Pintado en 1943 durante su estancia en Nueva York, las
líneas que seccionan sus composiciones y que se cruzan entre sí y que parcelaban
el espacio en segmentos geométricamente armónicos serían sustituidas por una
línea continua de ritmos sincopados punteados con marcas de color. El autor se
vio imbuido por una sensación de euforia al llegar a la ciudad, que plasmó con
soltura en su pintura, emulando las luces de los rascacielos y el desenfrenado
ritmo de su tráfico.
(Museum of Modern Art, Nueva York)
Fuente: Historia del Arte. Editorial
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