Punto al Arte: Casa de la Cascada

Casa de la Cascada


Frank Lloyd Wright, uno de los arquitectos estadounidenses más importantes del siglo XX, realizó, en la década de 1930, su obra más famosa, la Casa de la Cascada (Fallingwater House), conocida también como Casa Kaufmann. Aquí llevó al límite las tendencias más orgánicas, rechazando conscientemente tanto la reciente formulación de un Estilo Internacional como la de un racionalismo arquitectónico.

Una de sus preocupaciones esenciales fue la integración de la arquitectura en el paisaje. Su expresión más completa está en esta magnífica obra construida en los bosques de Pensilvania, donde la tecnología moderna, el hierro, el hormigón armado, y los materiales tradicionales, piedra y madera, y la. naturaleza, rocas, árboles y agua, se conjugan de forma magistral. sión más completa está en esta magnífica obra construida en los bosques de Pensilvania, donde la tecnología moderna, el hierro, el hormigón armado, y los materiales tradicionales, piedra y madera, y la. naturaleza, rocas, árboles y agua, se conjugan de forma magistral.

Edificada en voladizo en una roca sobre una catarata, Wright llega a una simbiosis entre arquitectura y paisaje. La casa se ve envuelta por una naturaleza poblada por árboles, rocas y cascadas. El autor adecuó el diseño a la irregularidad del terreno, distribuyendo el espacio en varios ámbitos que se involucran con la naturaleza en diversos niveles.

Los elementos importantes son los bloques de piedra local tallados rústicamente y reducidos a las secciones verticales, y el cemento. Las techumbres y terrazas son grandes placas de hormigón armado colocados horizontalmente y proyectados en voladizo en un juego de asimetrías y volúmenes que refleja el "desorden orgánico" del paisaje en el que se inscribe. Esta es una de las obras donde el arquitecto americano explota al máximo las posibilidades estructurales del hormigón de una forma audaz y con un resultado de gran plasticidad.

En cambio, las fachadas de las terrazas y de la sala principal son de cristal, montantes metálicos muy delgados que dan la impresión de que no hay separación entre el espacio interior y las terrazas descubiertas del exterior. De esta manera se unifica la parte exterior, es decir la naturaleza, con el interior.

La Casa de la Cascada es casi el símbolo por excelencia de la arquitectura orgánica, principalmente por dos aspectos: las relaciones de medidas y la conexión del edificio con el entorno paisajístico. Wright decía que: "Un edificio no debe estar sobre una colina, sino que debe formar parte de ella".

Pero en realidad, la casa no sólo está en la naturaleza, demostrando la perfecta interacción con su entorno, sino que, como artificio arquitectónico, la utiliza para declarar su antinaturalismo. No hay acuerdo con el ambiente, sino que lo humilla exaltando la voluntad del arquitecto, con una complejidad espacial y volumétrica que sólo los materiales parecen fijar en la tierra.

La célebre Fallingwater House, construida en su época de madurez, entre 1936 y 1939, en Bear Run, Pensilvania, se presenta ante el espectador con una poderosa imagen expresiva conseguida por medio de los volúmenes y planos voladizos.

Por ejemplo, los edificios de Perret en París, especialmente la casa de la calle Franklin número 25, realizada en 1903, se valen del hormigón armado en forma de esqueleto que hace las veces de soporte estructural del edificio y libera las paredes de toda función sustentante.

El maestro de la primitiva construcción en cascarón fue Eugene Freyssinet (1879-1962). En sus hangares de Orly (1916-1924), la ingeniería y el aerodinamismo se conciben como una estructura combinada. Resolvió con éxito las exigencias de cubrir un enorme espacio (cada hangar mide 300m de largo por 62,5 m de alto) mediante un sistema más adelantado de hormigón.

Al mismo tiempo, trabajaban en París, en 1912, arquitectos que buscaban la solución de los problemas urbanísticos y de la vivienda. Henry Sauvage (1873-1932) construyó una casa de apartamentos con terraza en París (25 rue Vavin), cuyos pisos superiores reflejan la influencia de las ideas futuristas italianas.

Le Corbusier (188 7 -1965) dominó la arquitectura de los años veinte en Francia, basándose en los conceptos urbanísticos de Garnier, en el uso del hormigón armado de Perret, en la tecnología de la máquina de Peter Behrens, en la ideología de la ingeniería de Freyssinet y en los refinamientos del diseño vienés de Hoffmann. Le Corbusier mantuvo contacto personal directo con todos estos predecesores. Cuando publicó su primer libro Vers une architecture, en 1923, basado en artículos que había publicado con anterioridad en su revista "L'Esprit Nouveau", Le Corbusier era en realidad más un pintor y un teórico que un arquitecto. Sin embargo, fue centro de la discusión internacional con su plan para una ciudad de tres millones de habitantes, realizado en 1923, y con su plan, más elaborado, de Voisin, de 1925. Ambos son abstractos y rígidos en su esquema geométrico y tienen muy poco en cuenta los edificios preexistentes, así como consideraciones humanas de efectividad urbana. Proyectos a gran escala basados en sus ideas urbanísticas son el Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra (1927), el Centrosoyuz de Moscú (proyectado en 1928 y construido en 1928-1933), el Mundaneum, proyecto para una ciudad como centro mundial en Ginebra (1929) y, como culminación de todo su trabajo, el Palacio de los Soviets en la ciudad de Moscú (1931). Otras obras de Le Corbusier a escala menor son sus casas en Vaucresson (1922), París (1922), Garches (1927) y Poissy (1929-1931), así como sus viviendas en Pessac, en las inmediaciones de Burdeos, que demuestran el predominio del concepto formal del ángulo recto y la idolatría de la máquina. Pero, más tarde, el desarrollo americano reveló que se trataba de un inevitable malentendido originado por un uso más complejo y más responsable de la producción mecanizada y de la tecnología industrial.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat. 

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