Punto al Arte: Mirón y Policleto

Mirón y Policleto

Para completar el cuadro de la evolución de la escultura griega hay que referirse ahora a dos grandes maestros famosos que, a pesar de su vigorosa personalidad, siguieron manteniendo en sus obras algo de la tradición de las escuelas arcaicas. Son éstos Mirón y Policleto. Mirón, nacido en Eleutera, cerca de Atenas, y considerado en la antigüedad como discípulo de Ageladas, empezó siendo un escultor broncista, y es el artista del movimiento; los escultores posteriores no lograron superar su habilidad para expresar, mediante la actitud, el movimiento, en fin, su modernidad. Rompió con las antiguas convenciones, y resolvió el problema de hacer saltar, mover y correr a sus personajes. La expresión y la psicología, la individualidad de sus estatuas, parece como si fueran para el artífice una cosa secundaria. Para esto hubo de aprovechar la técnica en bronce, que le permitía sostener sus estatuas metálicas en posiciones de equilibrio inestable, sorprendidas en el acto de realizar un movimiento, como su famoso Discóbolo, un muchacho atlético en el acto de arrojar el disco. Todo el cuerpo está echado hacia delante, para producir después, con su balanceo, el impulso que le ayudará a lanzar el disco con la mano derecha. La izquierda parece rozar sobre la rodilla, la mueve como hacen los atletas modernos, que dan una o dos vueltas antes de arrojar el disco.

Mito del joven Triptolemo de Eleusis (Museo Nacional de Atenas). Bajorrelieve que representa a Triptolemo, el joven que había bajado a los infiernos para buscar las espigas que harían posibles la agricultura y el bienestar de los hombres, y Deméter que las recibe, mientras Perséfone le corona.

Nacimiento de Venus del Trono Ludovisi (Museo de las Termas, Roma). Obra maestra de un ignorado artista jónico (hacia 450 a.C.) que plasmó en sus bajorrelieves toda la dulzura y la elegancia de su pueblo. Los pliegues de la ropa de Venus se adaptan al exquisito cuerpo que surge de las aguas, como si aún estuvieran húmedos. Este trono fue hallado en Roma en 1887durante la reconstrucción de la Villa Ludovisi, de ahí su nombre.
La cabeza del Discóbolo de Mirón es asimismo muy interesante, cubierta por rizos de poco relieve; los cabellos son cortos y sin formar bucles, como convenía a la fundición en bronce. La mirada del Discóbolo se dirige hacia atrás, hacia el disco que va a lanzar con la diestra; toda su atención se concentra en aquel objeto; es un instante de la vida del gimnasta, que pone en el juego toda su alma, sin ninguna otra preocupación de la mente. Este es el defecto que le achacaban ya los antiguos, quienes llegaron a olvidarse hasta de su perfección técnica.

Se ha conservado también copias antiguas de las dos estatuas que formaron un grupo delicioso de Atenea y el sátiro Marsias, cuanto éste se ve sorprendido por el invento de la flauta, que la joven diosa realiza sin esfuerzo alguno. Toda la sorpresa de una criatura medio humana, medio animal, se manifiesta perfectamente en la figura del sátiro. Este grupo se pudo restaurar con la ayuda de una gema tallada en donde están representadas las dos figuras, pues los copistas de la época romana produjeron casi siempre el sátiro solo. De Atenea no hay más que una copia en Francfort; la diosa, de lado, apenas se digna prestar atención a la flauta de siete notas que yace tirada en el suelo; en cambio, el sátiro parece que vaya a brincar de alegría, como corresponde a un ser no domesticado. Su fisonomía revela sorpresa y pasmo, mientras mira con ojos fascinados aquel primer invento de la diosa. Mirón, que de la naturaleza recogía lo más sensual, expresaba con toda propiedad la figura de los animales.

Sacerdotisa del Trono Ludovisi (Museo de las Termas, Roma). En el lateral derecho está la figura de la Sacerdotisa, haciendo un sacrificio a los dioses.
Sacerdotisa del Trono Ludovisi (Museo de las Termas, Roma). En el lateral derecho está la figura de la Sacerdotisa, haciendo un sacrificio a los dioses.
Mirón es ya un especialista en toda la extensión del vocablo; para él lo interesante de la vida es el movimiento, y del hombre, la sensibilidad física. Recuérdese que movimiento y sensación son las grandes preocupaciones de los filósofos-físicos de la escuela de Elea, Zenón y Parménides, y que éstos eran contemporáneos de Mirón.

Y a pesar de ser Mirón una personalidad tan destacada, poco se conoce de su vida. Puede considerársele, por los muchos años que vivió en Atenas, como ciudadano del Ática. Su tradición dórica y de la escuela de los fundidores arcaicos es harto manifiesta; acaso podría ser más apreciado si se conocieran sus obras perdidas, como un Zeus que consta estaba en Roma en un edículo construido por el emperador Augusto en el Capitolio.

Un segundo maestro, también renombradísimo en la antigüedad, fue Policleto, nacido en Argos, quizás en Sicione, famoso como artífice de la austeridad elegante, de la belleza atlética. Se le consideró también como discípulo del fundidor Ageladas, lo que cronológicamente parece improbable. Policleto produjo sobre todo obras destinadas a ser fundidas en bronce.

