El Neoplasticismo fue creado en
la ciudad holandesa de Leiden por Piet Mondrian y Theo van Doesburg, fundadores del grupo De
Stijl, en 1917. Ambos buscaban la pureza plástica total trabajando con
formas geométricas regulares y ángulos rectos y utilizando colores primarios
(el amarillo, el rojo y el azul) y neutros (el blanco y el negro).
Mondrian, que había llegado a la
abstracción por la vía del cubismo, recibe dos influencias fundamentales en la
evolución de su obra. Una surge del ámbito pictórico y se debe a las
composiciones del pintor Bart van der Lek, cuyas reducciones a base de planos
de colores puros marcarán la trayectoria de su nuevo estilo.
La otra aportación procede del
campo filosófico. Toda su obra posterior va a estar marcada ideológicamente por
la teosofía de raíz neoplatónica formulada por el matemático Dr. Mathieu
Schoenmaekers, corriente de pensamiento místico muy en boga en Holanda durante
la Primera Guerra Mundial, que propugnaba el rechazo a la realidad material en
favor de otra más superior y espiritual.
El teósofo Schoenmaekers, en su
ensayo de 1915, La nueva imagen del mundo,
escribía: "Los dos extremos absolutos fundamentales que conforman nuestro
planeta son: la línea de fuerza horizontal, es decir, la trayectoria de la
Tierra alrededor del Sol, y el movimiento vertical y profundamente espacial de
los rayos que tiene su origen en el centro del sol. Los tres colores
principales son el amarillo, el azul y el rojo. No existen más colores que
ellos".
En su pintura, Mondrian, activo
miembro de la Sociedad Teosófica holandesa, seguirá estos principios de manera
muy estricta. Nunca abandonará la estructura de las líneas y los colores
primarios. En sus obras se fusionan los dos elementos, elaborando un lenguaje
plástico singular, liberado ya de todo individualismo, con el declarado
propósito de "dar forma a las matemáticas".
En un escrito publicado en la
revista De Stijl, en enero de 1918,
ya propugnaba la necesidad de limitarse "a los tres colores primarios más
el blanco, el negro y el gris". Para el artista, "en la pintura real
abstracta, el color primario sólo quiere decir que actúa como color básico. Por
lo tanto, el color primario aparece de forma muy relativa; lo esencial es que
se libere de lo individual y de las sensaciones individuales y que sólo
manifieste la emoción serena de lo universal".
En su Composición con rojo, amarillo y azul (Composition with red, blue andyelow), de 1935, se aprecia
perfectamente esta depuración de las formas. Ese orden abstracto de rectángulos
dentro de un orden basado en líneas que se cruzan siempre en ángulo recto
alojando en los espacios cuadrangulares los tres colores (el azul, el rojo y el
amarillo) que, con el blanco del fondo y el negro de las rayas, serán los
únicos elementos que Mondrian utilizará durante muchos años, desde 1921 hasta
1941, cuando decide establecerse en Nueva York huyendo de los desastres de la
II Guerra Mundial.
En la presente obra, el artista
traza sobre el blanco de la tela líneas negras horizontales y verticales que
determinan una trama de cuadrados y rectángulos, tres de ellos los ilumina con
el rojo, el amarillo y el azul. Mondrian busca representar el cuadro en las dos
dimensiones y evita crear la ilusión de profundidad, por eso omite cualquier
línea curva o diagonal, porque representan la perspectiva.
El resultado es un cuadro
perfectamente equilibrado, en donde el color, la forma y la disposición están
estudiados según un perfecto orden mental, remitiéndose a las premisas teóricas
expuestas en dos de sus ensayos: El arte
y la vida (1930) y Arte plástico y
arte plástico puro (1937).
La simplicidad de este lenguaje
ha influido notablemente en el diseño y la arquitectura del siglo XX. Al hablar
de este estilo se ha de señalar el interés hacia la arquitectura oriental,
principalmente japonesa, pues las obras de Mondrian parecen relacionarse con
estos espacios interiores.
Composición con rojo, amarillo y azul, de 55 x 55 cm, se conserva
en la Tate Modern de Londres.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.