En la zona del altiplano y valle
bolivianos, la arquitectura incaica sufre la superposición de elementos
locales, principalmente collas. Los restos más importantes se hallan en las
islas del Sol y de la Luna, en el lago Titicaca; en esta última, está el palacio
de Pilcocaina que tiene estructura
cuadrangular, y originalmente tenía dos pisos cubiertos con falsa bóveda. La
estructura es de piedra cortada y se hallaba recubierta por arcilla pintada de
rojo y amarillo. Asimismo en la isla del Sol está la Chincana, edificio similar al anterior, pero de planta asimétrica,
y el Templo del Sol, muy arruinado.
En la isla de la Luna, llamada también Coati, está el Templo de las Vírgenes. Tiene forma de “U”, en torno a un patio, y
las fachadas que se levantan sobre él tienen fina ornamentación a base de
puertas y hornacinas con dinteles escalonados.
Ruinas de Machupicchu (Cuzco). Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983, fue redescubierto por un arqueólogo de la Universidad de Yale en 1911 y posteriormente explotada con fines lucrativos y turísticos. Está considerado como el más espectacular monumento precolombino de América del Sur. Concebido como una serie de plataformas a modo de terrazas, adaptadas a la compleja topografía del terreno, presenta un aspecto singular debido al clima de la zona, que envuelve con una perpetua niebla la vista panorámica del lugar. La muralla que rodea el complejo se alza sobre las rocas a tres mil metros por encima del nivel del mar, enmarcando un conjunto de hasta ciento cincuenta edificios de diversa función, entre los que se han identificado varios templos, plazas y santuarios, interconectados por más de cien escalinatas de piedra a veces esculpidas íntegramente en un solo bloque de granito de hasta veinte toneladas de peso. En el subsuelo se ha hallado una complejísima red de canales de agua cuyas fuentes brotan de la propia roca incisa.
Templo del Sol (Machupicchu, Cuzco). El lugar destinado a los sacrificios rituales está construido al modo inca clásico, con las piedras cuidadosamente pulidas y unidas entre sí con precisión y solidez sin argamasa. Este excepcional sitio arqueológico, que parece crecer naturalmente de la mismísima roca, presenta los típicos sillares poligonales y un recubrimiento de adobe mezclado con piedras pequeñas para conferir volumen a las paredes.
La ciudadela de Incallacta, en las estribaciones de
lntihuatana (Machuplcchu, Cuzco). En el centro de una hondonada en la antigua ciudadela se alza una columna, en forma de tetraedro tallada en la roca desde el suelo, que servía de reloj solar. Cada ángulo indica los puntos cardinales, y por la sombra proyectada sobre la base se podían definir las estaCiones, las horas, los eclipses y los solsticios. El intihuatana es el eJe central de toda construcción religiosa del imperio inca y generalmente medía entre uno y dos metros de altura y dos de ancho.
Ruinas de lngapirca (Cañar, Ecuador). Todo el complejo arqueológico que comprenden los restos de este templo abarca un cementerio, varios observatorios solares, los aposentos de los sacerdotes, depósitos de agua, plazas, bodegas, un mausoleo, una zona de baños, un aposento donde se albergaba exclusivamente a las doncellas escogidas y un precioso jardín, todo ello interconectado por una red de caminos y patios. Se cree que lngapirca no fue tan sólo una fortaleza militar sino que sirvió también como centro administrativo y religioso, ya que en el lugar se oficiaban habitualmente algunas ceremonias de culto al Sol.
La última fortaleza incaica en territorio boliviano es Samaipata, situada en el departamento de Santa Cruz, en tierra de chiquitanos. Aunque la tradición la supone construcción militar, su estructura se corresponde en todo al estilo ceremonial rupestre ya descrito. Se trata de un montículo de
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario.