Esculpido entre 1721 y 1732, este grandioso conjunto decorativo absolutamente integrado en la arquitectura del edificio queda perpetuamente iluminado cenitalmente por un orificio abierto en la bóveda del templo. Con esta obra, su creador manifiesta su hondo aprecio por el expresionismo barroco, aún latente en el rococó más manierista.
Catedral de Toledo
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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