La danza es un tema recurrente en
la obra de Edgar Degas, y a él dedicó más de la mitad de su obra, entre
pinturas y esculturas. Si bien pintó varios cuadros representando bailarinas en
escena, el artista sentía especial predilección por los ensayos y los
descansos. Quizás parte de este interés se revela en las analogías que existen
entre el ballet clásico, un arte que requiere gran precisión y equilibrio,
donde la perfección sólo se alcanza con la práctica y la repetición
sistemática; y el estilo y la metodología pictórica de Degas, de una elevada
precisión.
La clase de danza (La classe
de danse) es una de las pinturas donde Degas comienza a describir el
movimiento de forma magistral. Se trata de una composición cuidadosamente
construida. La escena se desarrolla en una pieza organizada según una
perspectiva muy marcada que permite una lectura clara del espacio. En el centro
del salón se encuentra Jules Perrot, un famoso profesor de danza que, junto con
su compañera María Taglioni, había sido la estrella del ballet parisiense.
El maestro tiene un bastón y
parece estar hablando con la bailarina enmarcada por la puerta o refiriéndose
con algún comentario a ella. Sin embargo, Perrot no consigue captar la atención
de toda la concurrencia: el grupo de bailarinas del fondo adopta posturas
relajadas y no parece prestarle demasiado interés. Podemos observar que estas
bailarinas se encuentran acompañadas de sus madres, como era costumbre
entonces, puesto que en el París de la época el ballet no era una actividad
respetable y muchas bailarinas caían en el ejercicio de la prostitución.
Dentro del grupo del fondo, la
muchacha situada de pie con los brazos en jarras repite la pose de la bailarina
del primer término, creando de este modo una sutil diagonal que sigue la línea
del entablado. Las paredes están pintadas de verde, y las columnas de mármol se
repiten en sucesión vertical dirigiendo la vista hasta el fondo de la estancia,
donde una bailarina de pie sobre la plataforma ajusta su collar.
En la inclinación del suelo y el desequilibrio y la asimetría de la composición, se aprecia la influencia de los grabados japoneses que afectaba entonces a las vanguardias. El contraste entre el espacio vacío de la parte inferior derecha del lienzo es un recurso que aparece a menudo en los trabajos de Degas, así como la composición diagonal, bien determinada en este caso por las líneas del entablado del suelo, que conduce hacia el fondo la mirada.
Las cálidas tonalidades terrosas
aportan una atmósfera de intimidad que contrasta sutilmente con los vivos
colores de los lazos de las jóvenes que aparecen en primer plano. Entre éstas,
vale la pena observar en detalle el asombroso realismo con que se rasca la
espalda la bailarina sentada sobre el piano, a la izquierda, para comprender
por qué Degas estaba considerado uno de los mejores dibujantes de su
generación.
El encuadre de esta pintura es
producto de la técnica fotográfica de la cual se sirvió el pintor con
frecuencia en la realización de su obra. Degas comenzó el óleo en 1873 y lo
concluyó entre 1975 y 1876; mide 85 x 75 cm. y se encuentra expuesto en el
Musée d’Orsay, París.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.