Tras su formación autodidacta en tierras italianas, Holbein regresó a Suiza en 1519 para ingresar en la corporación de pintores nacionales. Ese mismo año pintó este retrato que iniciaría una larga serie de encargos para este joven jurista que salvó de la quema de los iconoclastas varios cuadros del autor. En agradecimiento, Holbein le encomendó gran parte de su colección personal, que posteriormente ampliaría y gestionaría su propio hijo.
(Kunstmuseum, Basilea).
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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