Auriga de Delfos (Museo de Delfos). Esta escultura es una ofrenda votiva del príncipe de Siracusa después de la victoria en las carreras. La figura, que probablemente estaría integrada por la cuadriga y los caballos, resultó destruida por un terremoto y fue hallada entre las ruinas del templo de Apolo. Una plástica serena, que recorre en un "crescendo" sapientísimo los rígidos pliegues para terminar en la cabeza finamente cincelada, hace de esta prodigiosa escultura una de las obras maestras de todos los tiempos. A la derecha, detalle de la cabeza del Auriga, un símbolo de todo cuanto tiene de fresca e ingenua belleza la adolescencia.
Poseidón (Museo Nacional de Atenas). El gran momento de la escuela egineta, famosa en el mundo griego por la excelsa calidad de sus bronces, puede situarse hacia mediados del siglo V a.C., época en que fueron fundidos. Esta estatua, rescatada del mar cerca del cabo Artemision, es colosal, una imagen arcaizante pero noble y viva del hombre maduro en la plenitud de sus fuerzas. 
No tuvo que luchar con la parte técnica de la creación del tipo y pudo emplear todo su talento para elevarlo a su perfecta belleza. Esta aspiración hubo de conseguirla especialmente con una de sus obras que los antiguos llamaban el Canon, o medida. Se ha identificado con la figura del llamado Doriforo, que camina con una lanza apoyada en el hombro. Es el joven llegado a la plenitud del desarrollo, con toda su fuerza muscular, con todas sus formas ya bien viriles; nada queda en el Doríforo del efebo o del muchacho, y, en cambio, los duros trabajos no han deformado ni por asomo aquel cuerpo intacto como si acabara de salir de la crisálida. Se ha dicho que el Doríforo parece seguro de sí mismo, de su plenitud de fuerza, por puro instinto natural; no ha probado aún de lo que será capaz y avanza ingenuamente por primera vez hacia el combate que es la vida. Conocida principalmente por una copia romana hallada en Pompeya, y ahora en el Museo de Nápoles, esta estatua bellísima en verdad y digna de la reputación que parece que tuvo ya en la antigüedad, pues el Canon era mirado como el modelo de las proporciones del cuerpo humano: la cabeza tiene la medida justa, el vientre y el pecho su desarrollo adecuado, brazos y piernas su longitud más deseable.

Atenea pensativa (Museo de la Acrópolis, Atenas). Bajorrelieve ático hallado en 1888 al sur del Partenón. Es una obra admirable que revela la influencia o quizás incluso la propia mano de Mirón. Por aquellas fechas, hacia el año 450 a.C., acababa de realizarse la fortificación de la muralla sur, al parecer consagrada a la diosa. La moderna investigación ha identificado en la pilastra de Atenea el mojón que marcaba el punto de partida y la meta de los corredores en el estadio, y el relieve como exvoto de un vencedor en la palestra.



Sin embargo, el Doríforo conserva todavía ciertos resabios de arcaísmo, ya que está tallado con rudeza, los pectorales son planos, y las líneas de la cintura y la cadera aparecen fuertemente marcadas. Su movimiento es también acompasado: mientras una pierna avanza hacia delante, la otra se mantiene atrás en báscula, como los kúroi, o atletas arcaicos de los que se hablan en dicho capítulo; hay una ponderación acaso excesiva y deliberada, pero no es un símbolo o abstracción, puesto que cabe aún dentro de los límites de lo humano. La belleza del Doríforo consiste, no en la expresión, sino en la medida y la proporción.

Harmodio y Aristogitón (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles) copia en mármol de Critio y Nesiotes de un original, obra de Antenor. Esta obra sustituyó al grupo que los persas se llevaron al conquistar Atenas.

Atenea (Liebighaus Museum, Francfurt). Copia del siglo I en mármol, encontrada en los jardines de Luculio, de la escultura original del siglo V a.C. de Mirón.



Además del Canon, creó Policleto otras esculturas de las que han quedado algunas referencias escritas, y de dos de ellas se han conservado hasta hoy varias reproducciones en mármol.

 Una es el llamado Diadúmeno, o sea "joven ciñendo en su cabeza la venda", figura de atleta más joven que el Doríforo; es todavía un kuros representado en el preciso momento de ceñirse la frente con una cinta, el stéfanos o corona del vencedor de la carrera, que le da categoría de héroe. La actitud es adecuadísima para producir una figura serena, heroica, con los brazos levantados y el cuerpo tranquilo; sin embargo, las piernas todavía se balancean, como si no pudieran resignarse a quedar inmóviles. Existen muchas copias del Diadúmeno de Policleto, pero la venda que sostenía con sus manos no se ha conservado en las copias de mármol; en el bronce debió de resultar muy fácil soldar luego artificialmente las cintas metálicas que completarían el gesto de la figura.

