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Artistas de la A a la Z

Figurillas de barro

No se puede dejar de hacer referencia a una de las manifestaciones artísticas más idiosincrásicas que los mayas produjeron. De este modo, una síntesis del arte maya, por breve que sea, no puede ignorar las maravillosas esculturas que, pese a su reducido tamaño y a lo deleznable del material en que se hicieron, no dejan de ser obras maestras de escultura: las figuras de barro.

Acostumbrados como se está, quizá, a hablar de grandes obras de arte cuando éstas suponen inmensos edificios, el empleo de materiales nobles o el trabajo de meses o años, las magníficas figurillas de barro que realizaban los mayas hacen comprender que el arte es, por suerte, mucho más que las grandes obras.

Plato de cerámica. Durante el período clásico tardío del arte maya, comprendido entre los años 600 y 900 d.C.. la pintura en cerámica pasó del simbolismo animal y de la abstracción geométrica de sus ornamentos a una fase más naturalista cuyas temáticas trataban generalmente de ritos ceremoniales o escenas de la vida cotidiana, como señores acaudalados recibiendo ofrendas del pueblo, jerarcas atendiendo a grupos de guerreros o vasallos, mercaderes exponiendo su mercancía, o escenas de caza. En este detalle de un plato de cerámica pueden apreciarse todas las técnicas decorativas utilizadas por el estilo Tepeu, desde la incisión y el grabado hasta el modelado, aderezado con unos vivos motivos policromados. 

Vasija con escena acuática (Museum of Fine Arts, Houston). Realizada en terracota y estuco pintado, este cuenco procedente de El Petén es un ejemplo excelente de la sensibilidad decorativa de los artesanos mayas del período clásico. El estilo ligeramente primitivista de las figuras representadas recuerda la sutil belleza de la cerámica oriental. 

⇦ Mujer en actitud piadosa (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Esta figura de terracota procedente de Jaina, en Campeche, representa a una mujer de la más alta escala social maya, a tenor de su vestido y la diversidad de sus joyas, tanto por la diadema con cuentas, el ancho collar, los gruesos pendientes y los lujosos brazaletes que adornan sus muñecas. Hecha originariamente en molde policromado, probablemente sirvió como amuleto religioso u ofrenda en algún acto ceremonial funerario. 



Estas figurillas de barro han aparecido en numerosos sitios de los territorios que debieron de habitar los mayas, pero particularmente se han encontrado numerosos ejemplares en Palenque, Jonuta y sobre todo Jaina. A grandes rasgos, estas figurillas, ya sea modeladas a mano o hechas en molde, acaso policromadas todas, ofrecen una variedad increíble de seres (animales, vegetales, humanos, sobrenaturales), una extraordinaria fantasía en el atuendo, una notable diversidad de individuos (hombres, mujeres; señores y gente común; sacerdotes, deidades; parejas humanas o mixtas -hombre o mujer con un animal-, enanos, jugadores de pelota, guerreros, tejedoras, seres atacados por alguna enfermedad o con deformación corporal, etc.).

⇦ Figura de terracota. La feroz expresión del rostro del personaje representado da a entender que se trata de un guerrero maya. En la escultura se ven claramente las marcas de los tatuajes faciales y la boca torcida del mismo, al que han tocado con una cabeza de cérvido en posición vertical, con la quijada apuntando hacia arriba. Procedente de la isla de Jonuta, la escultura está fechada en el período clásico tardío y es una buena muestra del cambio que estaba originándose en el arte del modelado, haciéndose cada vez más habituales las representaciones de seres grotescos, ya sea por su expresividad como por una malformación física, o bien por la variopinta vestidura, muy fantasiosa y amenazadora.



De nuevo el culto a la muerte vuelve a jugar un papel importante en el arte precolombino. Fabricadas para acompañar a los muertos en la sepultura, quizás a su propia imagen, son representaciones de la vida, por su realismo, su autenticidad, el extraordinario sentido de observación que revelan, la facilidad con que se expresó el artista, o, mejor dicho, toda una legión de artistas desconocidos. Por tanto, se convierten, cientos de años después, en magnífico testimonio de la vida cotidiana de los mayas en los territorios en los que se han hallado.


Urna funeraria con tapa , fefiniforme (Museo Popal Vuh, Guatemala) Procedente de lxil, en Quiche, esta pieza de cerámica policromada honoraba al dios jaguar, símbolo maya del mundo nocturno. 

Juego de pelota (Worcester Art Museum, Massachusetts). En este modelo de cerámica procedente del sur de México se ha representado una escena coral de juego, ritualizado por el pueblo maya con una significación cosmológica. Sentados en unas gradas, unos cuantos personajes observan el ceremonial, que simbolizaba el paso de los astros y el sol, en la forma de la pelota, como fuente de vida. 

El arte maya se expresó en multitud de facetas artísticas, como la arquitectura monumental, la escultura o el modelado del estuco y la arcilla, la pintura en los muros o en la cerámica, el tallado de la madera o el grabado de los huesos. Asimismo, tanto los grandes conjuntos arquitectónicos, las estelas de hasta diez metros de altura, los altares monolíticos de varios metros cúbicos, el gigantesco sarcófago palencano de veinticinco toneladas de peso, los murales cubriendo toda la superficie interior de un templo, como los mosaicos y las más pequeñas joyas de jade, las estatuillas de barro o hueso, las escenas pintadas en el fondo de platos, todas las formas y técnicas en que se materializó el genio creador de los mayas, atestiguan que su arte -a nivel universal y en parangón con el arte de las civilizaciones del Viejo Mundo y del resto del continente americano-fue indiscutiblemente un gran arte de la antigüedad. Reconocerlo como tal y difundirlo es un acto elemental de justicia.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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