Shiva, escultura india del siglo XIII. |
Shiva es la tercera persona de la Trinidad hindú, que queda completada por Vishnu, el que conserva, y Brahma, el creador. Curiosamente, Shiva, el destructor, apenas aparece nombrado en el Rigveda o Veda de las estrofas, libro escrito entre la segunda mitad del II milenio a.C. y el año 800 a.C. Esta obra forma parte de las cuatro colecciones sagradas del vedismo y acaso sea la más relevante porque prácticamente contiene las doctrinas básicas del brahmanismo.
Volviendo a la figura de Shiva, el destructor, es interesante observar que este dios ha pasado de estar poco citado en el Rigveda a ser el dios supremo del sivaí de la actualidad, y de él ha surgido una forma de bramanismo, denominada shivaísmo, que tiene al “destructor” como dios supremo.
De todas formas, el apelativo de destructor puede confundir a la hora de juzgar a este dios de la Trinidad hindú. Shiva es el destructor, pero también es fecundador y constructor. Es decir, destruye para luego poder edificar de nuevo. Por ello, se le ha pintado y esculpido como el fuego devorador y la tempestad que todo lo arrastra.
Las representaciones de Shiva son una auténtica maravilla del arte hindú, pues este dios aparece normalmente con cuatro manos, que sostienen algunos de sus instrumentos más característicos, como el hacha y el tridente, y presenta un tercer ojo colocado en orientación vertical en medio de la frente. Por otro lado, suele aparecer acompañado de varias serpientes, a modo de adorno, y su peinado acostumbra a estar decorado con una hermosa luna en cuarto creciente.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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