Detalle de La Danza de la Muerte, de Bernt Notke (Museo de Arte de Estonia, Tallinn). |
El tema de la Danza de la Muerte
fue muy recurrente durante buena parte de la Edad Media y siglos posteriores.
Hay numerosos grabados en los que se representan esqueletos bailando
macabramente, una visión delirante en la que aparecía, por ejemplo, un
esqueleto que jugaba con sus propios intestinos, otro que resucitaba mientras
era devorado por los gusanos y otros que bailan con una especie de mueca que
pretendía semejar una sonrisa.
Con esta suerte de obras se
buscaba dejar bien claro al pueblo que debían seguir los preceptos católicos,
pues, en caso contrario, si morían y el veredicto que recibían por parte de
Dios no les era favorable, les esperaba una complicada e incómoda eternidad en
el infierno. Cabe recordar que la muerte era algo a lo que los ciudadanos más
pobres de la Europa de aquellos tiempos debían enfrentarse casi a diario, ya
que, por culpa de las epidemias, las guerras y las hambrunas la esperanza de
vida era muy baja. Asimismo, otro de los mensajes era que la muerte igualaba a
todo el mundo, ricos y pobres, y que todos perdían sus posesiones y placeres
cuando morían.
Por otro lado, también se
realizaban representaciones dramáticas tras los sermones en los que se trata el
tema de la muerte. Parece ser que estas representaciones, en las que uno de los
argumentos principales era ver cómo la Muerte llamaba a un personaje y este, en
vano, intentaba negarse a ir con ella, aparecieron en Alemania en el siglo XIV,
donde eran muy populares.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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