El Museo Thyssen acoge la obra de un pintor que sabía tanto de moda como de pigmentos. poses y pinceles. Prescriptor y visionario.
'Bajo el toldo. Zarauz· (1910). Sorolla fue el gran pintor del veraneo elegante. vinculado al color blanco, a las gasas. a los linos. que era ya alta moda". explica el comisario de la exposición. Eloy Martínez de la Pera.
“Hoy
he encargado un traje de calle para las tres, el tuyo es muy bonito y creo que
estarás guapísima, es azul oscuro", escribía desde París Joaquín Sorolla
(Valencia, 1863) a su esposa Clotilde García. "Para ellas (su mujer y sus
tres hijas) el pintor fue una especie de personal
shopper de una sofisticación increíble", apunta Eloy Martínez de la
Pera, comisario de la exposición Sorolla
y la Moda que a partir del 13 de febrero podrá verse en el Museo Thyssen
Bomemisza y el Museo Sorolla, ambos en Madrid. Se cuenta que el pintor estaba
tan interesado en la moda que dibujaba en las servilletas y los menús de los
cafés los trajes, sombreros y guantes que veía en sus viajes para que su mujer
y sus hijas los encargaran a sus modistas de Madrid. "Compró a su hija Elena
un vestido Delfos de Mariano Fortuny solo un año después de que lo creara el
diseñador, lo que nos dice que Sorolla estaba muy bien informado", cuenta
Martínez de la Pera.
Por
primera vez se podrán ver entre 65 y 70 retratos que pertenecían a colecciones
privadas y 55 piezas de vestuario. Han tenido grandes colaboradores en el
rastreo de estas piezas, especialmente Blanca Pons Sorolla, nieta del pintor
y" la persona que más conoce la ubicación de toda la obra de su
abuelo", en palabras de Martínez de la Pera. "Hemos encontrado piezas
de indumentaria muy real en colecciones de familias españolas que perfectamente
podrían haber sido las que utilizó Sorolla en sus retratos. La mayoría son
vestidos largos de noche, con bordados impresionantes, porque un personaje
cuando quería ser retratado se ponía sus mejores galas", explica.
Si
hasta ahora las exposiciones del pintor valenciano privilegiaban sus paisajes y
su modo de tratar la luz, esta muestra se centra en una disciplina que lo
consagró en vida como un hombre de éxito. "Retrató a la burguesía europea
de principios de siglo y a buena parte de los industriales que se instalaron en
la Costa Este de Estados Unidos. Era un pintor muy cotizado porque embellecía
al retratado, daba la correcta importancia a la apariencia estética, él mismo
vesría muy bien, en sus fotos trabajando en el estudio aparece tan perfecto que
dudamos de si estaba posando o si trabajaba así, impecable, con su traje
perfectamente cortado, sus chalecos, sus corbatas", explica.
La
muestra marca su punto de partida histórico y estético en 1889, con la
Exposición de París, ciudad referencia de la moda, donde empieza a pasearse una
mujer más helénica, moderna y con cierto gusto por lo oriental. "Es una
etapa fundamental en la historia de la moda. Diseñadores como Paul Poiret y
Mariano Forruny empiezan a desatar a la mujer. Se olvidan las crinolinas y los
corsés", indica el comisario de la exposición. Es también el momento de
Worth, el modisto que empieza a firmar sus creaciones; hasta entonces ninguno
lo hacía. "En la muestra ya se verán piezas con nombres propios, Lanvin,
Fortuny, Poiret, que etiquetan sus vestidos porque empiezan a reconocer el
valor artístico de su obra", agrega. Lo cierto es que la moda empieza a
parecerse a lo que hoy conocemos. Llegan las revistas que publican figurines
idénticos en París, Londres o Madrid y los grandes telares reproducen los
tejidos de manera industrial, por lo que el mismo vestido que una americana
podía llevar en la Costa Este se lo podía encargar exacto y al mismo tiempo una
parisina.
'Ciotilde con traje negro' (1906). Para Sorolla posaron grandes nombres de su tiempo como Juan Ramón Jiménez. el rey Alfonso XIII. Ortega v Gasset o Vicente Blasco lbáñez.
"Sorolla
fue como un Irving Penn o un Helmut Newton, buscaba lo mismo que ellos: usar la
moda para exaltar la belleza femenina", dice Martínez de la Pera. En la
exposición se verán piezas de interiorismo, sillones, sillas, jamugas que usaba
el pintor para hacer parecer bellas y elegantes a mujeres que no siempre lo
eran. "Usaba el mobiliario para posicionar a sus retratadas, las mandaba
sentarse, girar el torso o sacar los hombros para conseguir lo mejor de ellas.
Todo esos requiebros de posturas de blogueras y alfombras rojas ya los hizo So
rolla hace 120 años y son piezas de museo. Nada nuevo bajo el sol.