Punto al Arte: La escuela de California

La escuela de California

En la costa este de Estados Unidos, en torno a San Francisco y Los Ángeles, se ha desarrollado otra escuela Pop que los críticos del país distinguen de la de Nueva York, dándole el nombre de escuela de California. En California se encuentran multitud de temas Pop: los gigantescos mercados de frutas, Hollywood, el extraño mundo de Los Ángeles con sus coches de carrocerías excéntricas, sus colores "bombón", sus diversiones, y -en el norte de California-vivían los poetas beat de los años cincuenta y pico.

Uptown, de Richard Lindner (Colección Diane François, París). Tras formarse en media Europa durante las décadas de 1920 y 1930, Lindner entró en contacto con el expresionismo alemán y con el surrealismo francés antes de emigrar a Estados Unidos, donde desarrolló un lenguaje pictórico muy personal y retrofuturista que bebía de las fuentes de la publicidad y el cómic underground, como pone de manifiesto esta obra de 1970.


El memorial de guerra portátil, de Edward Kienholz (Fundación Ludwig, Colonia). Esta escultura de 1968 es un duro y contundente alegato contra la guerra de Vietnam y la política de expansión cultural de Estados Unidos, y de algún modo crítica, con alusiones a la comida rápida, los carteles de alistamiento, el mobiliario barato y la clara alusión a la mítica fotografía del alzamiento de la bandera en la toma de la playa de lwo Hima. La puntilla cáustica de esta instalación escultórica la aporta una descacharrante máquina de refrescos que remarca aún más su intención iconoclasta.

Edward Kienholz (1927-1994) puede ser considerado un artista proto-Pop, puesto que ya en 1955 realizaba obras en las que yuxtaponía objetos sórdidos, profundamente degradados por el uso. Sus obras más importantes son enormes construcciones con personajes de tamaño natural, y mobiliario y accesorios reales, con los que crea ambientes de una inigualable fuerza obsesiva. En 1963 realizó el Roxy, una de sus obras más típicas. Se trata del interior de un prostíbulo, representado en 1943, la época en que gozaba de dudosa reputación. Todos los detalles describen minuciosamente su atmósfera opresiva y horrible: mobiliario "de estilo", retrato de Mac Arthur en la pared, "pensionistas" decrépritas, patrona con una calavera en lugar de cabeza. Kienholz ha transformado con su obra todo el arsenal del folclore urbano estadounidense: el coche utilizado para citas amorosas (en El asiento trasero del Dodge 38, de 1964), el sentimiento patriótico omnipresente en todos los ambientes (en El memorial de guerra portátil, de 1968), los abortos clandestinos, etc. Murió en 1994.

Camilla, Reina de la Jungla, de Mel Ramos. En esta serigrafía de 1963, Ramos juega con la iconograna del cómic y la publicidad recreando prototipos de mujeres sexualmente incitantes y con pose de heroínas contemporáneas de formas turgentes. La obra de Ramos siempre ha criticado el uso de la mujer como objeto de consumo, imitando el estilo de las antiguas fotografías coloreadas de las pin-ups hollywoodienses en las revistas de posguerra.


Hipopótamo, de Mel Ramos (Colección Ludwig, Aquisgrán). En este óleo de 1967 reincide Ramos en su casi obsesiva representación de figuras femeninas tratadas con su peculiar sentido de la composición y del color, con un punzante erotismo que, mostrado de manera absurda en contextos inusuales o con poses muy forzadas exageran aún más las artificiosidades de la publicidad y de revistas como Playboy o Penthouse. En su manipulación de los iconos femeninos hay asimismo una perversa intención de denunciar la imposición de convencionalismos estéticos en las imágenes de los mitos femeninos de la antigüedad, diseñando nuevas diosas, vírgenes y heroínas.

Mel Ramos nació en 1935 en Sacramento (California). En 1962-1963 pintaba al óleo cuadros en los que representaba a los héroes y heroínas de las historietas de los "comics": Batman, Crime Buster, etc., con la intención de glorificar tales personajes. A partir de 1964 empezó a prestar especial atención a las "pin-up" de los calendarios, muchachas anónimas y ligeramente vestidas. Por lo general se trata de auténticas figuras publicitarias, pintadas con el realismo más fotográfico posible, sobre un fondo plano o acompañadas de enormes ampliaciones de productos comerciales famosos.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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