Apenas
quedan restos de arquitectura persa, tan sólo las edificaciones palatinas y la
arquitectura funeraria, que nada tiene que ver con la grandeza y fastuosidad de
los palacios. Ya se ha explicado que el Imperio persa no tuvo sólo una capital,
sino que su corte era itinerante. Durante el reinado de Ciro el Grande,
Pasargada fue la capital en la que más se construyó, destacando un recinto
sagrado, dos palacios, una ciudadela, una torre y la tumba de Ciro. A excepción
de la tumba de Ciro, en Pasargada, todos los soberanos están enterrados en la
necró polis real de Naqsh-i Rustam, a tres kilómetros de Persépolis, en un
lugar en el que la montaña forma una cortadura en hemiciclo, de paredes
verticales. La superficie de la roca se regularizó para labrar la fachada de
cada tumba, donde se esculpió un inmenso relieve en honor del monarca allí
enterrado. La parte inferior de esta fachada es casi lisa, formando un
basamento; sigue una segunda faja más ancha, en la que está representado un
palacio real con su columnata exterior y donde se abre la puerta de acceso a la
cámara sepulcral, y por fin, encima corre una tercera faja, donde el rey está
en oración devotamente, delante del altar del fuego sagrado, adorado por los
persas. Este tercer piso del relieve es lo más curioso del monumento, porque el
rey está de pie sobre una especie de plataforma o trono, sostenido por un grupo
de figuras representativas de sus diversos vasallos, escogidos entre las
naciones de Asia. Todavía en la actualidad, el trono real de los soberanos de
Persia está sostenido mediante figuras de oro macizo que hacen las veces de
pilastras. La piedad y la gloria del monarca quedaban perfectamente
representadas con su palacio y el trono, levantado sobre el pedestal que sostienen
los súbditos.
En cambio, en el interior de la roca se
excavó una sencilla cámara, con algunas fosas en el suelo para los cadáveres de
toda la familia real. Los persas continuaron viviendo organizados
patriarcalrnente, incluso en las épocas de su mayor poderío, y el rey edificaba
una sepultura común para sí mismo y todos los suyos. Las tragedias de Esquilo,
en las cuales la reina madre del gran monarca desempeña un papel
principalísimo, reflejan la participación de las mujeres del harén real en los
negocios del Estado. La misma participación se descubre en los escritos de
Jenofonte, que estaba muy bien informado por haber servido como mercenario en
el ejército persa. Esto explica en parte el carácter familiar de las tumbas
reales persas.
En el mismo llano de Pasargada se halla la
tumba de Ciro, que murió el año 528
a .C.; permanece casi intacta y muestra ya los ensayos de
un arte persa ecléctico imperial. El conjunto arquitectónico de Pasargada se
encuentra dominado por esta edificación. Su ubicación permite que el nombre del
fundador del Imperio persa permanezca en la memoria del visitante. Fue tan
importante en la Antigüedad que el propio Alejandro Magno se entretuvo en
restaurarlo y adornarlo interiormente con tapices. Es un edículo funerario que
se levanta sobre un pequeño basamento escalonado, cuya altura total no llegaría
a once metros, con seis escalones, los tres inferiores, más altos que los tres
superiores, pueden entenderse como la terraza donde se levanta el edificio; su
valor consistía principalmente en las reliquias que encerraba, con el sarcófago
real del padre de los persas.
⇦ Dignatarios medo y persa, en Persépolis. Relieve de principios del siglo v a.C., que muestra a dos importantes personajes; uno persa a la izquierda y el otro medo a
Posee una forma de casa cuadrangular que
tiene una cubierta a doble vertiente. Los muros son de piedra maciza, de un
metro y medio de espesor aproximadamente. La cámara sepulcral mide 6AO X 5,35 metros y estaba
cubierta por un techo plano que se muestra al exterior en dos pendientes, lo
que da al edificio un aspecto poco orientat casi helénico. La puerta era doble
y estaba dispuesta ingeniosamente para que no pudiera entrar más que una
persona, y aun cerrando tras sí la primera puerta, pues de lo contrario no
podía abrir la segunda.
El sepulcro estaba encerrado en el interior
de un recinto, con un pórtico del que se ven pocos rastros. De todos modos,
cabe destacar que esta pequeña construcción singular no tuvo imitaciones en el
arte persa, sino que se trata de una muestra de arte funerario excepcional por
doble motivo: su importancia artística y la ausencia de obras de estilo
parecido. Efectivamente, Darío y sus sucesores labraron sus sepulturas reales
según otro tipo completamente nuevo y original, que poco tiene que ver con el
que se acaba de describir. El sepulcro de Ciro tiene más relación con las
típicas construcciones funerarias de Lidia y demuestra que ya en tiempos del
fundador se habían ido a buscar elementos en las provincias griegas de Asia.
Este tipo de edificio funerario no tuvo una gran acogida por parte de los aqueménidas. Hay quien ve en esta construcción cierta inspiración en el zigurat mesopotámico, por la escalinata, y alguna inspiración helénica en la forma principal del edificio, con la cubierta a dos aguas. No se conocen más ejemplos de esta tipología arquitectónica funeraria.
Según Herodoto Ciro murió a manos de la
reina de un país vecino, que invadió al ser rechazado por ella. La reina tras
derrotarle, le ahogó sumergiéndole la cabeza en sangre. Posiblemente esta tumba
nunca contuvo los restos del monarca.
Otro tipo de construcción funeraria es el
hipogeo, como la tumba de Darío en Naqsh-i Rustam, en la que es apreciable la
influencia egipcia. Las tumbas egipcias, al contrario que las persas, se
construyeron lejos de las ciudades, en lugares apartados dedicados exclusivamente
a albergar las tumbas de los distintos faraones de la dinastía. En el caso
de la arquitectura persa, se colocaron las tumbas en un lugar próximo al
palacio de Persépolis, en los acantilados de Narqsh-i Rustam.
⇦ lbex alado (Musée du Louvre, París). Fantástica pieza de orfebrería de plata incrustada de oro. Se trata del asa de un gran jarrón realizado con mucho virtuosismo técnico. La influencia griega es muy manifiesta, especialmente en la máscara ornamental griega coronada por una palmeta sobre la que se apoyan las dos patas inferiores del animal. El asa gemela se conserva en el Museo de Berlín. Mide
Fuente:
Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat.
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