En este retrato del matrimonio Lipchitz,
pintado en 1917, se observa una elegante estilización y el uso de formas que se
derivan claramente del arte primitivo (como esos ojos vacíos), a lo que se une
un juego de masas claras y oscuras, que no responden tanto a la concepción
cromática de los fauves, como a la descomposición que posteriormente
preconizaría el cubismo, una concepción que Modigliani no llevó a sus últimas
consecuencias porque para él la pintura debía ser, sobre todo, poesía.
(Institute of Art, Chicago)
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.