Hablar de los orígenes de la pintura
supone hablar del porqué del arte, de cómo se origina. Parece ser, pues, que ha
de buscarse en el momento en que nuestros antepasados empezaron a concebir sus
objetos o su vida con una intención más allá de la funcionalidad. Desde el
descubrimiento de las primeras muestras de este arte en Altamira hasta la
actualidad, se han realizado numerosos descubrimientos que han ayudado a configurar
un cierto esquema histórico y artístico para el estudio de esta pintura,
cierto, pero también para enfatizar su relatividad.
Fundamentalmente,
en el momento de estudiar este tema, se suele reducir al ámbito europeo -prácticamente,
todo el continente- y mediterráneo, a pesar de existir otras zonas tan
interesantes, como el caso de las pinturas halladas en Argelia, en
Tassilin-Azyer. No obstante, suele ser el arte reunido en la zona de la cuenca
cantábrica y del sur de Francia la que más ha atraído la atención de
arqueólogos e historiadores.
Relieve sobre piedra de una yegua y un búfalo, fechado en el Paleolítico, procedente de Le Roc-de-Sens. El solutrense que podría denominarse "clásico" se extendió por Francia, Gran Bretaña, Portugal y el norte de España. El origen africano, o el origen en la Europa occidental son las teorías que se manejan para cifrar el antecedente del mismo. La cortedad de las patas y la cabeza pequeña eran características del solutrense inferior.
Es difícil establecer una cronología para un abanico temporal tan amplio. Más que los habituales Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, en el campo de la Historia -o "Prehistoria"- del Arte se suele hablar de términos como auriñaciense y magdalaniense, fijados por el abate francés H. Breuil. Con ellos se refería a dos de las grandes zonas y épocas del período paleolítico (a lo que habría que añadir el término de arte esquemático levantino, ya en época neolítica, como se puede ver en la Cueva de la Cocina, en Valencia). Así pues, las primeras pinturas aparecen en el Paleolítico superior tardío, hace unos 25.000 años, sobre todo en Francia, en España y en los Urales.
Es difícil establecer una cronología para un abanico temporal tan amplio. Más que los habituales Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, en el campo de la Historia -o "Prehistoria"- del Arte se suele hablar de términos como auriñaciense y magdalaniense, fijados por el abate francés H. Breuil. Con ellos se refería a dos de las grandes zonas y épocas del período paleolítico (a lo que habría que añadir el término de arte esquemático levantino, ya en época neolítica, como se puede ver en la Cueva de la Cocina, en Valencia). Así pues, las primeras pinturas aparecen en el Paleolítico superior tardío, hace unos 25.000 años, sobre todo en Francia, en España y en los Urales.
Para
establecer estas dataciones, se han usado diferentes medios, como la
estratigraficación. Pero como la gran parte de las muestras pictóricas
prehistóricas es de tipo parietal, se han de señalar otros medios más efectivos
como el estudio de las superposiciones -de unos dibujos sobre otros-; por la
comparación entre las diversas manifestaciones pictóricas de la época en los
más variados soportes; así como a la comparación de los animales representados;
o el análisis de los restos orgánicos -que pue dan
estar presentes en las superficies pintadas o en los pigmentos usados para su
realización-.
Relieve que representa a un carnero, del período solutrense procedente de Le Roc-de-Sens en Charente (Francia). El solutrense, representado especialmente en el suroeste de Francia y en España, se sitúa (18000-15000 a.C.) entre el perigordiense y el magdaleniense, y se caracteriza por el preciso retoque de sus creacione
De todas maneras, el método que revolucionó todos los anteriores y que permitió una gran exactitud para lograr fechar las piezas fue el carbono 14, que apareció en la década de 1950.
De todas maneras, el método que revolucionó todos los anteriores y que permitió una gran exactitud para lograr fechar las piezas fue el carbono 14, que apareció en la década de 1950.
