Realizada en 1924, en esta pintura el autor abandona
totalmente la forma central y elige la asimetría forzándola con una variación
en el formato de exposición. El vacío constituye ahora un elemento fundamental
de su sistema cromático, destacando la ausencia de color un agresivo contraste
con las leves manchas que asoman por los bordes. Si el vacío domina la
composición es en parte gracias a las gruesas franjas negras que separan los
tres colores primarios rojo, amarillo y azul.
(National Gallery of Art, Washington)
Fuente: Historia del Arte. Editorial
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