Otro
gran maestro del siglo IV fue Scopas tan
genial como Praxíteles.
Era acaso más viejo que él y natural de Paros, pero ambos debieron de convivir
en Atenas, y hay probabilidades de que hasta trabajasen juntos. No fue Scopas,
como Praxiteles, «un ateniense de Atenas» ni se le ofreció, como al maestro de
los amores, la fortuna de poseer un taller acreditado por su padre y su abuelo.
Parece haber sido un temperamento estudioso, puesto que sus personificaciones
filosóficas le muestran al corriente de las ideas más adelantadas de su tiempo.
Su tristeza pensativa contrasta con el optimismo estético de Praxiteles. Así
como éste tenía preferencia·por los estados de dulce abandono, que se han
interpretado como consecuencia de la iniciación en los misterios, Scopas
agitaba sus figuras y las representaba en los extremos de paroxismo orgiástico.
Con el Sátiro de Praxiteles, sumergido en quietismo sensual, contrasta la Ménade
de Scopas, del Museo de Dresde, en furor báquico, que sostiene con una mano el
cabrito que acaba de sacrificar.
Mausoleo de Halicarnaso. Dibujo del
que ha sido considerado como una
de las maravillas del mundo antiguo
que atrajo a los grandes escultores
de la época.
|
Pero hasta en las figuras de reposo Scopas
refleja intensamente su espíritu sombrío. Han quedado varias copias mutiladas
de una estatua suya de Meleagro, el joven cazador que se prepara a partir para
la cacería del jabalí de Calidón, que ha de serle fatal. Está representado como
si, antes de partir, tuviera premonición de su fin próximo, con aquella intensa
vacilación de los héroes que se resuelve rápidamente en lo íntimo del corazón.
Otra hermosísima cabeza del joven héroe, en el estilo de Scopas, del Museo
Metropolitano de Nueva York, manifiesta la misma preocupación de tener que
aceptar el inevitable destino.
El temperamento de Scopas era apropiado para
grandes obras de decoración arquitectónica. Scopas es el último gran maestro
que se dedica a adornar la ingrata forma triangular de los frontones de un
templo. Ha sido asimismo Pausanias quien informa de que fue Scopas el director
de la reconstrucción total de un templo cerca de Tegea, el de Atenea Alea. Como
siempre, el viajero describe brevemente las esculturas: en un frontón estaba
representada la caza del jabalí Calidón; en el otro, la lucha de Telefo con
Aquiles; dos temas que debió de preferir Scopas por su carácter eminentemente
dramático. Las excavaciones de Tegea han devuelto un corto número de fragmentos
de esta decoración escultórica; los más interesantes son dos cabezas juveniles
que miran con atención al horizonte lejano. Su relación con la cabeza de
Meleagro es evidente, y han servido muchísimo para determinar el estilo de
Scopas. Los héroes y los dioses se han aproximado por el dolor común a ambos;
la expresión sublime de los tipos fidíacos ha sido sustituida por este silencio
patético de un dolor moral. Los asuntos mitológicos están interpretados también
como alto símbolo de la tragedia humana. Scopas representa a los héroes
homéricos sufriendo las eternas angustias de su propia alma, como Sócrates y
Platón recuerdan también a cada momento los dolores de Aquiles y Ulises sin
concederles valor histórico y real.
⇦ Cabeza de Meleagro de Scopas (Villa
Médicis, Roma). Los primeros años atenienses de este artista, nacido en Paros
de familia oscura, fueron seguramente difíciles. Temperamento rebelde,
fácilmente inflamable, nunca fue un hombre de mundo, sino un genio a la vez
tierno y vigoroso, lleno de pasión, lo que hoy sería llamado un
"contestatario". Su escultura -intensa, dramática y dolorida- refleja
de modo muy auténtico esta personalidad. En la copia mutilada de un original,
la tragedia del cazador que sabe el fatal desenlace de su acción se sublima en
la decisión de la mirada, pronta al sacrificio.
Significativo indicador del espíritu de la
época es que el monumento más conspicuo de este período sea una tumba: el Mausoleo
de Halicarnaso.
