Como
ya se ha dicho antes, cuando se ha hecho referencia al arte de La Tène o celta
se alude geográficamente a Europa continental, desde las Islas Británicas hasta
Hungría y desde los Pirineos y los Alpes hasta la Europa nórdica.
Efectivamente, en esta extensa "provincia" artística se denota una
clara homogeneidad, sobre todo a partir del estilo de Waldalgesheim. Esta se
puede explicar por la existencia de centros de producción, de maestros
artesanos que abastecen la demanda de un territorio concreto, y también por la
existencia de unas redes de intercambio de materias primas -no se sabe si
también de productos de primera necesidad- que ponen en contacto zonas diversas
del continente, y del continente con las islas atlánticas.
Diadema (Museo de Pontevedra). Pertenece al tesoro de Bedoya. Expresa un evidente gusto decorativo por medio de incisiones que forman una gran complejidad en el entramado. Esta diadema, como el resto del tesoro, posiblemente perteneció a una mujer de alto rango.
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La península Ibérica, en el extremo más
occidental -finís terrae-, siempre
queda excluida de cualquier estudio sobre arte de La Tène. Pero es que la
península Ibérica no estaba en el entramado comercial del continente, sino que
quedó incorporada a los intereses mediterráneos, de una manera directa en el
caso de Andalucía (Tartessos) y costa mediterránea (Cultura Ibérica), y de una
manera indirecta en el centro y el oeste, lugares de explotación de materias
primas -cobre, oro, estaño- que se canalizaban en parte hacia el Mediterráneo a
través del papel de intermediario desempeñado por Tartessos.
Así pues, quedó aislada del resto de Europa,
a pesar de lo cual sí que se puede apreciar una actitud y un simbolismo
similares. También aquí la creación artística se expresa en los objetos de uso
personal. Destacan las series de espadas recuperadas en las necrópolis
celtibéricas con empuñaduras y vainas decoradas con nielados de plata. Pero es
sobre todo la orfebrería la que ha proporcionado el mayor número de objetos.
Son abundantes los tesoros aparecidos en el noroeste, de modo que se dispone de
una rica colección de torques, brazaletes, arracadas, broches, fíbulas y
diademas.
La influencia mediterránea se aprecia en
algunas técnicas como la filigrana y el granulado, y algunas formas como las
arracadas arracimadas, pero predomina lo autóctono en la composición. A
diferencia del resto de Europa, aquí la composición es geométrica de líneas
curvas y rectas: muy característica es la creación de composiciones geométricas
complejas de motivos entrelazados, verdaderas lacerías, que se plasman en joyas
como la diadema de Ribadeo, en cerámicas, en la decoración de espadas y en
relieves sobre dinteles y jambas de edificios castreños. Decoración geométrica
que aparece en manifestaciones europeas tardías desde Irlanda hasta los pueblos
bárbaros.
Las llamadas diademas pueden llevar decoración animada, como la de San Martín de Oscos, Asturias, dividida en dos franjas horizontales donde se va repitiendo el tema del jinete con los brazos levantados tras el que va un individuo a pie portando dos calderos, rellenándose los espacios que quedan entre las figuras con puntos y aves acuáticas. Hay que destacar también la producción de fíbulas de bronce, oro o plata, que responden a las tipologías de La Tène, con decoración geométrica o con decoraciones zoomorfas: en este caso, el puente de la fíbula se sustituye por una representación animal con un estilo muy naturalista.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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