Discóbolo de
Castelporziano (Museo Nacional
de las Termas, Roma).
Copia romana de la
obra del célebre Mirón
(hacia el año 450 a.C.). |
Alcanzada la época de Mirón, se puede afirmar que por primera vez en la Historia del Arte se está
ante una personalidad original y documentada. Desde este momento, hay que
prestar atención no sólo a las magistrales obras de arte que habrán de llegar,
sino a los artistas que las imaginan y crean.
Antes de Mirón se han encontrado obras de
arte maravillosas en Egipto, Grecia y Oriente, pero eran más bien obras
colectivas, impersonales; ningún artista se destacaba del conjunto
característico de su escuela. De la misma Grecia se conocen varios nombres de
escultores que firmaron sus obras en los siglos anteriores: Antenor, Akermos,
Critio, Nesiotes, Onatas... ,mas para la actualidad son tan sólo nombres, y no
se tenía forma de componer un retrato de su vida y de su personalidad.
Se produjeron en tiempos más antiguos obras
más bellas, más grandiosas, más perfectas, más proporcionadas, pero no se
descubrió hasta entonces una figura de artista tan personal como este Mirón,
maestro del movimiento y de la técnica en bronce, que conoció las mieles del
éxito y también, como todos los grandes artistas, recibió duras críticas quizá
porque su arte se adelantaba a su tiempo y no satisfacía enteramente los
parámetros artísticos de su época.
Mientras unos, como Luciano, hablan del
Discóbolo como de una obra maestra por todos los conceptos, otros, como el
retórico latino Quintiliano, dicen desdeñosamente: "¿Puede haber nada más
artificial y contorsionado que el Discóbolo de Mirón?"
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.