El final de siglo XX no ha
ofrecido a los historiadores del arte la base suficiente para poder catalogar
de manera somera las obras de los distintos artistas en escuelas o tendencias
marcadamente diferenciadas las unas de las otras. En consecuencia, el sistema
de clasificaciones clásicas no puede ser extrapolado al momento actual. De esta
manera, la producción de los creadores de los últimos quince años debe ser
estudiada de forma independiente, si bien determinadas piezas de alguno de los
artistas actuales pueden presentar concomitancias en ciertos aspectos del acto
creativo, en especial por lo que se refiere a la pintura.
La década de 1990 ha legado
multitud de autores, cuyas obras a menudo proponen estéticas muy variadas,
ahondando así en la necesidad de elaborar un análisis específico casi para cada
caso. La ausencia de directrices preestablecidas podría concebirse como la
característica primordial de los últimos lustros del siglo XX y los primeros
años del XXI. Por otra parte, los nuevos soportes tecnológicos y digitales,
aparecidos a lo largo de las últimas décadas del siglo XX -tales como el video,
la televisión, el ordenador e Internet-; así como el perfeccionamiento de otros
medios algo más antiguos -como la fotografía o todo lo referente al mundo del
audio-, han tenido un peso cada vez mayor en la configuración de las tendencias
actuales. La democratización en el acceso a los mencionados nuevos medios y la
prolífica experimentación en el terreno de la informática, han permitido la
introducción de nuevas posibilidades expresivas en el campo de las artes.
El fácil acercamiento a Internet por parte de los usuarios de todo el planeta ha puesto al alcance de cualquier persona la opción de acceder a una can tidad (aunque no siempre calidad) de información, que hasta muy poco antes se encontraba limitada; así como a una velocidad de obtención de la misma, inédita hasta el momento.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.