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El rococó en la porcelana

En la porcelana y en las piezas de cerámica en general -que entonces ofrecen tanta variedad y riqueza en toda Europa- halló el rococó un amplísimo campo para su aplicación. Sin duda, se trata de uno de los campos que le fueron más propios a este nuevo estilo y en los que mejor pudo y supo desarrollar las características que le son propias. Esa materia cerámica presenta en la historia de su desarrollo europeo durante el siglo XVIII tantas concomitancias con lo que aquí estamos tratando, que no es exagerado afirmar que, a través de ella, puede seguirse perfectamente la evolución de aquel estilo.

⇦ Tintero de María Antonieta (Residenz Museum, Munich). El contraste entre el color verde de la porcelana de Sèvres y los dorados de la base conforman una delicada armonía en la composición de este tintero, que formó parte de los enseres personales de la reina.  



Materia exótica ya apreciada de antiguo como una rareza (por sus cualidades de dureza, transparencia y blancura, así como por la finura de su adorno pintado), durante más de un siglo, en todos los países europeos la estima por la porcelana china creció avivada por la importación que de ella se hacía, primero (en el siglo XVI) a cargo de los portugueses, y desde 1602 por la Oost-Indisches Compagnie holandesa, a través del puerto de Amsterdam, verdadero emporio de aquel "oro blanco", adonde anualmente llegaban piezas chinas en cantidades ingentes. Años más tarde, se importó también a Francia e Inglaterra por la Compagnie des Indes Orientales y la East India Company, dedicada también al comercio del té, y aún, posteriormente, fueron navíos suecos y daneses los que realizaron su transporte a Europa.


⇨ Diana y Endimión (Museo Arqueológico Nacional, Madrid). Tras la coronación de Carlos III como rey de España en 1759, todos los talleres de artesanos de la manufactura ceramista de la corte se trasladaron desde Capodimonte hasta el Casón del Buen Retiro, cerca de Madrid. La fábrica, levantada sobre la antigua ermita de San Antonio, tenía a su alrededor un precioso jardín mantenido con las donaciones de Ricardo Wall. Las figuras, de aire chinesco, como era la moda en Europa, presentaban un primoroso modelado y un colorido brillo.  



El prestigio alcanzado por los búcaros, vasijas, figuritas y cuencos importados de China, ya en el siglo XVII había provocado en Europa una gran actividad de probaturas con vistas a lograr la obtención de esa sustancia, cuya composición se ignoraba. Multitud de artistas dedicaron tiempo y energías en realizar un descubrimiento con el que pretendían obtener no poco sustanciosos réditos. De este modo, los intentos para "descubrirla" se multiplicaron desde aquellas fechas en Inglaterra, Holanda, Francia y Sajonia.

Esta actividad desembocó, en Francia, en el descubrimiento de una materia que era, en el fondo, de composición vítrea, la llamada porcelaine de pâte tendre. Realmente, no era auténtica porcelana, sino una porcelana imitativa, con la que se conformaron las manufacturas (oficiales o privadas) que en el curso de la primera mitad del siglo XVIII fueron apareciendo en los países del occidente de Europa. Los porcelanistas ingleses descubrieron, por su parte, en 1748 (en la fábrica instalada en Bow), una variante de esa porcelana de imitación, la "porcelana fosfática", o bone-porcelain, hecha con fosfato de cal, por adición en su pasta de ceniza obtenida de la combustión de huesos.

Por otro lado, ya unos años antes, en 1709, los esfuerzos realizados bajo el patrocinio de Augusto II el Fuerte, en Sajonia, habían por fin obtenido el éxito apetecido: un alquimista de vida aventurera y conducta dudosa, Johann Böttger, vigilado y ayudado por un científico (que falleció en 1708, sin ver el resultado de sus esfuerzos), el caballero Walther von Tschirnhausen, había descubierto el secreto de la auténtica porcelana, al emplear en su composición una arcilla procedente de las cercanías de Aue (en la parte occidental de los Montes Metálicos), que resultó ser, por suerte para él, la misma tierra de que se valían los chinos: el caolín.



⇦ Cornucopia de Alcora. Estos pequeños espejos de marco tallado y dorado, que solían disponer adosados varios brazos para las velas, produciendo un exótico efecto de iluminación al reverberar la luz en la propia luneta del espejo, presentan siempre grabados decorativos de cristal o porcelana, como el de esta cornucopia, ornada con una escena entre Venus y Marte en su fragua acosados por dos amorcillos alados. De gran difusión en España durante el siglo XVIII es, no obstante, la ciudad de Venecia la principal procedencia de estos objetos de artesanía.  



