cuadros, algunos de los cuales muestran escenas costumbristas aragonesas. ​ Viajó también por toda Castilla, realizando numerosos dibujos. Colaboró como ilustrador en El Museo Universal y en La Ilustración de Madrid, donde aparecen muchos de sus mejores grabados, que reflejan con gran fidelidad costumbres y vestidos de la época y constituyen un auténtico material de valor arqueológico, ya que de otra manera difícilmente podríamos tener referencias sobre las escenas que recoge.

La familia sigue peregrinando por otros lugares como El Burgo de Osma, en la provincia de Soria, donde Valeriano pintará El leñador y La hilandera. También pasarán por tierras de Teruel, Burgos, Ávila y Segovia. Finalmente será en la ciudad de Toledo donde la familia encuentre un hogar. Allí ambos hermanos llegarían a ser algo propio de la ciudad quedando entre los toledanos este dicho relacionado con ellos: «es como el perro de Bécquer, que en todas partes se mete». ​

Gracias a la amistad de su hermano con el político conservador González Bravo, que fue ministro de la Gobernación durante el gobierno de Narváez, en 1865 recibió una pensión anual de 2500 pesetas para viajar por España estudiando las costumbres y los trajes nacionales, dando lugar a obras como El baile, Fiesta popular del Moncayo (Aragón) y Costumbres españolas de la provincia de Soria, que posteriormente perdería tras la Revolución de 1868. Su técnica pictórica participa de tal depuración, minuciosidad y riqueza que ha sido comparada por algunos críticos con la factura de los pintores flamencos. Además, con todas estas peregrinaciones el pintor se introducirá en la pintura al aire libre, cuando todavía no se practicaba en España. Su hermano lo presenta así: «apuntaba y dibujaba mucho, rodando de aldea en aldea; sus libros están llenos de episodios curiosos e interesantes de estos viajes»; «la costumbre de estar siempre apuntando del natural hacía que no se amanerase nunca y que hubiese en sus composiciones un sello grande de verdad».

Murió en su domicilio de Madrid el 23 de septiembre de 1870 al parecer de una afección al hígado, como consecuencia de una complicación producida por la humedad de una alameda que existía en las proximidades del barrio de la Concepción donde vivían. Sus hijos, a los que había cuidado amorosamente durante estos años, eran todavía muy pequeños cuando falleció. Sus restos fueron enterrados en la Sacramental de San Lorenzo. A los tres meses justos iba a fallecer también su hermano Gustavo Adolfo. Posteriormente, en 1913, los restos de dos hermanos fueron trasladados juntos a Sevilla.


Más obras
Antonio Díaz de Mendoza
Antonio Díaz de Mendoza

Campesino andaluz

Jacopo della Quercia (h.1374/1367-1438)


Renacimiento. Quattrocento.

Della Quercia, Jacopo (Quercia Grossa, cerca de Siena, hacia 1374 o 1367 - Siena, 20 de octubre de 1438)

En su juventud había concursado en 1401, para la segunda puerta del baptisterio de Florencia, con Brunelleschi y Ghiberti; después, en Siena, trabajó para la Fonte Gaia, de la gran plaza, en labores de las que hoy sólo quedan fragmentos conservados en el Palazzo Comunale y que sirvieron para realizar la moderna reconstrucción de la famosa fuente; pero ya antes había realizado, para la catedral de Lucca, el bellísimo sarcófago de Hilaria del Carreto, con el robusto friso de angelones que sostienen una pesada guirnalda, y la hermosa estatua yacente.

La Fonte Gaia de Jacopo della Quercia (Siena) Esta fuente está ubicada frente al Palacio Público de Siena. Las esculturas de la Virgen con el Niño, flanqueadas por ángeles y las cuatro Virtudes, responden a un gusto típicamente medieval. El estanque, más bajo que el nivel del suelo, se adapta de manera admirable a la curva de la plaza. Esta fuente fue desmantelada y reconstruida; las esculturas de della Quercia se guardan en el Palacio Público y la fuente, que se ha desplazado hacia el centro de la plaza, es en realidad una copia de la original. 

 Sarcófago de Hilaría del Carreta de Jacopo della Quercia (Catedral de Lucca). Detalle del rostro yacente, en el cual se puede descubrir la transición del gótico al Renacimiento en la obra de Jacopo della Quercia. La figura yacente es de concepción gótica, pero la decoración de cupidos con guirnaldas de flores y frutas, que no se ven en este detalle, es un tributo al arte romano. La figura de esta bella mujer tiene una serenidad y una dulzura absolutamente humanas.  



Esta figura seduce al que la contempla por su situación intermedia entre el gótico y el Renacimiento. Del primero, tiene la tradicional postura yacente y el fluido linealismo de los pliegues del traje; del segundo, un sentido clásico de la forma que hace pensar que esta joven, fallecida en 1405, dos años después de su boda, no está muerta, sino dormida.

