La
conocida Koré del peplo es una de las
obras maestras de la escultura arcaica griega. Realizada en mármol de Paros y
procedente de la Acrópolis ateniense, se trata de una figura cargada de gran
originalidad.
Entre los años 1885 y 1889 los griegos
excavaron el subsuelo de la Acrópolis. Los objetos que se desenterraron
llamaron la atención por su belleza y por ser anteriores a la destrucción
persa, acaecida en el año 480 a.C. Entre las numerosas esculturas descubiertas
se desenterraron casi sesenta: había una serie de figuras femeninas que se
llamaron Koré, Kórai en plural, es decir, virgen o doncella portadora de un
don, que se han convertido en la verdadera maravilla del arte griego arcaico.
Estas estatuas, que representan jóvenes
vestidas, solían ofrecerse como exvoto a las divinidades por parte de las grandes
familias y mantenían los ideales femeninos de la época. Las Kórai sólo
mostraban el rostro, convirtiéndose en el mejor utensilio para el estudio
escultórico de las vestimentas.
La Koré
del peplo, datada alrededor del 540 a.C., es una de las expresiones más
altas del arte antiguo. Ataviada con una larga túnica se presenta con suma
elegancia y sencillez. El vestido, simple y pesado, apenas deja percibir los
detalles anatómicos del cuerpo femenino, únicamente marca la cintura y deja
intuir los senos. El artista ha aprendido a hacer notar el cuerpo bajo la
austera superficie simple, plana de la tela, pero sin adoptar el elevado
esquema oriental que en esos momentos se esta imponiendo. El grosor del paño
determina la caída de los pliegues que en el borde inferior aparecen
minuciosamente trabajados.
Tales elementos confieren a la estructura un
aspecto casi ceremonial, que contrasta con la minuciosa y refinada ejecución
del peinado, trenzas largas que le cuelgan por delante, y con la delicadeza del
rostro.
Alrededor de mediados del siglo VI a.C. se
introduce la nueva moda procedente de la Grecia oriental, el lujoso peplo
jónico, que consistía en abundantes pliegues y que se convertiría en la
indumentaria habitual. Sin embargo, la exquisita Koré viste todavía a la manera
antigua: el peplo dórico por encima del jitón.
Se aleja de los convencionalismos
establecidos adquiriendo una preocupación evidente para plasmar expresividad.
La extraordinaria calidad en ei modelado de las facciones, la forma más suave y
natural de la boca y ojos, y el movimiento del brazo izquierdo son rasgos del
avance de la estatuaria griega arcaica hacia un cierto clasicismo.
Es cierto' que la escultura todavía no ha
logrado liberarse de la rigidez y estilización típica del arte primitivo: no
obstante, comparándolas con sus contemporáneas presenta ya una mayor perfección
y caracterización.
A pesar de que los colores se han perdido
casi en su totalidad, se puede observar restos de policromía en el pelo, ojos, boca
y bordados del vestido, a lo que contribuye aún más a la singularidad de esta
Koré.
Su autor se considera un gran maestro ático,
al que también se le atribuye el Caballero Rampin, imagen de un joven montando
su caballo.
El Museo de la Acrópolis de Atenas alberga
esta magnífica Koré del peplo de 1 ,20 m de altura, realizada en el tercer
cuarto del siglo VI a.C. con mármol pintado. Una obra maestra que ejemplifica
el momento clásico del estilo arcaico.
Fuente:
Historia del Arte. Editorial Salvat.
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