De este modo, Böttger se llevó el mérito de conseguir reproducir la misma porcelana que era un autentico producto de lujo en la Europa de aquella época. Así se fundó la fábrica real de Sajonia, que quedó instalada en la fortaleza de Albrechtsburg, en Meissen. Un decreto oficial, de 23 de enero de 1710, anunciaba el acontecimiento en cuatro idiomas: alemán, holandés, francés y latín. Sin embargo, durante dos años la porcelana sólo se produjo en Meissen en poca cantidad, por vía de ensayo; su producción no se normalizó hasta el año 1713.

Actualmente, sigue siendo primordial en la elaboración de la porcelana el empleo del caolín, que, como se ha señalado antes, constituye el “ingrediente" básico. El caolín es una arcilla primaria que es el resultado de la descomposición de rocas feldespáticas y que otorga a la porcelana su característica coloración blanca. Asimismo, éste es el material que logra mantener la rigidez y estabilidad en la pasta cuando ésta se está trabajando a las altas temperaturas que deben conseguirse para elaborar correctamente la porcelana.

Como es de suponer -dada la mentalidad de la época y los beneficios económicos que se pretendía lograr-, la obtención de esa verdadera porcelana se rodeó del más impenetrable de los secretos, pues no eran pocos los gobiernos que iban detrás de ese mismo logro; ello explica, por ejemplo, la severa organización que se dio a la nueva fábrica, y que sirvió de modelo a todas las demás oficiales que posteriormente lograron elaborar porcelana auténtica o "sajona" en Austria y varias localidades de Alemania y aun del extranjero. Entre las principales manufacturas de esta clase que derivaron de la de Meissen y cuya fundación fue posible gracias a indiscreciones e intrigas (a veces muy novelescas, todo sea dicho), se encuentran: la de Viena, fundada por Du Paquier, en 1718, desde 1744 fábrica imperial; la de Höchst (1746), que desde 1753 fue protegida por el elector-arzobispo de Maguncia; la del duque de Brunswick, en Fürstenberg (1747); la de Frankenthal, perteneciente a la Corte Palatina desde 1762 y fundada por el ceramista francés Paul Hannong, en 1757, al verse obligado éste a cerrar (en favor de Sèvres) la fábrica que tenía en Estrasburgo; las dos de Berlín, la segunda de las cuales, en 1763, pasó a propiedad del rey de Prusia; la de la corte bávara en Nymphenburg (1753); la de Ludwigsburg (1858), del gran duque de Württenberg. Pero existieron otras muchas que acaban conformando una lista de lo más extensa que da una idea de la importancia que se daba a la fabricación de este tipo de porcelana.

En los principales centros oficiales de esta clase hubo un director oficial y otro efectivo, un grupo de arkanisten (o "secretistas", como se les llamó en español), que eran estrechamente vigilados, y los modelistas y pintores, dirigidos por un artista de nota, escultor o pintor.



⇦ Dragón Kirin, de Adam Friedrich von Lbwenfinck (Staatliche Porzellanmanufaktur, Meissen). En 1746, Friedrich von Lbwenfinck fundó una manufactura artesanal que inicialmente se dedicaba a la cerámica de gusto rocaille, pero posteriormente se especializaría en un tipo de decoración que imitaba sin disimulo los motivos florales, paisajísticos y figurativos de inspiración japonesa, enfatizando el uso de las policromías y las líneas finas del dibujo. 



Una organización parecida tuvo la manufactura oficial francesa, que, instalada desde 1741 en el castillo de Vincennes, pasó en 1753 a ser protegida por la marquesa de Pompadour, y tres años más tarde, esta vez ya bajo el patrocinio directo del rey, se instalaba en una finca de Sèvres (la sede que aún conserva actualmente) que antes perteneciera al músico Lulli, cerca del dominio de Bellevue, donde aquella favorita de Luis XV tenía una de las numerosas residencias de que disfrutaba. La fábrica de Alcora, en España, del conde de Aranda, que fabricó loza, pero también porcelana, tuvo, asimismo, organización similar, aunque bien es cierto que las medidas de seguridad eran considerablemente menos rigurosas.