En 1405 comenzó sus relieves marmóreos para decorar el portal central de San Petronio de Bolonia, que dejó sin terminar. Jacopo dividió el espacio a él destinado en aquella fachada en recuadros, en cada uno de los cuales trató sobriamente un tema bíblico con pocas figuras, y no sin verosimilitud se ha supuesto que Miguel Ángel se inspiró en estos relieves para su fresco de la Creación de la Capilla Sixtina.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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Apl. a la obra taraceada de piedras o vidrios, generalmente de varios colores. • Suelo de baldosas en el piso de los edificios. Según sus aplicaciones arquitectónicas, existen dos tipos de mosaicos: el empleado

Según sus aplicaciones arquitectónicas, existen dos tipos de mosaicos: el empleado generalmente en los pavimentos de mármol, cerámica o piedras de colores, y el de esmalte, de gran importancia suntuaria en la decoración de bóvedas y paredes.

Jonás y la ballena
La técnica del mosaico, nacida en Caldea y Egipto, se desarrolló principalmente en Alejandría y de allí pasó, por una parte, hacia Siria, Asia Menor y Bizancio, y, por otra, hacia Sicilia y Roma, que la propagó dentro del Imperio. La escuela de mosaiquistas romanos se desarrolló a partir del s. -1 y alcanzó pleno apogeo en época de Augusto. Las fechas de los mosaicos son poco seguras, ya que sus diferentes técnicas sobreviven y se entremezclan. Plinio cita un pavimentum barbaricum, de técnica muy rudimentaria y tosca, obtenido con cantos de río. Los mosaiquistas romanos distinguían cuatro tipos de mosaico: opus tessellatum, pavimento compuesto por teselas de mármol de color, que reproducían temas ornamentales e incluso pinturas; opus vermiculatum, de teselas menores, cuya composición sirvió de partida a la gran composición musivaria; opus musivum, aplicado a la decoración de muros y bóvedas, en la que se empleaban teselas de esmalte y vidrios opacos, mediante la adición de óxidos metálicos; opus sectile, semejante al anterior, con una variedad procedente de Egipto, opus alexandricum. Los mosaicos romanos, especialmente los usados en los pavimentos, formaban combinaciones geométricas y grecas acompañadas de figuras de animales, paisajes, escenas mitológicas e históricas. Los mosaicos cristianos, a partir del s. IV, representan escenas bíblicas (Daniel entre los leones, Jonás y la ballena, etc.). Una de las composiciones romanas más importantes es la que representa a AleJandro y Daría en la batalla de lso, que adornaba la exedra de la Casa del Fauno en Pompeya (Museo Nacional de Nápoles).
Sacrificio de lfigenia, Empúries

En España, en el primer período del arte musivario (s. -1 a 11) se emplea en los recuadros una decoración a base de esvásticas, meandros y rombos, sobre un piso continuo de arcilla roja, y en el interior rectángulos y polígonos de una sola línea de teselas (Empúries, Mataró, Tarragona). Más adelante, en el centro del opus tessellatum, puramente geométrico, se incluyen los "emblemas" hechos en opus vermiculatum (Sacrificio de lfigenia, Empúries). En Elche se han encontrado piezas de temas vegetales de opus sectile. Bajo los Antoninos el tessellatum adquiere extraordinario desarollo, en detrimento del vermiculatum. El empleo del emblema de gran tamaño perduró durante largo tiempo. En España, son célebres los mosaicos de Itálica, Mérida, Carmona, Tarragona, Zaragoza, etc.

En el Imperio Bizantino, el arte musivario alcanzó una gran perfección. Entre los mosaicos bizantinos más notables, hoy desaparecidos, hay que citar los de la iglesia de los Apóstoles, en Constantinopla, y, entre los conservados, los de Chipre (iglesia de la Panagia Angeloktistos, Kiti). Constantinopla legó a Occidente el uso del mosaico a través del exarcado de Ravena, la muestra más importante de este arte (San Apolinar Nuevo, San Vitale, San Apolinar in Classe, etc.; s. VI). La segunda época de oro del arte bizantino (ss. XI-XII), creó obras muy bellas en Constantinopla (iglesia del Salvador), Kiev (Santa Sofía), Venecia (San Marcos), Salerno (catedral), etc.

Los mosaicos árabes derivan de los bizantinos, hasta el punto que los procedimientos materiales y artesanos empleados proceden de Constantinopla. Hacia 1300 la decadencia del arte musivario era casi completa. Sin embargo, en el s. XVI los papas, al decorar la basílica de San Pedro, quisieron formar una escuela, pero sólo el veneciano Luigi de Pace consiguió resultados positivos en sus mosaicos sobre cartones de Rafael.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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