La igualdad de medidas y cierta relación espiritual, que es más que la que resulta sencillamente de ser el Doríforo y el Diadúmeno obras de un mismo artista, hacen pensar en si ambas no podrían ir aparejadas. El Diadúmeno es el retrato heroico de un corredor. ¿No podría revelar el Doríforo el reconocimiento de categoría de héroe en el joven soldado? Antes de las guerras médicas, el soldado muerto en servicio de la patria no tenía más derecho a la inmortalidad que el resto de los humanos. Pero después de Maratón y Salamina las ideas hubieron de experimentar un cambio radical.

Cabeza de guerrero de Policleto (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles). Perteneciente a una estatua en mármol, que originalmente portaba un escudo.





Discóbolo de Mirón (Museo Nacional Romano, Roma). También conocido como el Discóbolo de Lancellotti, ésta es una copia en mármol de la célebre estatua, sobre la base del original en bronce realizada por este escultor hacia el año 450 a.C. La escultura muestra con un extraordinario realismo al atleta de lanzamiento de disco en el momento de competir.
 Diomedes de Policleto (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles). Cabeza del héroe griego, protegido de Atenea y vencedor de Marte, que participó en la guerra de Troya.



Otra estatua de Policleto, de la cual existen varias copias, es una amazona de pie, vestida con una túnica que apenas le cubre el mutilado pecho derecho. Las amazonas son figuras mitológicas algo melancólicas y hasta trágicas; estas bellas jóvenes combatieron siempre heroicamente, pero siempre resultaron vencidas.

 La de Policleto tiene uno de los brazos apoyado laxamente en un pilar; el otro brazo, aplicado sobre la cabeza, parece que haga esfuerzos para detener la vida y fijar la sensación en la mente, la cual percibe que se escapa ligera.

 Doríforo de Policleto (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles). Este artista revoluciona la plástica del movimiento y le imprime un ritmo sobrio, musical. Sus teorías sobre las proporciones del cuerpo fueron plasmadas en Canon. No se sabe con exactitud cuál sería este sistema de medidas: parece que la unidad era el dedo y la altura total del cuerpo siete veces la de la cabeza. Esta imagen idealizada del atleta, respondía tan específicamente a las proporciones policléticas, que los antiguos le llamaron Canon. El cuerpo, apoyado sobre un pie, se arquea levemente como contrapeso. Es una copia en mármol del bronce original (hacia el año 450 a.C.).



Existen otras estatuas de las amazonas de pie en las que se ha creído distinguir las esculturas que, en competencia para el templo de Éfeso, hicieron Policleto, Fidias y Crésilas. El tipo de Policleto puede distinguirse fácilmente por la simetría o ponderación del gesto y la alternancia de movimientos, tan característica del maestro. Se apoya esta amazona sobre la pierna derecha, lo mismo que el Doríforo y el Diadúmeno; la otra pierna queda libre, en posición de báscula; en cambio, el brazo derecho, que aparece levantado, equilibra el movimiento.

   Las amazonas de los maestros que tomaron parte en el concurso de Éfeso son parecidas, lo que corrobora que los griegos tenían poco empeño en salirse de los tipos cuando éstos eran perfectos y tradicionales. La diferencia está en algo sutil que no es intelectual ni técnico, sino artístico. Repitiendo el tipo establecido, consagrado por la tradición, cada versión es un ser moral diferente.

Diadúmeno de Policleto (Museo Arqueológico Nacional, Atenas). Copia en mármol del bronce original fechado hacia el año 450 a.C. Este muchacho que ciñe en torno a la frente la insignia de la victoria, tiene la pierna muy echada hacia atrás e inclinada la cabeza, gestos que acentúan el ritmo vital.
La amazona de Fidias es la más femenina, la de Crésilas se parece mucho a la de Policleto por ser la más viril, pero se apoya en la lanza en lugar de la columna o pedestal. De Crésilas de Sicione es también un busto retrato de Pericles, conservado a través de dos copias romanas, una en el Museo Británico y otra en el Vaticano; quizá sea la testa de una estatua erigida en la Acrópolis.

En contraposición con Crésilas y Fidias representa Policleto la supervivencia dórica de atletismo y severidad. Una escultura suya colosal de Hera, que existía en el templo de Argos, fundida en metales preciosos, se contraponía ya en la antigüedad a las estatuas enormes de Fidias, que erigió en la Acrópolis y en Olimpia figuras admirables de divinidades de tamaño colosal.

Antes de terminar esta sucinta presentación de las obras maestras de la escultura griega entre el arcaísmo y el clasicismo hay que hacer una imprescindible advertencia. Exceptuando el Auriga de Delfos, el Zeus o Poseidón hallado cerca del cabo Artemision, los mármoles de los frontones de Egina y de Olimpia, el friso del tesoro de los sifnios y algunos relieves aislados, todas las demás esculturas de esta época se las conoce sólo por copias romanas. Algunas deben de ser reproducciones muy exactas, pero no hay que olvidar que la mayoría de los originales eran obras fundidas en bronce y las copias son casi todas en mármol. La desnaturalización de una forma al pasar de una materia a otra es casi tan grave como la que sufre una obra poética al traducirse a otro idioma.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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