Por último, en Inglaterra también se pusieron en marcha diversas fábricas de porcelana, debidas a la iniciativa privada y fundadas todas ellas a mediados del siglo, y entre las más destacadas cabe señalar las de Chelsea, Bow, Derby y Worcester.


Concierto galante, de Johann Joachim Kandler (Porzellansammlung, Dresde). Este simpático grupo de sofá de 1737 es una muestra de la porcelana de estilo rococó que se hacía en Meissen. Sus seguidores desarrollaron aún más las técnicas del azul vidriado formuladas por la escuela de Horoldt en piezas escultóricas de muy diverso tamaño que representaban escenas costumbristas, recreaciones de algunos oficios, retratos de personajes célebres de la época y modelos tomados de la Commedia dell'Arte

Meissen creó, por su parte, una tradición artística que, partiendo del barroco, rápidamente se incorporó a las características del rococó, y su influjo alcanzó, no sólo a las otras porcelanas alemanas, sino también a las inglesas y a las de las fábricas de Doccia, en Italia, y a las de Capodimonte y del Buen Retiro, fundadas por Carlos III de España.

En Francia, en cambio, desde la primera fábrica de pâte tendre, que se mostró activa por iniciativa particular, la de Saint-Cloud (1702), así como en la de Chantilly (del príncipe de Conde) o la Mennecy (del duque de Villeroy), se llegó al empleo de lo rococó tras una prolongada etapa en la cual predominó el gusto chinesco, que, como ya se ha señalado antes, habrá de ser una de las tendencias principales de este estilo.

Entre Meissen y la fábrica real francesa de Sèvres pronto se estableció una rivalidad; de este modo, mientras la porcelana sajona triunfaba en la superior calidad técnica y en el modelado de las figuras, Sèvres triunfó en las coloraciones, sobre todo en sus famosos matices que resultaron inimitables: bleu du roi y "rosa Pompadour".



⇦ Capitano y Leda, de Franz Anton Bustelli (Residenz Museum, Munich). Procedentes de la escuela de Nymphenburg, estos dos personajes de la Commedia dell'Arte forman parte del conjunto de ocho parejas originales que se modelaron en los talleres de Bustelli. La simplicidad formal, fina y brillante, y la elegancia de los movimientos se adaptan perfectamente a las temáticas típicas de las damitas aristocráticas, los pastores de égloga y los gremios de artesanos. 



En Meissen destacaron, en la pintura chinesca, Johann Gregor Hóroldt y Adam Friedrich von Löwenfinck que hasta 1735 produjeron platos, tazas, búcaros y fuentes con graciosas figuras doradas o policromadas, muchas de ellas inspiradas en álbumes holandeses del siglo anterior, con escenas de ambiente chino o japonés. Hacia 1730 empezó a desarrollarse, también en Meissen, la aplicación de la escultura a la porcelana. En ello tuvo gran trascendencia, que se reflejó en toda Europa, el modelista escultor Joachim Kändler. La gran aportación de éste fue crear infinidad de figuras que reproducen personajes de la corte sajona, tipos callejeros, pastores idealizados, escenas galantes y personajes de la Commedia dell'Arte. En todas ellas destaca su vigor característico y siempre planea en ellas una intención satírica o meramente burlesca, unas veces más explícita que otras, que se expresa acompañada de un colorido llamativo, rico en contrastes. En las manufacturas de Höchst y de Frankenthal sobresalió otro gran especialista alemán de la figura: Simón Feilner, muy apreciado por sus personajes ingenuamente bucólicos, realizados a mediados del siglo XVIII. Pero, sin lugar a dudas, el mejor autor de figuritas y grupos de porcelana fue Franz Antón Bustelli, nacido en Locarno (Suiza italiana) en 1723. Gracias a Bustelli adquirieron un inmenso prestigio las porcelanas de Nymphenburg, en las que podemos afirmar sin riesgo a mostrarnos exagerados que se encarna el espíritu mismo del estilo rococó, con sus audaces curvas. Bustelli se especializó en parejas o grupos entretenidos en escenas de galanteo, muy "rococó" en su sentimentalismo algo ligero y superficial, concebidos de tal forma que el menor cambio del punto de vista adoptado por el espectador ofrece aspectos completamente imprevistos e inesperadas variaciones de actitud. Por ello puede considerarse a Bustelli, además de un delicado escultor que muestran la maestría de sus composiciones, como un sutil ironista con plena conciencia de ello.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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