Esta escena se hallaba en la predela del retablo de San Zenón de la iglesia del santo, en Verona, de donde fue llevado a Francia como botín napoleónico. Los esbirros, guiados por Judas, parecen penetrar en la quietud e intimidad de este paisaje de tonos cálidos, donde las figuras de Jesús y los Apóstoles justifican las palabras de Vasari acerca del artista: "Supo tratar los escorzos de abajo arriba, cosa ésta ciertamente difícil y caprichosa".
(Museo de Bellas Artes, Tours).
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.