Como
ya se ha señalado anteriormente, la pintura prehistórica se realizó
fundamentalmente sobre la pared de las cuevas o rocas sobresalientes donde se
cobijaba el hombre nómada del Paleolítico. Es por este motivo que recibe el
nombre de arte rupestre. No obstante, otras muestras no tan espectaculares de
pintura se hallan en objetos, exentos, pequeños y de fácil manejo, sobre hueso
o piedra (arte mobiliar).
Figura de un hombre león perteneciente al período auriñaciense. Esta escultura de marfil tiene 29,6 centímetros de alto y fue hallada en la cueva Stadel, cerca de Ulm (Alemania), en 1939, siendo restaurado hacia 1997. Su antigüedad es de 32.000 años. Representa un híbrido entre el hombre y el león y fue tallada utilizando un cuchillo de piedra. Que en la misma región fuera hallado otro ejemplar puede hacer suponer que estas creaciones formaban parte de la mitología del hombre en esa zona y esas fechas.
Fundamentalmente,
destacan tres zonas al respecto: la península Ibérica, el centro y sur de
Francia, y el sur de la península Itálica, siendo la zona francocantábrica
donde se halla el mayor número de cuevas conocidas - y de mayor calidad-, lo
que ha llevado a muchos a simplificar el arte de este período con la
denominación de" arte francocantábrico". Aparte de las famosas (y
magistrales) pinturas halladas en Altamira, en esta área pueden subrayarse las
existentes en Castillo, Lascaux o Niaux, que ofrecen el mismo interés.
Pinturas rupestres en la cueva de Lascaux. La escena compone una manada de animales. La cueva de Lascaux está considerada como la más importante entre las que contienen pinturas rupestres. Los animales representados son bisontes, vacas, caballos, toros ... En la antesala algunas de sus figuras miden más de cinco metros de largo.
Sean de donde sean, siempre se repiten unos mismos motivos en este tipo de grutas. Es el caso de una iconografía zoomorfa, con animales como ciervos, toros, cabras, carneros, mamuts, incluso algún pájaro y pez, aunque los más representados eran los caballos y los bisontes. En general, tenían algún tipo de relación con la caza. Y también pueden incluirse aquí a otros animales no reales o pertenecientes a especies conocidas, híbridos, como el famoso licornio que decora parte de la cueva de Lascaux.
Sean de donde sean, siempre se repiten unos mismos motivos en este tipo de grutas. Es el caso de una iconografía zoomorfa, con animales como ciervos, toros, cabras, carneros, mamuts, incluso algún pájaro y pez, aunque los más representados eran los caballos y los bisontes. En general, tenían algún tipo de relación con la caza. Y también pueden incluirse aquí a otros animales no reales o pertenecientes a especies conocidas, híbridos, como el famoso licornio que decora parte de la cueva de Lascaux.
El conjunto de Lascaux en Dordoña. Una de sus particularidades es la incorporación de diferentes colores, además del negro y el rojo característicos del Paleolítico. Destacan el amarillo, el ocre, el pardo y el carmesí. Cabe destacar el extraordinario movimiento con que están representados. En la imagen se observa la plasmación de animales frecuentemente representados en el arte paleolítico, como es el caso del caballo.
Aparte de los animales, otros temas que aparecen representados son signos (geométricos o no), a veces interpretados como esquematizaciones de objetos reales (armas, escudos, cabañas ...), en otras como símbolos sexuales masculinos y femeninos (vulvas, falos), pero en algunos casos resistiéndose aún a una clasificación en relación a un modelo naturalista. De hecho, el arte prehistórico osciló siempre -como un claro preludio de lo que sería el resto de la historia del arte- entre la figuración y la abstracción.
Aparte de los animales, otros temas que aparecen representados son signos (geométricos o no), a veces interpretados como esquematizaciones de objetos reales (armas, escudos, cabañas ...), en otras como símbolos sexuales masculinos y femeninos (vulvas, falos), pero en algunos casos resistiéndose aún a una clasificación en relación a un modelo naturalista. De hecho, el arte prehistórico osciló siempre -como un claro preludio de lo que sería el resto de la historia del arte- entre la figuración y la abstracción.
