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Reina Elizabeth II de Lucian Freud

Freud pintó muchos retratos de personajes famosos a lo largo de su carrera. La Reina es quizás su tema más poderoso y mundialmente reconocible. Si bien Freud normalmente trabajaba en grande, esta composición mide aproximadamente nueve y media por seis pulgadas, lo que la convierte en una de sus pinturas más pequeñas. No obstante, representa a la monarca británica como una presencia imponente. Toda la composición está ocupada por su rostro. Un collartla de perlas adorna su garganta, mientras que sobre su cabello blanco hay una corona enjoyada elaborada. Los detalles simétricos en las joyas y el cabello marcan los parámetros del cuadro y sirven como una especie de límite psíquico para la obra. La corona, un artículo que Freud le pidió específicamente que usara para el retrato, domina el borde superior de la imagen.

Después de acceder a posar para el artista, la reina se reunió con Freud para una sesión en mayo de 2000. Haciendo una excepción a su práctica habitual de concertar una cita en el estudio, Freud viajó para las sesiones al Palacio de St. James en el Convento de la Colección Real, donde posó para él en el estudio de conservación de fotografías. El pequeño lienzo tardó más de seis meses en completarse y finalmente se terminó en diciembre de 2001. Cuando estuvo listo para pintar la corona, a la Reina, que tenía otras obligaciones, se le había acabado el tiempo. Así que un modelo tuvo que ser utilizado. Freud, siempre un pararrayos para la controversia, fue acusado de pintar a la Reina de una manera poco halagüeña e indebidamente dura.

El proyecto generó debate y recibió críticas mixtas (algunos lo vieron como un truco publicitario barato de un artista con talento decreciente). Sin embargo, en su franca observación de las facciones de la Reina, uno ve una cruda intensidad que Freud había mantenido a lo largo de su carrera y se negaba a minimizar, independientemente de su tema. Entre las interpretaciones más intrigantes de este retrato, discutidas recientemente por el historiador de arte independiente Simon Abrahams, está que la Reina es un sustituto simbólico del propio artista, una especie de alter ego. Los rasgos envejecidos de la reina en este retrato son notablemente similares a los del propio Freud, y la prensa británica se quejó de que el retrato no se parecía en nada a ella, lo que añadía credibilidad a la teoría.

Fuente: https://www.wikiart.org/ 

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