David (Museo de la Academia, Floren-
cia), Miguel Ángel parece inspirarse en
Hércules, acaso como símbolo de las
virtudes cívicas renacentistas: fortezza
e ira.
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La enorme estatua de David
confirmó a Miguel Ángel Buonarroti como el artista más prestigioso de su
tiempo.
En 1501, la ciudad de Florencia
pasó a ser una república, y el 16 de agosto del mismo año, Piero Soderini, el
primer canciller de la nueva república, encargó a Miguel Ángel el David. El artista debía esculpir en un
enorme bloque de mármol ya trabajado e inacabado, pues anteriormente en el 1460
fue confiado sin éxito a Agostino del Duccio y, posteriormente, a Antonio
Rossellino. Por tanto, la pieza, en desuso desde entonces, tenía de por sí unas
proporciones que limitaba la libertad de composición. Pero a pesar de la
inconveniencia Miguel Ángel muestra, incluso en esta obra primeriza, las
características de la dicción manierista.
La poderosa energía gestual
concentrada de la figura, la gestualidad terrible, que sus contemporáneos
llamaron la terribilitá, la cabeza
grandiosa de mirada altiva; la mano robusta y algo exagerada y la perfección
anatómica de la musculatura, con una gran tensión vital, hicieron de esta obra
la más emblemática del artista.
Esta disposición del cuerpo a la
vez reposado y tenso difiere de otras versiones que sobre el rey hebreo se
habían hecho. Miguel Ángel presenta una figura desafiante, muy lejos del amable
y diminuto héroe infantil realizado años antes por Donatello. Miguel Ángel
cambió la perspectiva del mito. Ahora toda la energía del cuerpo es transmitida
con un gesto contenido, sin ostentación de movimiento, tan sólo enmarcado por
el súbito volver de la cabeza y el brazo doblado hacia el hombro.
El rostro con su expresión
pensativa y atenta no representa la acción, sino que espera con actitud
enérgica el momento de atacar al gigante Goliat. Su desproporcionada mano
sostiene la piedra y la honda cuelga sobre su espalda. El artista refleja el
breve instante de reflexión en la cara del héroe que con el entrecejo fruncido
muestra una intensa concentración. Miguel Ángel no muestra todavía a un David
vencedor sino precisamente el momento que precede al desencadenamiento del
acto.
Tanto las medidas colosales como
su desnudez hacen referencia directa a la antigüedad. Delante del David es
imposible no recordar las atléticas esculturas griegas. Con esta obra, Miguel
Ángel logró superar toda la estatuaria antigua conocida, alcanzando la cima del
clasicismo.
Este gigante se convirtió en el
símbolo de la victoria de los florentinos. El tema de la figura bíblica de
David se adecuaba perfectamente a la nueva situación que se iniciaba en
Florencia tras las turbulencias políticas de los años anteriores.
Hacia los primeros meses de 1504,
el David fue colocado en la plaza de
la Signoria, en el centro de la ciudad, junto a la puerta del Palazzo Vecchio,
en el sitio que debía ocupar la Judit
de Donatello. Al principio, estaba destinado a decorar uno de los contrafuertes
de la fachada de la catedral de Santa
María del Flore, pero el clamor del pueblo obligó a que una comisión,
nombrada al efecto y en la que intervinieron artistas como Botticelli y Leonardo da Vinci, decidiera darle un lugar más honorífico.
Actualmente, el David original de
Miguel Ángel, de 410 cm de altura y un total de 434 cm con la base, se
conserva, desde 1873, en la Galería de la Academia de Florencia mientras que en
la Plaza de la Señoría puede verse una copia.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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