Las primeras aldeas agrícolas de carácter estable aparecen en el antiguo México hacia los principios del segundo milenio a. C. Gracias a la progresiva modernización de la agricultura, se hace posible que se creen unos poblados en los que la sociedad que los habita tenga más tiempo para dedicarse a la producción de objetos tales como cerámicas o estatuillas de barro, por ejemplo. No se conoce exactamente el modo en que se dio el paso de la vida cazadora y recolectora al desarrollo de la agricultura, antesala de la entrada de los pueblos del antiguo México al neolítico. Parece claro que los importantes cambios climáticos que se produjeron en la zona provocaron que no hubiera ya tantos grandes mamíferos que cazar, que, hasta ese momento, constituía el principal medio de vida. De este modo, no hubo más remedio que dirigir la mirada al suelo y a los árboles para recolectar los alimentos y empezar a conocer el ciclo de vida de los productos que, a partir de entonces, serían fundamentales para la subsistencia. Quizá, en ese momento, empezaron a darse los primeros pasos para crear una agricultura que se convirtiera en un medio de vida estable y seguro o, como apuntan otros investigadores, los indígenas aprendieron los rudimentos de la agricultura por la influencia de los pueblos asiáticos que, como sostienen muchos investigadores, llegaron al Nuevo Mundo mucho antes que Cristóbal Colón a finales del siglo XV.
⇦ Ajalpán (3450-2850 a.C.), momento en que termina el proceso de domesticación de animales y plantas. (Departamento de Prehistoria de la UNAM, Ciudad de México). Estas piezas de cerámica, correspondientes a la fase Manantial (1 000 a 800 a.C.), se caracterizan por una decoración incisa, como la del plato, y engobes en color café, rojizo y bayo.
En 1800 a.C. -en los albores del período conocido como "formativo" o "preclásico"- existen ya claras evidencias de algunas de estas pequeñas aldeas en el valle de México, entonces cubierto en gran parte por una cadena de lagos. Todo parece indicar que la estructura social de estos pueblos era todavía muy simple, de carácter comunitario, en torno a núcleos familiares quizá. No quedan claros indicios de que los textiles, que serían posteriormente tan característicos del arte de los pueblos americanos, hayan existido al iniciarse aquel período, y el utillaje sigue siendo bastante rudimentario. En cambio, ya empieza a elaborarse una cerámica de uso tanto utilitario como ritual, y se modelan estatuillas en arcilla.
Pues si la religión se halla al nivel del chamanismo, la presencia de numerosas sepulturas -en los cuales el cadáver es acompañado usualmente de ofrendas-permite deducir que, a partir de esta época, existe ya un importante culto a los muertos, lo que implica casi necesariamente la creencia en algún "más allá" mejor ...
Y es precisamente en estas tumbas donde los arqueólogos han hallado la secuencia evolutiva del arte de los pueblos aldeanos. Así, gracias a los numerosos objetos de cerámica y de barro que han conservado durante cientos y miles de años las tumbas de los primeros habitantes del gran continente americano ha sido posible componer por los menos un esquema de la evolución del arte de estos pueblos. Es importante señalar que era más fácil que llegaran hasta hoy los objetos de cerámica y de barro que las pinturas de los pueblos precolombinos, quienes también cultivaban este arte mucho más sensible a los estragos que causa el paso del tiempo.
Platos y vasijas (Museo de Tehuacán). Procedente del valle de Tehuacán, estas piezas de cerámica corresponden a la fase Ajalpán (3450-2850 a.C.), momento en que termina el proceso de domesticación de animales y plantas.
Por una parte, la cerámica, generalmente de soportes trípodes o de fondo curvo, tiene formas sencillas y se realza a menudo con una decoración geométrica lograda mediante incisiones. Este apartado de la cerámica es, sin lugar a dudas, uno de los más interesantes del arte precolombino pues permite recorrer esos primeros pasos de las manifestaciones artísticas de los pobladores del Nuevo Mundo, desde América del Norte hasta el extremo más meridional de América del Sur, ya que en prácticamente todo el continente se producen, con estilos muy distintos, objetos de cerámica que en la mayoría de los casos simbolizan aspectos de las creencias religiosas. En algunos casos, estas cerámicas tenían un modelado complejo, componiendo extrañas formas que representaban el universo simbólico de divinidades y demonios, mientras que, en otros, las formas eran muy sencillas y esquemáticas y se realizaba un detallado trabajo de líneas y colores. A la vista de los hallazgos realizados se puede concluir que el grado de evolución del arte de la cerámica precolombina fue a la par que el alcanzado por los pueblos prehistóricos del Viejo Mundo.
Y, por otra parte, como se ha indicado anteriormente, se dispone, para el estudio del arte precolombino, de las estatuillas de barro, modeladas a mano -con la llamada técnica del pastillaje, que consistía en aplicar trozos de barro a la estatuilla que se iba modelando, pues no conocían el torno de alfarero- y de factura un tanto tosca al principio. Suelen ser en un elevado porcentaje representaciones femeninas casi desnudas, cuyas abultadas caderas parecen informar de un culto a la fertilidad, tanto humana como de la madre Tierra, cosa muy plausible en una sociedad aún primitiva, de carácter agrario.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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