Fragmento de las famosas pinturas rupestres de la cueva de Lascaux, en Dordoña que, por su estilo, representan el apogeo de la escuela del Périgord. Este toro negro mide en total unos tres metros. Delante del hocico tiene un signo dentado y la silueta inconfundible de un caballo. Obsérvese la "perspectiva retorcida": el animal está de perfil, pero los cuernos aparecen de frente. Su expresionismo consigue gran tensión. Cronológicamente, se sitúa en el magdaleniense medio.
Pintura de la cueva de Lascaux (Dordoña, Francia), en la que se advierte la utilización de la típica perspectiva tordue (retorcida): los ciervos, de perfil, muestran los cuernos girados para que ambas puntas puedan ser vistas por el espectador. La cueva de Lascaux es un ejemplo de la perfección y la finura del arte magdaleniense.
El último gran tema iconográfico es el de la figura humana, tanto hombres como mujeres. No obstante, pueden señalarse la peculiaridad de la presencia de las manos, tanto en negativo como en positivo, de las que la mayoría son de niños y mujeres. Algunas aparecen como mutiladas, sin alguna de las falanges o incluso sin dedos; aún hoy en día se desconoce el porqué de esta situación. Otro grupo curioso de imágenes lo constituye el de figuras antropomorfas que parecen representar a "chamanes", de los que se hablará más adelante. Con todo, en muchos casos no constituyen escenas narrativas, sino simplemente son imágenes superpuestas.
El último gran tema iconográfico es el de la figura humana, tanto hombres como mujeres. No obstante, pueden señalarse la peculiaridad de la presencia de las manos, tanto en negativo como en positivo, de las que la mayoría son de niños y mujeres. Algunas aparecen como mutiladas, sin alguna de las falanges o incluso sin dedos; aún hoy en día se desconoce el porqué de esta situación. Otro grupo curioso de imágenes lo constituye el de figuras antropomorfas que parecen representar a "chamanes", de los que se hablará más adelante. Con todo, en muchos casos no constituyen escenas narrativas, sino simplemente son imágenes superpuestas.
Bisonte herido de la cueva de Lascaux (Dordoña). Una de las escenas más curiosas y conocidas de la cueva de Lascaux es la de un bisonte herido por una lanza y destripado, mientras carga contra la figura humana representada en la parte inferior, trazada de una forma esquemática. A la izquierda, un rinoceronte se aleja. Situado en el lugar más profundo de la caverna, el Pozo, cabe hablar de una representación esencialmente alegórica, quedando todavía hoy a oscuras su verdadero significado.
Cabra montés, pintura de la cueva de Lascaux (Dordoña, Francia). Es uno de los animales más representados en estacueva. Con formas esquemáticas, recuerda que la caza era especializada y que estos animales eran los preferidos por los cazadores de la época.
En cuanto al aspecto técnico de estas pinturas, se realizaban con materiales de tierras o minerales mezclados con alguna clase de material aglutinante (agua, resina ...). El resultado es que la mayoría de estas imágenes presentan una tonalidad negra y/o rojiza, colores aplicados mediante el uso de un pincel, o incluso con los dedos. Estos pigmentos a veces se empleaban con la intención de crear los perfiles del animal a representar, pero en otras ocasiones se pintaba también el interior, de forma plana o con modelado, o incluso se raspaba o se usaba el grabado. Este grabado se conseguía mediante el uso de algún instrumento punzante.
En cuanto al aspecto técnico de estas pinturas, se realizaban con materiales de tierras o minerales mezclados con alguna clase de material aglutinante (agua, resina ...). El resultado es que la mayoría de estas imágenes presentan una tonalidad negra y/o rojiza, colores aplicados mediante el uso de un pincel, o incluso con los dedos. Estos pigmentos a veces se empleaban con la intención de crear los perfiles del animal a representar, pero en otras ocasiones se pintaba también el interior, de forma plana o con modelado, o incluso se raspaba o se usaba el grabado. Este grabado se conseguía mediante el uso de algún instrumento punzante.
Fuente: Historia del
Arte. Editorial Salvat
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