Freud pintó muchos
retratos de personajes famosos a lo largo de su carrera. La Reina es quizás su
tema más poderoso y mundialmente reconocible. Si bien Freud normalmente
trabajaba en grande, esta composición mide aproximadamente nueve y media por
seis pulgadas, lo que la convierte en una de sus pinturas más pequeñas. No
obstante, representa a la monarca británica como una presencia imponente. Toda
la composición está ocupada por su rostro. Un collartla de perlas adorna su
garganta, mientras que sobre su cabello blanco hay una corona enjoyada elaborada.
Los detalles simétricos en las joyas y el cabello marcan los parámetros del
cuadro y sirven como una especie de límite psíquico para la obra. La corona, un
artículo que Freud le pidió específicamente que usara para el retrato, domina
el borde superior de la imagen.
Después de acceder
a posar para el artista, la reina se reunió con Freud para una sesión en mayo
de 2000. Haciendo una excepción a su práctica habitual de concertar una cita en
el estudio, Freud viajó para las sesiones al Palacio de St. James en el
Convento de la Colección Real, donde posó para él en el estudio de conservación
de fotografías. El pequeño lienzo tardó más de seis meses en completarse y
finalmente se terminó en diciembre de 2001. Cuando estuvo listo para pintar la
corona, a la Reina, que tenía otras obligaciones, se le había acabado el
tiempo. Así que un modelo tuvo que ser utilizado. Freud, siempre un pararrayos
para la controversia, fue acusado de pintar a la Reina de una manera poco
halagüeña e indebidamente dura.
El proyecto generó
debate y recibió críticas mixtas (algunos lo vieron como un truco publicitario
barato de un artista con talento decreciente). Sin embargo, en su franca
observación de las facciones de la Reina, uno ve una cruda intensidad que Freud
había mantenido a lo largo de su carrera y se negaba a minimizar,
independientemente de su tema. Entre las interpretaciones más intrigantes de
este retrato, discutidas recientemente por el historiador de arte independiente
Simon Abrahams, está que la Reina es un sustituto simbólico del propio artista,
una especie de alter ego. Los rasgos envejecidos de la reina en este retrato
son notablemente similares a los del propio Freud, y la prensa británica se
quejó de que el retrato no se parecía en nada a ella, lo que añadía credibilidad
a la teoría.
Fuente: https://www.wikiart.org/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario.