¿Es
el arte el resultado de un rapto de la inspiración o de un arduo trabajo? Velázquez parece plantearse esta misma pregunta en Las Meninas, obra en la que se autorretrata en el acto de pintar un
cuadro. A su lado, la infanta Margarita y otras damiselas de honor contemplan
su trabajo. Los monarcas aparecen representados en una imagen situada en el
fondo del taller, que bien pudiera ser la imagen reflejada en un espejo de lo
que Velázquez está reproduciendo o un cuadro ya finalizado. En esta ambigüedad
que se da entre ilusión y realidad radica la riqueza de esta obra, que también
resulta excepcional por otro aspecto: no hay muchas pinturas antiguas en las
que el espectador pueda ser testigo de cómo se desarrolla el acto creador,
puesto que el arte nunca se ha valorado mucho como resultado de un trabajo. Por
el contrario, se suele ensalzar su parte creativa, es decir, la mental o la
intelectual, y menoscabar la técnica.
Detalle de Las meninas de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Museo del Prado, Madrid). Es uno de los cuadros más enigmáticos de la historia de la pintura española, ya que se han vertido muchas interpretaciones acerca de él. Finalizado en 1656, no fue hasta 1843 que recibió el nombre actual, cuando se realizó el catálogo del Prado. Anteriormente se lo había titulado La señora emperatriz con sus damas y una enana y, más tarde, La familia del rey Felipe IV.
A partir de esta premisa, puede
establecerse una división en cuanto a la manera que se ha concebido la
actividad artística a lo largo de la historia: por un lado, existe la opinión
de que en la creación debe primar una habilidad o una destreza, y por lo tanto
que ésta tiene que ver con la mimesis o imitación; por otro, se considera que
el arte es el resultado de una idea, de la imaginación o de unos conceptos, y
puede relacionarse entonces con la libertad creativa.
En el primer caso, el arte es el fruto
de un trabajo y, en consecuencia, se entiende como el producto de unos
conocimientos adquiridos y de la aplicación de reglas según unas determinadas
habilidades. La misma palabra" arte" proviene de la expresión latina ars, a su vez originada en la voz griega Téchne y que significa destreza.
Esta interpretación es la que ha
imperado a lo largo de la historia en Occidente y ha dado lugar a que, en
términos generales, las artes plásticas no hayan estado muy valoradas. De
hecho, en la antigüedad clásica se clasificaron como una de las artes vulgares,
en oposición a las liberales.
Sin embargo, los intentos por romper con
esta manera de entender el arte como habilidad y elevar al artista a una nueva
condición han sido varios. Baste citar a Leonardo da Vinci, quien encarna, entre los siglos XV y XVI, el prototipo de artista
curioso que se interesa por muy diversos temas; entre sus escritos se
encuentran teorías científicas acerca de la perspectiva, la anatomía, el color
y las sombras, así como una teoría sobre las proporciones ideales entre las
distintas partes del cuerpo que luego aplicó en sus obras.
Detalle de Las meninas de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Museo del Prado, Madrid). Es uno de los cuadros más enigmáticos de la historia de la pintura española, ya que se han vertido muchas interpretaciones acerca de él. Finalizado en 1656, no fue hasta 1843 que recibió el nombre actual, cuando se realizó el catálogo del Prado. Anteriormente se lo había titulado La señora emperatriz con sus damas y una enana y, más tarde, La familia del rey Felipe IV.
La consideración del arte como una
actividad intelectual ha sido llevada al extremo por algunos artistas contemporáneos.
En el trabajo de Andy Warhol, por ejemplo, queda perfectamente plasmada la manera de entender el
arte como resultado de una idea y no de su ejecución. Así, en la serie de las latas Campbell, de principios de la
década de 1960 Warhol se limitó a reproducir un icono o una imagen ya existente
mediante serigrafía u otras técnicas.
Sin embargo, lo más habitual es que en
toda creación se dé de forma paralela tanto uno como otro proceso, el mental y
el de la realización. Así pues, normalmente se parte de una idea, que es
preciso concretar mediante una materia, una técnica y una forma.
Paralelamente a la dualidad que plantea
el proceso creativo, en el arte se da otra división que se basa en la fuente en
la que se inspira el artista para crear sus obras: la realidad exterior o la
interior.
En este punto podría mencionarse la
dicotomía establecida por el filósofo ateniense Platón (siglo IV a.C.) en el
mito de la caverna (La República, libro X) entre un mundo real (el de la Idea o
la ver dad) y el mundo de las apariencias (de las copias). En dicho mito,
Platón describe una cueva iluminada tan sólo por una hoguera que se encuentra a
la entrada de ésta. Los prisioneros únicamente pueden ver las sombras
producidas por el fuego, por lo que creen que estas sombras constituyen la
realidad. De ello se desprende que existen al menos dos niveles de realidad o
de acercamiento a la verdad.
Primavera de Giuseppe Arcimboldo (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid). Realizada en 1563, esta obra forma parte de una serie de pinturas sobre las estaciones realizada para Fernando l. Considerado un precursor del surrealismo, Arcimboldo se ha hecho famoso por sus cabezas formadas con productos naturales como frutas, flores u hortalizas.
En la primera de las maneras de enfrentarse
a la realidad, cuando el artista parte de una realidad exterior (La naturaleza,
un bodegón, un retrato), se prima la mimesis como medio para dominar el arte.
Siguiendo esta concepción, los
impresionistas, a partir de las décadas de 1860-1870, se propusieron captar de
manera fiel la realidad en estado puro, es decir, pretendieron plasmar en sus
telas la luz y los colores mediante la fragmentación de las pinceladas.
En oposición a esta manera de entender
la realidad, también es posible considerar que el arte surge de unas ideas
previas del artista, de su imaginación o de su fantasía, si bien éstas pueden
tener como base la realidad.
En la terraza de PierreAuguste Renoir (Instituto de Arte, Chicago). Pintado en 1881, cuando el artista retoma la figura humana en sus composiciones. Aquí retrata a una actriz de la Comédie-Franc;aise, Mlle. Dartaud, y una niña sin identificar, supuestamente en la terraza del restaurante Fournaise.
Giuseppe Arcimboldo, artista italiano de la segunda mitad
del siglo XVI, constituye un caso curioso: en sus obras, unos insólitos
retratos compuestos con frutas, verduras y peces, la imaginación desempeña un
papel destacado en una época en que se daba primacía a la realidad.
Alucinación parcial, seis apariciones de Lenin sobre un piano de Salvador Dalí (Musée d' Art Moderne, Centre Pompidou, París). Influido por un sueño, a los que Dalí les daba mucha importancia, el artista pintó este cuadro, donde aparecen seis imágenes de Lenin que surgen de las teclas de un piano, un grupo de hormigas que se pasea por la partitura y unas cerezas sobre una silla; todo ello observado por un personaje irreal que parece un maniquí.
Asimismo, en el extremo de esta
interpretación se halla el surrealismo, importante movimiento de la primera
mitad del siglo XX. Con la expresión "escritura automática" se
definía el principio consistente en liberar el estado interior del ser humano,
lo que acabó plasmándose en, por ejemplo, pinturas en las que los sueños
siempre estaban presentes, como las conocidas obras de Salvador Dalí.
Fuente: Historia delArte. Editorial Salvat