Napoleón I con traje de Emperador, de François Gérard
(Deutsches Historiches Museum, Berlín).
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Napoleón Bonaparte era el segundo
de los ocho hijos del matrimonio formado por Charles Bonaparte y María Letizia
Ramolino. Su padre era un hombre emprendedor de origen toscano que había sabido
hacer fortuna en la ciudad natal de Napoleón, Ajaccio. Se supone que en el
ambiente en que se crio Napoleón era habitual cierta ostentación de lujo y se
imponía una jerarquía familiar en la que reinaba un padre orgulloso, del que
quizá heredara sus delirios el futuro emperador.
Y es que la figura del padre de
Napoleón es decisiva para comprender no sólo la psicología de éste sino para
entender el curso de su vida. Gracias a las influencias de su progenitor,
Napoleón consiguió entrar en la Escuela Militar del Campo de Marte de París, en
la que no se mostraría como un alumno especialmente sobresaliente y más bien
destacaría por su carácter algo taciturno.
Ya incorporado al ejército,
Napoleón siguió una carrera militar tan exitosa como fulgurante. Cuando aún no
tenía treinta años ya era un general famoso en toda Europa que además había
tenido el buen criterio de casarse con Josefina de Beauharnais, viuda del
general vizconde de Beauharnais.
La figura de Napoleón es sin duda
una de las más interesantes de la Historia. Fue capaz de modernizar un ejército
poco organizado y logró brillantes victorias militares que le permitieron
acumular más y más poder. Aunque, seguramente, el inicio del fin llegó el mismo
día que se autociñó la corona de emperador con la misma arrogancia que le
llevaría a perder todo lo que había conseguido.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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