Lucha entre griegos y amazonas
de Scopas (Museo Británico, Londres). Detalle de la decoración que este
escultor realizó en el frontón Este del mausoleo de Halicarnaso. |
Estatua de Mausolo de Briaxis
(Museo Británico,
Londres). Es-
te artista fue uno
de los escul-
tores que
intervino, junto con
Scopas, Leocares y
Timoteo, en
la decoración del
mausoleo de
Halicarnaso.
|
Plinio describe así la construcción del
Mausoleo: "Scopas tuvo por émulos y contemporáneos en la escultura a
Briaxis, Timoteo y Leocares,
los cuales trabajaron juntos en el Mausoleo de Halicarnaso, esto es: en el
sepulcro erigido en memoria del reyezuelo o sátrapa de la Caria Mausolo , por
su esposa Artemisa. Esta obra, que se cuenta entre las siete maravillas del
mundo antiguo, tiene por basamento un alto cubo, más largo de los lados que de
los frentes, y encima 36 columnas. La fachada del Este -sigue diciendo Plinio- la decoró Scopas ; la del Norte , Briaxis; la del Sur , Timoteo; la del Oeste , Leocares.
Artemisa murió antes de que el Mausoleo estuviera terminado, pero los artistas
continuaron trabajando en él, ya que creyeron que ello redundaría en su propia
gloria. El monumento termina en una pirámide de 24 peldaños, y en la cúspide,
situada a 140 pies
(esto es, 45 metros ),
está la cuadriga marmórea que hizo Pytio". La enorme base del Mausoleo
debió de contener una cámara sepulcral, puesto que una crónica de la Edad Media transmite
que los caballeros de San Juan de Jerusalén, que en el siglo XV aprovecharon el
sepulcro para edificar un castillo, encontraron aún en el interior los
sarcófagos. Las ruinas del Mausoleo fueron exploradas por el arqueólogo Newton
en 1857, el cual descubrió importantes restos de los frisos, que formaban una
zona esculturada en el basamento, fragmentos de la cuadriga y las estatuas de
Mausolo y Artemisa. Esta obra colosal, erigida en las costas de Asia para un
sátrapa sometido a Persia, en la cual trabajaron en colaboración tantos
maestros griegos, indica la fuerza expansiva del arte griego, más propiamente
del arte de Atenas. Pytio, el arquitecto director, era jonio, y es bien
conocido porque construyó el templo de Priene. Mas para la escultura, la esposa
de Mausolo hubo de acudir a Atenas: Scopas y Leocares indican la procedencia de
todo el grupo. Los asuntos representados en los relieves eran todavía los
predilectos de los atenienses: el famoso combate con las amazonas y una carrera
de carros con aurigas de largos ropajes flotantes. Los relieves encontrados
hacia la parte oriental del Mausoleo pueden atribuirse, según testimonio de
Plinio, a Scopas, ya que, efectivamente, presentan todos los rasgos de su
estilo; en cambio, la gigantesca estatua de Mausolo, que, acompañado de
Artemisa, iba en la cuadriga superior se ha atribuido a Briaxis. Conviene notar
que el mayor interés de esta figura de Mausolo es la cabeza, de carácter muy
personal, con la cabellera echada hacia atrás, lo que le da un aire algo
bárbaro. En otra cabeza, que por su dignidad no puede ser más que del propio
Mausolo, los caracteres de extranjerismo han desaparecido, y la nota patética,
dolorida, de Scopas predomina como en las cabezas de Meleagro y de los
frontones de Tegea.
Un eco del estilo melodramático de S copas
se encuentra también en otra serie de Nióbidas de los Uffizi, en Florencia. La
trágica escena del sacrificio de los hijos de Níobe, heridos por las flechas de
Apolo y Artemisa, debía de ser simpática por fuerza a Scopas y a sus
discípulos. Las estatuas de Florencia se encontraron en Roma, en el lugar donde
estaban los jardines de Salustio; habían sido copiadas o imitadas de otros
ejemplares arcaicos. Sin embargo, las dos figuras del grupo, la dolorida madre
que procura salvar a la menor de sus hijas, se avienen más con el estilo de
Scopas.
Fuente:
Historia del Arte. Editorial Salvat.
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